martes, 30 de diciembre de 2008

Escribir es vivir

La verdad, me ha llamado mucho la atención un comentario de Irma en unnos de los últimos textos, que dice literalmente: "Tú no escribes, nos ametrallas con tus pensamientos". Vaya, nunca lo había visto así.

Escribir es la causa de que no haya perdido el juicio [del todo] a lo largo de los últimos años. Hay miles de ideas, pensamientos estúpidos y disgregados que rondan por mi cabeza, dando vueltas y chocando entre sí. Y plasmarlos en palabras fuera de allí [de mi cabeza] es lo que me ha hecho mantener la cordura. Escribir me ha salvado la vida en alguna ocasión. Me ha hecho recordar muchos buenos momentos y me ha liberado de los malos. No es para mí una necesidad, pero sí que es una ayuda, y de vez en cuando un juego, un pasatiempo, en ocasiones hasta un reto.

Me crié entre libros, gracias a mis padres, y supongo que de ahí vendrá el cierto gusto por todo el mundo de las letras, aunque haya terminado siendo un renegado de ciencias. Cosas que tiene la vida, ya ve usted, la contradicción es otro de mis métodos de subsistencia.

Respecto a esto del blog, siempre lo valoraré positivamente, como apertura de mente al conocimiento de más y mejores autores en este medio que es internet, tan amplio y tan lleno de bazofia o de calidad oculta, tan bueno para la difusión cultural, y tan dañino para la expansión del frikismo. Sobre todo en este 2008 que ahora se termina, he ido sacando un huequito para compartir mis cosas con quienes paseis por aquí, por una u otra razón. Compartir es vivir, no busco nada con esto, pero, muy sinceramente, estoy orgulloso cuando alguno de vosotros me decís que me leeis, y que os gusta [o no]. Es una agradable presión para seguir adelante con el pequeño espíritu de literatura que pueda haber aquí encerrado.

Creo que 2008 es el año que más he escrito [gracias al papel reciclado que gorronea mi padre, y al iBook que me prestó Paz] y aprovecho para agradeceros a los que paseis por el otro lado de la pantallam que mis letras aparte de salir de mi cabeza y todos esos rollos, hayan pasado también por vosotros.

Desde esta silla, Comando Zamora, subsección Arriba Videmala Libre, seguiremos atentando con la mejor [y, por otro lado, única] arma que tenemos, las palabras. Gracias, y feliz año.

lunes, 29 de diciembre de 2008

730 dias


Supongo que ya habría[s] sido parte de otra historia si no hubiera tenido que ir por ahí ganándome las cosas yo solo, pero siempre contigo en algún lugar de la memoria por lejos de ti y de aquí que estuviera. Qué putada, yo no lo hacía por joder, lo juro. Sólo era mi forma de ser. Pero si ni siquiera me había empezado a dar a los vicios, no como ahora. Yo era un iluso adolescente que no tenía ni idea, y elegí malas épocas para aprender.

En fin, que aquí estamos, esperando al cruce de caminos adecuado para ver si cojo el correcto, si es que lo hay, y si es que no me lo he dejado ya atrás, cosas harto improbables pero no imposibles. Lo que hay que ver, tanto desgarro en el pecho, y ninguno entre las piernas. De eso me ha valido tanto tiempo de aquía para allá con canciones de madrugada y ninguna de despedida. Dónde estarás, me pregunto a veces, y otras me pregunto dónde estaré.

En realidad lo que me pregunto a veces es por qué cojones si sé de sobra que mi historia tendría que estar cerrada hace mucho tiempo por algún otro lado, llegan días como hoy, noches como ésta, y veo que aunque me joda me acuerdo de ti y no tanto de mí. Qué putada, nena. 730 días.

domingo, 28 de diciembre de 2008

No hay tregua



Lo han dicho en el telediario, así que me lo creo. No hay tregua. Se matan más allá de un muro de hormigón de varios metros de alto. Dónde está ahora tu dios, dónde están ahora vuestros dioses.

La mitad de ese dios está detrás de cohetes de fabricación casera y piedras, y la otra mitad está debajo de una de las mejores fuerzas aéreas militares del mundo. Hay fuego sobre la franja de Gaza. Hay fuego en los despachos, donde hombres con corbata deciden los destinos mundiales. La ONU exige que paren. Yo me callo, y como, viendo la CNN en casa de mi abuela.

La historia, lo sé yo y lo saben otros muchos, es cíclica. Cayó The Wall, ahora cae Wall Street. Levantan hormigón, y tiran a la basura millones de dólares. La gente se sigue matando, y otros mientras tanto lo vemos detrás de la pantalla, o lo leemos en las crónicas de reporteros de guerra con casco atados a soldados. La historia es cíclica, y dicen que ésta ya es la Tercera Intifada.

La noche está para dormir excepto si eres palestino, creo. Entonces la noche está para pensar, mientras estás tumbado boca arriba en la cama, oyendo silbar misiles sobre tu tejado, preguntándote cuál será el próximo, el que te toque a ti.

Estás asustado. Tu vida va en ello, pero alguien debe tirar de gatillo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Producto Nacional

Para Mateo, que me enseño el valor de la españolía.
"Me pasó una tarde cualquiera de mayo. Había desterrado del Seat Málaga blanco todos los casettes de Julio Iglesias que tenía mi padre y los había sustituido por una remesa de Platero, Barón Rojo, y Celtas Cortos.
A 25 km de Jerez paré en una gasolinera de Campsa, saqué el bocadillo de chorizo, a esas alturas reblandecido, que me había metido mi madre, y me puse a merendar. Faltaba poco, demasiado poco para llegar, incluso después de siete horas de viaje por la Ruta de la Plata, como si trashumara en el Málaga blanco.
Cuando entré a la ciudad, rodeé por pura superstición y por causas del tráfico, la plaza donde ondeaba la bandera. Pena de una letra para el himno, pensé, acordándome del chunda-chunda de los partidos de cuartos.

Mi primo Juan me esperaba sentado en su Bultaco Metralla roja, y sin darme ni tiempo a respirar la calima, me cambió el macuto por un casco y arrancamos para hacer la ronda.
Con cierta reticencia por mi parte, fui bautizado en el honroso arte del Tío Pepe, y cuando no pudimos llegar a la tercera tapa del jabugo, lo llevé sutilmente a mi terreno, alejándonos de la barra con un sol y sombra de Veterano y Castellana en la mano. La suerte se puso de mi lado, cuando encontré en la primera mesa un servilletero de San Miguel y una baraja de Heraclio Fournier.
"Un tute mano a mano" propuse. "Y el que pierda, paga".
"Hecho".Y se sacó del bolso unos Ducados que empezó a ventilarse como si fuesen regalices negros en vez de cigarrillos.

Después de reventarle por tercera vez las veinte en bastos y de cantar las cuarenta, empecé a notar borroso mi campo de visión, a lo que mi primo me sonrió. Fuera del bar daban las 10 y media, y oscurecía, así que mi primo sacó una moneda de veinte duros, e hizo un par de llamadas desde la barra.
"Vámonos, que esto ya está resuelto. ¿Tú qué bebes?"
"Producto nacional" recité de memoria.
"Dos Dyc con cola", cantó él en el disco bar, mientras el segundo paquete de Ducados pedía clemencia.
Ellas dos eran morenas, con los ojos marrones; nunca adiviné si hermanas o no, pero aquella noche los parentescos nosa daban un poquito igual. Intercambiamos Juan y yo sendas sonrisas torcidas, y acto seguido le ofrecí fuego a la más alta, para un Fortuna que se llevaba a los labios.
"Déjame ser lo próximo que beses", castizo yo, y no rechazó mi oferta.

A la mañana siguiente, todo lo que tenía era una tableta de Calmante Vitaminado y unas Juanolas, mientras me cagaba en mi puta calavera, y maldecía a la industria farmacéutica española por no producir ni condones ni pastillas para la resaca."

jueves, 25 de diciembre de 2008

Duelo al sol

Él tenía un magnum de 9mm
y yo tenía una estilográfica Faber Castell
la última vez que nos encontramos.

Luego pasó mucho tiempo, y el tiempo
va acumulando los rencores
que se hacen bolas de nieve grandes
montaña abajo.

Después volvimos a vernos. Y
él dijo:
"Tengo una bala que lleva tu nombre".
Yo, yo me reí, y
le dije:
"Yo escribiré la bala que va a matarte".

Así que aquí estoy. Y, en cambio,
a él no le vereis
por ninguna parte.

Nota mental sobre Navidad y derivados

Esto es una simple y llana nota mental, escrita con portaminas en el margen de una cuartilla de papel, doblada en el bolsillo de mi cazadora negra, anoche que era nochebuena, y que recoge una simple y llana opinión personal de la cual no me responsabilizo, ya que es mía y en cierto modo me la sopla lo que piense el resto, pero de la cual me encantaría haceros partícipes.

Curiosa la evolución de la sociedad actual. Las fiestas religiosas trascienden al plano social, y en tanto que se vacían de jóvenes las iglesias, se van llenando los bares. La cuestión es: si estos jóvenes ponen su fe en el alcohol cuando todo va bien, ¿en quién o en qué la pondrán cuando las cosas se hundan? Los traficantes de cocaína ya pueden ir haciendo provisiones de aquí a quince años.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Experimentos con gaseosa


"Usted, usted que frecuenta el éxito como una costumbre más.
Usted que triunfa con la misma naturalidad en los negocios y en los deportes más exclusivos.
Usted, que está habituado a que los hombres lo respeten y las mujeres lo admiren.
Usted, ¿nos puede decir cómo hace?"
Les Luthiers. (Mastropiero que nunca)



"Y si no tienes ni a dónde ir, invéntate un sitio, porque muy pronto estarán ocupados todos los rincones de la sombra por motivos de sospecha, ilusiones y juegos de luces con los que por última y definitiva vez lo único que sacarás en claro es que por mucho que intentes cambiar de vida, lo más que consigues hacer son y han sido experimentos con gaseosa.

Empezaste joven, con tus tintos de verano en las terrazas de Carabanchel Alto, jugando al mus por las tardes con un palillo plano en la comisura de los labios, y con aquellos viejos que te llevaban del orden de 50 años y 250 pesetas cada tarde; te sacaban un poco de simpar elegancia y unas siete trampas de ventaja.

Luego te pasaste a las botellas de ácido carbónico, que te daban ese estúpido aire de suficiencia y chispeante apariencia, pero que no evitaban que te disolvieras en la boca tres segundos después, dejando en la lengua un regusto ácido pero sin sentido.

¿Y ahora qué? Ahora tratas de convencer al mundo de que te has vuelto un tipo amargo pero interesante, como la tónica, o como si te hubiese escrito el guión el mismo Paul Auster, vendes tu nuevo sabor en stands de barra fija, e incluso americana, y, ¿sabes? Que a mí no me engañas, que sigues siendo el mismo mierdas de siempre; lo supe en cuanto te mezclé con vino de Toro. A mí los experimentos con gaseosa nunca me han fallado."

lunes, 22 de diciembre de 2008

No lo sabes


No lo sabes, y respiras porque tu tronco del encéfalo está entero. Corres por la acera para llegar a la hora, y estás enviando órdenes adrenérgicas a tu corazón. Estás poniendo a funcionar tu sistema renina angiotensina aldosterona para compensar. Has echado a temblar, quizá. Ella está ahí, y a ti te sudan con sudor frío las palmas de las manos, y se te ha acelerado el pulso, por la misma razón de antes. Tu sistema simpático te seca la boca, y por eso se te traba la lengua si quieres saludarla. Y se te abren imperceptiblemente las pupilas al mirarla de cerca. No es por nada, pero hasta se te ha olvidado que llevabas media hora en casa meándote, tu simpático caudal funciona de puta madre. Y tú sin saberlo, adorable adolescente enamoradizo. Has hecho tres perfectas conexiones neuronales para coger la cocacola mientras conseguías superar tu sequedad bucal contándole una anécdota estúpida a todas luces. Es entonces cuando tu atención vuelve a desviarse, sin que tú lo hayas pretendido, y te das cuenta de que , una hora y una cocacola después, te estás meando. Tu pierna derecha llevaba diez minutos agitándose fuera de tu voluntad, y ni lo habías notado. Buenas placas neuromusculares, chico. Te servirán de mucho ahora. Ahora que se te va a caer al suelo el vaso. Y lo has agarrado. Tienes un arco reflejo en perfectas condiciones, eso puede que lo supieras, pero no sabes que la mitad contralateral de tu cuerpo se ha tensado para compensar el movimiento. Y cuando has vuelto a mirarla a los ojos, la Ley de Starling ha tenido que echar el resto, para compensar el ataque que te ha dado. Tienes vasoconstricción cutánea, excepto en tus mejillas. Vaya, cuánto te gustaría que fuera al contrario, y eso sí lo sabes. Y eso te hace un cierto nudo en el estómago, tu reflejo gastrocólico está haciendo de las suyas. No tienes ni hambre, como no tienes ni sueño cuando piensas por las noches en ella.

Mira, chico, objetivamente. Hay muchas cosas de tu Fisiología que desconoces, estoy segurísimo, y paso de explicarte ninguna de ellas. Pero como sigas sin preguntarle a ella cómo se llama, no vas a aprobar el Bachillerato ni de coña.

domingo, 21 de diciembre de 2008

A tu salud, Hank

[ni le alcanzaré el talón, pero eran las 5:11 am. No pude resistirlo]

Se apaga la luz y
yo tengo aún
la cabeza dando vueltas;
sé que al dormirme
todo será sueño
y puede que olvide
pero puede que despierte
y me acordaré de todos
mis pasos hasta la cama
hasta el triunfo o la
derrota final
de la que nada sabe nadie,
ni siquiera yo.

Courage

Para cuando ganes. Para cuando pierdas. Nunca lo haces tú. Lo hacen contigo, o sin ti. Nunca estás por ahí. Solamente estás ahí. Supéralo, porque puedes. Para cuando te rindas, para cuando tu bandera sea la que venza. Para la cuesta que te hace caer, para la volea que te hace gritar. El punto imposible y tirarla fuera a portería vacía.

Valiente. Todo lo que necesitas, ya lo tienes.

Los viejos rockeros nunca mueren...

Para mi hermano.
"Los viejos rockeros nunca mueren, decía en la funda de su guitarra negra. Una Telecaster, como la del Boss, pero en otro color indefinido con el humo de los porros, las cervezas derramadas y los punteos al través. Y llegó una tarde a una ciudad bañada por el sol de invierno. Y llegó solo, y se quedó solo en una habitación que miraba al Oeste. No había polvo en las calles, pero todo estaba un poco turbio, pensó poniendose las gafas.

Bajó al local de esa noche, habló con el dueño, pidió un bourbon cola mientras le decía que se estaba pensando mucho lo de dejarlo. Escaleras arriba del bar brillaba la tarde, y no había coches en el empedrado. Luces verdes en el bar, humedad. Los viejos tiempos, eso era. Y fue apurando sorbo a sorbo el bourbon, y el dueño le hablaba de que él también planeaba dejarlo, que esto ya no era lo mismo, que los sueños se apagaban.

En aquella ciudad llegó la noche, y la noche trajo una cena ligera, un plato combinado en una cafetería con cristalera, combínalo, haz un preludio nocturno, hazlo. Mira por los cristales de la cafetería, pasan coches por esa ciudad, bañada en piedras de tres quilates. Bajó al bar.

Las pruebas de sonido eran para perdedores. Betty nunca sonaba mal, Betty era la única que nunca iba a fallar. Betty aquella noche cantó en una ciudad a media luna acordes y punteos de dedos desgastados. De lo duro. De lo blando. De lo bueno, siempre de lo bueno. Con letra, y sin ella, con miradas, siempre con miradas. Con el cigarro en el clavijero. Iba a dejarlo, otra vez.

Acabó, recogió, dejó a Betty en su funda. Llevaba tres encima, y acabó con otras cuatro más, pero aún veía bien. Dejó a Betty en la habitación, pero a las 3 de la mañana aun se podia pasear. Y paseó, solo. Solo. Solo. Solo. Se bebió la niebla de la ciudad. Y volvió al hotel, a la habitación, sin echar la llave. Sin echar la vista atrás. El resto, el resto es historia. Los viejos rockeros nunca mueren, decía en la funda de su guitarra negra."

sábado, 20 de diciembre de 2008

Also Known As Pieman

Se lo dije una vez. Que no me importa si no te importa, porque no brillo si tú no brillas. Así que no tuvimos más remedio que escapar a la ciudad del viento y bebernos unas noches de verano y unos chupitos de colores, empezar con caipirinhas sin viajar a Brasil, y acabar con mojitos en el Cubanito. Últimamente nuestra historia se construye a base de noches, y eso siempre lleva a una cierta tendencia a relativizar. Porque las noches son relativamente largas o cortas. Te lo pasas relativamente mal o bien. Bebes relativamente mucho o poco. Y estás relativamente solo o acompañado. No se trata de lo que crees, sino que se trata de lo que eres, de como eres y de quien eres. Y eso son cosas que aunque parecen cambiar, en el fondo se mantienen con el tiempo debajo de una capa que se va acumulando, de herrumbre por la humedad, y el alcohol. Él este año se escapó del hoyo donde tenía plantadas las raíces, y ahora tiene hojas nuevas, pero mantiene el tronco. A mí me sigue sirviendo con tallarle la corteza de vez en cuando. Siempre lo vereis rodeado de mujeres, pero él tira los cartuchos de uno en uno, y es que las guerras son muy largas. La guerra de Pieman no ha hecho más que empezar, con 20 dulces años. Y seguro que va a ganarla, y yo seguiré de reportero. A disfrutarlos, man. Te veo en la Ciudad Condal de aquí a tres meses."

viernes, 19 de diciembre de 2008

Cara B

Según las leyes clásicas, el mundo se divide en dos partes. Norte y sur. Este y oeste. Blancos y negros. Ricos y pobres. Calor y frío. Tierra y mar. Odiar o no odiar la Navidad.

Después llegaron los teóricos posmodernos, y dijeron que no. Que esas generalizaciones simplistas eran un error fundamental. Y que por tanto, habría que colocar meridianos y paralelos. Escalas de 256 grises. Grados Celsius, Kelvin y Farenheit. Sentirse en el medio de una vorágine navideña, y no a un lado u otro.

Por eso desde hace un tiempo se viene comentando la tendencia de pasar las Navidades como buenamente puedas. Entre turrón y aparente felicidad. Para mí la felicidad ha sido hoy despedirme con un abrazo de mis compañeros de clase, y subir por el césped aún con nieve con The Killers en las orejas, y colgar de ahí la sonrisa.

Aún así no he podido evitar sentirme bien en parte cuando mi abuela me tenía al llegar a casa unas nueces y un mazapán. La infancia hace que la Navidad sea ilusión. Quizá por los regalos, pero quizá no, porque todavía me regalan cosas, y ya no me hace ilusión. Será porque la infancia es ilusión.

Entonces, siguiendo una simple regla de tres, la Navidad puede ser ilusión. A mí me vale con sobrevivir, con tener dinero el 6 de enero por la tarde, con haber estudiado algo, haberme encontrado con mis amigos de nuevo. Haberme congelado en el cambio de año en Videmala, haberme mamado en algún momento de estas dos semanas y media.

Creo que no se trata de odiar o no odiar la Navidad. Creo que se trata simplemente de hacerlo lo mejor que puedas, y no limitarte a estas dos semanas y media. Y por lo demás, a nadie le amarga un dulce, si siquiera siendo turrón del duro.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Medley

/siempre he escuchado /ya no te creo/ Anoche pensaba sobre mi vida, y esta mañana pensaba en ti. Cómo cambia una hora de sueño el porvenir. Dejé mis cosas olvidadas para poder tirar para adelante. /i don't want what you want, i don't feel what you feel/ Desayunar solo no es una experiencia más. Ni siquiera evitando tomar café he dejado de temblar. No son nervios, dice mi psicólogo, ni siquiera son ganas de matar. /voy en este vuelo transoceánico/ oyendo tus versos melancólicos/ Mi albornoz verde hace más llevaderas las horas de encierro. Salir a la calle sin estar atado me hace más libre al tiempo que preso. Preso de todo el aire sobre mis hombros, atado a una viga en el cielo nublado. /volar; volar/ una racha de viento nos visitó/ Dejé de esperar el amor de los veranos de Woodstock. Resulta que en mi pueblo nunca toca Jimmy Hendrix, aunque sí que haya marihuana. Y todas las niñas bonitas ya tienen con quién bailar desde hace años. /how many miles must a man walk alone/ before they call him a man/ Una vez vi una bala de verdad, al natural. Una de 9 mm, la tuve en mis manos, y me preguntaba cómo era posible que aquello matara a un hombre. De hecho, me pregunté cómo era posible que los hombres se mataran entre sí. /oh, turn down the lovesongs that you hear/ 'cause you can't avoid the sentiment that echoes in your ears/ Me han dicho que hay un mundo detrás del mundo. Me han dicho que donde se acaba el camino, empieza todo. Me han dicho que no hay un final, sólo hay principios. /the traveller is always leaving town/ the only kind of live he's ever known/ No hace falta dejar la habitación desordenada para tener bien puestos los muebles en la cabeza. Lo único que me falta para llegar a la perfección es un poco de cordura y menos ratos comprando humo. Puede que me quede sin dinero, pero me sobra saldo en esta partida. /suppose it's just a point of view/ but they tell me i'm doing fine/

Canción de barra 3:35 am

Eras mi sueño.
Cuando buscaba a otras, te
buscaba a ti
igual que cuando nombraba a
otras te
nombraba a ti;
esta noche tenemos una sola
cama para los dos y
yo nunca he tenido nada que
demostrarme a mí mismo
pero sí mucho que demostrarle
al mundo, así que
te voy a dar la espalda
y me voy a dormir.
Probablemente no sueñe contigo
pero el mundo verá que
me importabas menos de la
cuenta.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Relativiza, chaval.

- Dímelo. ¿Puedes saber acaso quién marca las reglas que te convierten en un fracasado o en un triunfador? Lo único que puedes saber es si lo eres o no, y eso no es justo.
- Yo me preguntaría otra cosa en tu lugar. ¿Puedes saber de verdad si eres un fracasado o un triunfador, mientras estás vivo?
- Claro que puedes. Sólo tienes que mirarte al espejo en dos momentos de tu vida. El primero, cuando tengas ganas de sonreir hasta reventarte los labios. Y dos, cuando vuelvas a casa a las 7.15 de la mañana después de caminar bajo el diluvio universal desde un polígono de las afueras. Suma, haz la media, y el resultado será tu triunfo o tu fracaso.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Ciencias aplicadas

Para David G. y para Tere.

La noche en que te conocí me di perfecta cuenta de que lo nuestro iba a ser cuestión de ciencias puras y exactas.

Según la Ley de Poiseuille, y el vaso que tenía en la mano, para vencer tu resistencia me tuve que volver directamente proporcional a la viscosidad del whisky cola y a la longitud del vaso; que por suerte era de tubo, por lo que siendo su radio pequeño, nos redujimos a la cuarta potencia, quedando tú y yo cara a cara.

Te convencí, sin duda. Entramos en mi habitación, y te convencí de nuevo. Te lo dije, te lo repetí: "lo nuestro es sólo algo físico. Ríndete a la Ley de Laplace. La tensión que surgira a nuestro alrededor de ahora en adelante dependerá de la presión entre tú y yo, del radio de esta mierda de cuartucho, y del grosor de estas paredes de papel de fumar". De modo que tuvimos algo, aunque los vecinos de al lado golpearon con escobas el tabique para que lo dejásemos.

Tú y yo no nos rendimos, y fuimos de ciudad en ciudad aquel verano, relativizando lo nuestro. Nos fuimos al cuadrado de la velocidad de la luz, a tope sin drogas, multiplicando nuestras masas y convirtiendonos en energía al pasar. Algunos lo llamaron lluvia de estrellas; el problema surgió cuando recordé todo lo que sabía de astronomía y me di cuenta de que eran fugaces. Alumbraban y se iban.

Por eso me vi obligado a decírtelo. No me puedo resistir a tus curvas, y hemos trazado hasta ahora la mejor de las rectas entre nosotros, pero esto ha derivado en un amor asintótico: por mucho que nos acerquemos, no llegaremos jamás a cruzarnos en el mismo eje. Describiste una parábola perfecta al darte la vuelta y desde entonces la entropía de mi universo tiende a infinito, pero qué le voy a hacer, si no soy quién ni siquiera para enfrentarme a las reacciones que produzcan cada una de mis premeditadas acciones. Me ha vuelto a ganar la tercera ley de Newton.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Los caballeros las prefieren rubias


y hace un momento que me ha dejado/aqui en la ladera del Tibidabo/la última rubia que vino a probar/ el asiento de atrás

Si tuviera que destacar algo de ella ni siquiera sería lo de ser rubia y estar buena. Probablemente sería lo de tener una réplica mejor a cada disparo. Nunca fue mi tipo, en serio, yo simplemente aspiraba a pasar por allí y tener una historia diferente para escuchar cada lunes por la mañana. Eran los buenos tiempos, nunca se pasan deprisa setecientos treinta días hasta que no los miras desde lejos. Pero ella seguía allí.

A veces la envidiaba. Tenía esa leve capacidad de ser y parecer feliz. Siempre tuvo un voto de confianza para los amigos y cien ojos de más para los cabrones que viven de la noche. Una tía dura, sin duda. Otras veces envidiaba su constante fragilidad, que nunca se veía si no apretabas los ojos, como cuando de pequeños queríamos ver los partidos codificados del Plus. Alguna mañana se le notaba en las ojeras, en la voz algo ronca, pero nunca lo demostró.

Ella era grande, sin duda. Sonreía como si no costara alzar el vuelo, bebía como si el fondo del vaso estuviera mucho más lejos. La conocí envuelta en casi todos los colores del abecedario, y siempre parecía magnífica. Cambió de flequillo, pero no de vida, y luego cambió de vida, pero no de flequillo. Luego siguió adelante sin tocar nada, no fuera que se rompiera y hubiera que pagarlo.

Ahora pasa por la Filiberto casi sin mirar, y está en trámites de poder pasar el rato en la carretera. Sabe más que nadie de infecciones y dolores, porque se pasó tres semanas de bata blanca mientras los demás nos pasábamos otras tres semanas de noches blancas, y lo superó. Me saca los lunes y los martes, en las etapas llanas, como nadie más podría hacerlo, y luego me deja las llaves de su casa, y se va a dormir con otro.

¿Sabes? A muchos que se lo cuentes les parecerá injusto eso último. Pero las noches que he dormido sin ella en su piso, y me he levantado de resaca eran casi tan buenas como las noches que me levantaba en mi cama con algo que contar. Porque sé que aunque ella no esté, lo que tenemos en común es que para la rubia siempre hay una historia.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Agradecido

Eres tú mi artista preferido/deja que camine juntos a ti/prometo estarte agradecido

Hubo una vez un género de hombres al que nada le importaba lo que dejaba atrás, ni siquiera lo que dejaba escapar, porque nada dejaba escapar. Un género de hombres que miraba cada oportunidad con ojos llenos de ansia porque sólo necesitaban creer en ellos mismos.

Llegó el frío, la soledad y la noche, y ese género se extinguió porque su nicho ecológico lo colonizó otro género al que no le salían chispas de los ojos al mirar, ni caminaban sólo hacia adelante, iluminados por los tigres de neón que poblaban las aceras.

Ese segundo género se hizo con el control absoluto de la tierra conocida, y nunca supieron, oyeron, o entendieron de nada que hubiera pasado antes. Antes era una palabra fuera y lejos de su léxico, antes no significaba. Nada. Pero nada tampoco significaba para ese género, olvidado de toda abstracción y metafísica posible. Ni sueños, ni música, ni letras.

Hoy en día sobre nuestra tierra no llego a conocer si subsiste alguno de los dos géneros mencionados. Pero yo cada día cuando me levanto tengo miles de letras metidas entre ceja y ceja, y esto sólo es la lucha de esos dos géneros, por sacar a relucir entre ceros y unos digitales las palabras que dibuja una voz en mi cabeza.

Algún día se caerá el sol a cachos, y entonces veremos si es verdad que no hay ayer, o la verdad es que no hay mañana. Pero nunca se podrá negar que no hay un hoy. Ese día no habrán servido de nada las letras y las palabras, las luchas vanas, y las vanas ilusiones. La vida es un baile de ilusiones dice Andrés.

Ante la duda, sólo puedo decir que ese día, si es que llega ese día, tendré que estar agradecido. Agradecido a todos los géneros que equivocados o no han escrito y dibujado letras, canciones y colores. A cada uno de los hombres que, existiendo a contrarreloj ha puesto algo antes de que le cace el otoño, la lluvia y la niebla. A cada uno que ha trabajado, y trabaja, para que el olvido no se lo lleve.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Ya es Navidad [en el Corte Inglés]

Quiero escribir una frase tan corta
que lo diga todo
y que sea tan larga
como esperar un suspiro.
Al final, siempre me pasa,
termino hablando más de la cuenta
y con las manos heladas
porque hay amores de biblioteca
y hay quienes vamos a la biblioteca
sin amor
por la literatura, por la vida;
yo no sé haría
si tuviera que vivir en la carretera
toda de macadám derretido,
en mañanas como hoy
todo lo que quiero es chocolate
y, no me interpreten mal,
algo de la ventisca que aporrea la ventana
porque en diciembre es difícil llegar
a fin de mes
con dinero y con amigos
con familia y sin desvaríos.
Qué puedes esperar de un mes
que comienza
recordando que aún hay Sida
y que termina
olvidándose del año.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Otra noche

Cántame una historia de noches, pequeña. Nadie como tú ha vuelto a dejarse caer por aquí. Nadie ha vuelto a dejarse caer por aquí, debería decir. Sabes, no soy realista cuando hablo de nosotros, porque no hablo de nosotros, sino de mi. Ayer le oí decir a una colgada del Camino Neocatecumenal que ella nació en el Camino [vaya mierda de sitio para nacer, pensé yo] y que Cristo le ayudó a entender por qué no puede follar hasta el matrimonio. Yo le comí la cabeza a unas 70 mentes adolescentes hablándoles de mi vida en los grupos de jóvenes de la parroquia. Ella pregonaba los beneficios de Dios obedeciendo a tus padres y volviendo sobrio a las 2 de la mañana a casa. La diferencia entre ella y yo es la libertad, creo. Yo puedo hacer como que creo que hago lo que me da la gana, y no sentirme mal. Ella ni siquiera podría evitar sentirse mal. Yo cuando me siento mal de resaca es porque me da la gana, y porque no bebo suficiente agua. No quiero cambiar esta vida, es genial no poder levantarte un martes e irte pronto a dormir un sábado. Yo sigo con mi historia de batallas perdidas y guerras de cien años, y cuadernos donde lo escribo, y folios en blanco. No uso pluma, eso lo dejo para cuando voy al Lado Oscuro, o a Madrid. Yo vuelo en Bic cristal, que escribe normal. Normal es ni bien ni mal, supongo, así que ahí andamos. Ni bien ni mal, sino todo lo contrario. La colgada esa neocatecumenal seguro que podría haberme enseñado mucho sobre el bien y el mal. Yo sólo podría haberle dado clases sobre el mal para ella, y el bien para mí. Y ni siquiera me la habría podido tirar hasta la noche de bodas. Pero luego tendría un premio de 5 hijos, regalo del Señor.

Sabes, nena, sin política y sin Dios la vida estaría un poco mejor. Y contigo, ya sería la polla. Otra noche, lo intentamos. Yo me quito de Zapatero y de Dios, y tú, tú te vienes conmigo.

Síndrome de Estocolmo


"Doctor, no sé si es verdad. Pero creo que tengo el síndrome de Estocolmo. Que me ato a lo que me encierra, que me he quedado pegado a la pared encalada de mi celda. Que tenía tantas ganas de soltar el metal de los barrotes que me he ionizado. Soy magnético y mi mundo de metal, mierda de no tener una nevera para compartir mi vida entre imanes del Telepizza. O para encerrarme en el congelador, como hizo el tío Walt después de dibujar Blancanieves. Yo la única nieve que he conocido vienen sólo una vez al año a mi tejado. O un sábado de cada dos al lavabo del BB+.

Doctor, cúreme este síndrome de Estocolmo que me ha entrado. Yo no quiero ser un rehén, y que me maten. O peor aún, que me cambien por dinero, o por intereses políticos en un territorio armado. Yo lo que quería es ser libre, pero hace treinta y cinco años que se mató Nino en un deportivo en carretera. Como James Dean, pequeño bastardo rompió la suspensión. Yo quiero ser un mito, como ellos, tener un Porsche 956 plateado y recorrer la 66, doctor, haga algo.

Pero es que con el Síndrome de Estocolmo no me puedo mover. Me atenaza los músculos, no tiemblo, sólo busco calor, y en la celda tengo sólo mi sombra y una ventana por la que no podría ni siquiera saltar, por la que llegaría a lanzar mis palabras para limpiar el polvo de debajo de la cama [el de encima hace tiempo que me lo niega el sistema] Yo multiplico mis sílabas, y tartamudeo cuando me echan la comida por debajo de la puerta; me siento pulgoso como aquel gato que se me murió, y que tanta envidia me daba.

Pero usted me salvará, ¿verdad, doctor? Yo le juro que he sido bueno, que me tomé todo lo que usted me dijo, y también todo lo que no. Pero quíteme el Síndrome de Estocolmo, no puedo soportar ni un minuto más este sitio, no la soporto ya. Y sin embargo, ahí está, y yo sigo queriendo quedarme. Hay carceleros a los que te acostumbras con tanta naturalidad que los acabas adorando. Hay celdas que con toda su cal, su frío y su polvo, te tatúan necesidades. Y nada como una necesidad tatuada, como un número. El número de días que me quedan para irme de aquí."

viernes, 28 de noviembre de 2008

Felicidad [qué bonito nombre]

Tengo una nariz verde de payaso que no sirve para nada excepto para repartir felicidad. Repartir felicidad implica hacer el payaso. De hecho, implica ser payaso. Soy payaso por naturaleza, pero si hago reir por el simple hecho de ponerme una nariz verde de payaso, creo que no me importa demasiado. Me la puse en clase un día. Me la puse [nos la pusimos] de jarana por Madrid. Me la pongo en la habitación y me miro al espejo [la caridad empieza por uno mismo]
Ser un tipo duro empieza por ser un payaso y escribir historias de tipos duros que se fuman los Chester de tres en tres. La felicidad es relativa, y yo tengo una nariz verde de payaso para oponerme al absolutismo.

Arsuaga




"We are made from the same stuff that dreams are made of"
(W. Shakespeare)

Cualquier buena historia, como ha venido siendo desde que los siglos se suceden uno a otro, y tenemos el fuego para sentarnos al lado a hablar, debe comenzar con un: "Hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo era niño..."

Arsuaga es un tipo que sabe. Sabe de todo. He conocido gente que sabe de todo, y sin embargo le suceden dos cosas. a) No sabe comunicarlo correctamente, con lo cual no sirve para nada tener ese conocimiento si no puedes compartirlo. b)Es tan grandilocuente y magnífico que a pesar de todo su conocimiento jamás podrás contactar intelectualmente con esa persona porque no aguantarás su charla ni diez minutos.

A Arsuaga no le sucede ni a) ni b). Y eso hace que en menos de treinta segundos estés hechizado por su voz, y por lo que cuenta. Y por cómo lo cuenta. Sabe cómo hablar en público, y además de eso, conoce y ama aquello de lo que habla. La Antropología, o la Paleontología, son su mundo. Y como lo ama, te lo cuenta como la mejor de las historias. Esa que de pequeño nunca te cansabas de oirle a tu madre o a tu abuela, sentada en la cama, y tú bajo el edredón.

Es un pirata que ha navegado bastante por el mundo, y por eso sabe reírse, y hacerte reir. Sabe cómo mantener a todo un auditorio con el aliento contenido, esperando la siguiente frase. O cómo hacer que le dés mil vueltas a un solo asunto. Cómo hablar de la evolución del hombre y de la metafísica en cuatro frases mágicas. O cómo transportarte varios miles, o millones, de años atrás en el tiempo.

Arsuaga contó historias de chamanes. Y, en el fondo, creo que no era mera coincidencia. Los chamanes movían a una sola tribu con el poder de La Palabra [así, con mayúscula]. Arsuaga es un chamán de nuestros días, y por eso tengo que decir que ojalá la conferencia de ayer hubiera durado toda la noche, porque hay hechizos que uno no puede superar. Y encima le gustan.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Promesa de infinito 4

Para la vida que nos enseñaron.
"Vamos a destrozar nuestra vida, decían los buenos, viejos y grandes. Pero nunca pensaron que alguien les hiciera caso, y que se levantara con los tejados cubiertos de escarcha, y con el miedo atenazando hasta el último nervio del cuerpo. Me prometí sobrevivir, y aquí estoy, arrastrándome, con los dos últimos tiros en el hígado que creo que son mi final. Es curioso ir escribiendo mientras te apagas, es como el dulce atardecer de una bombilla que va dejando de dar luz. Nada de esos asquerosos fluorescentes que para apagarse centellean hasta dejarte ciego. Ese no es mi estilo. Mi estilo es el de la bombilla de 40W. Poco a poco, es como va esto, muy poco a poco. Mis oidos han ido dejando de percibir nada más allá de tres metros a la redonda, mis ojos han ido cerrando el ángulo lateral. Las manos se me apagan levemente, las noto frías y cansadas, y mientras para el resto del mundo hoy no es más que hoy, para mí es el final. No hay recuerdos más graves que los últimos recuerdos que te lleves. Yo me pregunto si esto es el final, y si lo es, ¿cómo remediarlo?"

viernes, 21 de noviembre de 2008

Mamá, quiero ser emo. Capítulo 3: La música.




Capítulo 2: aspecto físico y vestimenta
Capítulo 1: los comienzos


"Fue una suerte que ya tenía iPod antes de hacerme emo, porque sino habría tenido que desmbolsar más pasta aún.
Y es que los emos vamos a la última.
[coño, qué paradójico...]
A ver, si te vas a suicidar [no quiero que nadie se sorprenda ahora. Si me hago emo, era para eso. ¿Qué esperabais, joder? Así que no me acuseis de destripar la historia] Pues eso, que si vas a morir, tiene que ser con estilo. Por eso lo de ir siempre elegante, lo de vestir de marcas pijas y caras, y lo de tener iPod. Porque si nunca sabes cuál va a ser el último día de tu vida, muere con estilo, leches.
Así que en mi flamante iPod Touch de 350 europios y 16 gigabytes de capacidad desterré para siempre, y de forma definitiva, mi vida anterior.

Es decir, renuncié de forma inequívoca e irrevocable a cualquier canción que pudiera tener cabida en la primera mitad de una orquesta de las fiestas de un pueblo. Esas que tocan antes del descanso de las 2:30 de la mañana. Adiós a Isabel Pantoja, la cumbia, la rumba, el bolero, Sabina, Manolo Escobar y otras españolías. Adiós a los Beatles, Antonio Vega, Quique González, Loquillo, Marea, la Fuga y Platero, que hasta entonces para mí eran dioses. Hasta nunca, Bruce Springsteen, Supertramp, Alan Parsons, Pink Floyd y otros ídolos de juventud de mi padre.

Vamos, que reseteé de arriba abajo el chisme, con la inestimable ayuda del socorrido iTunes. Y ahora, el problema. ¿Con qué música lo lleno? Indagué gracias al internés entre compañeros de profesión emos, y obtuve las respuestas siguientes. Alternative punk rock. Emotional hardcore music. Screamo. Punk (a secas). Gothic metal. Gothic heavy metal. Ahí queda eso.

De modo que aturullé hasta arriba el chisme [16 gigas se dicen pronto] con canciones de 30 seconds to Mars, the Blackout, the Ataris, My Chemical Romance, Cinema Bizarre, Lostprophets, 3 doors down, Hawthorne Heights, Simple plan, Epica, Nightwish, the Used, Stratovarius, Greenday, Silverstein, Alexisonfire, Pendulum, teh Red jumpsuit apparatus, From first to last...

Vamos, la mayoría una panda de maricones que ne mi anterior vida no habría escuchado ni aunque me pagaran en ron el peso de todos sus respectivos cantantes. Pero ahora, amigos...¡ahora me encantaban! Los oídos destrozaditos, eso sí. Rechacé tres invitaciones de mi madre para que fuera al otorrino. Las dos primeras no las oí, y la tercera le dije fría y lacónicamente a mi madre, con el pelo liso sobre mi ojo izquierdo:
-No necesito oír al mundo para saber que es una mierda, madre.
Mi madre, muy emo ella, me hizo un corte de mangas y cerró de un portazo la habitación. Portazo que yo no oí, claro, porque ya estaba voceando con The Used de nuevo.

Ahh, colegas. Si un emo puede experimentar algo parecido al placer, yo lo sentia con mis vaqueros pitillos, atusándome el flequillo liso sobre mi ojo izquierdo, pintado con raya negra, mientras escuchaba música Screamo. Y repetía, incansablemente, con voz fría, como un mantra [vaya, otro paralelismo emo-budista]:

- Odio al mundo"

Aquí y ahora

no hay lugar para las dudas
ni siquiera hay sitio para mí
tengo que escapar antes de tiempo
y llevarme de vuelta a la cama
porque he vuelto a despertar
en ninguna parte conocida
y cada vez tengo una oportunidad
menos para llegar al sitio que
estoy buscando desesperadamente
la última oportunidad
no tengo razones para seguir
adelante
no hay ninguna razón para volver
atrás
ojalá tuviera una razón para estar
aquí y ahora.

jueves, 20 de noviembre de 2008

En el fondo no tengo ni puta gana de escribir. No se me ocurre nada que contar, nada que sentir. Que todas las mañanas de noviembre me queman las orejas al bajar a clase. No sé si eso es interesante. Pero tengo ganas de reventar contra el papel o la pantalla. Contar una historia de buenos y malos, una historia de perdedores y vencedores. Contar una batalla, contar hasta mil. Uno, dos, mil. Me levanté esta mañana y yo no tenía una pistola como Leonard Cohen. Pero me puse y Chester Bennington me lo gritó al oido, macho.

[and the clouds above move closer, looking so dissatisfied]

Noviembre tenía que ser de otra forma, siempre lo pensé. Que no podía ser algo gris. Tenía que ser verde y marrón, con barro en las botas.

[but the heartless wind kept blowing, blowing]

Yo no escribo canciones, la lepra no podría tenerla aunque quisiera, Turquía está demasiado lejos y hay más arena de la que tendría que caber en un solo bolsillo. Todo mi dinero aún no existe, y tendré que inventarme una mentira más para decir por qué no me han llamado el día de San Andrés.

[your faith was strong but you needed proof]

No son suficientes dos pitos cincos para ganar un órdago a pares con treinta y nueve. Me los han ganado con dos pitos seises. No es una metáfora, es literal, pero no le saqué una foto por puta vergüenza. La vida es una partida de mus, dicen por ahí.

[words are flowing out like endless rain into a papercup]

Ojalá todo fuera como esto. Sentarme delante del ordenador de Alf y desordenar las letras, qué fácil es. John tiene la culpa, por haber traicionado a Paul, por haberse puesto hasta las cejas de LSD y luego pretender publicar el Álbum Blanco y que no pasara nada. Por eso soy de Abbey Road.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Exp #17

Cuando se acabe el tiempo
tendré mi lista
de horas inacabadas
en una mano
y en la otra
tendré mi lista
de frases interminables.

Las juntaré
con todas mis fuerzas
en un folio en blanco
[para no distraerme]
y saldrán gaviotas
con palabras que describan el cielo.

Yo quiero describir el cielo
pero al final lo único que he hecho
ha sido poder separar
el cielo
de las horas.

Cristal



Pero no cristal del que esperas. No es cristal de ése, amigo. Si quieres que te meta en ese garito, habla con el mierdas de esa otra esquina. Este es otro cristal, del que se te va a clavar muy dentro en el paladar en cuanto te lo metas en la boca. No he visto nunca fumadores fuera de las puertas del hospital, y ya llevo tres años en esto. Pero es que a mí me pasan por la puerta de atrás, por aquello del cristal. Diré lo que quieran que diga, haré lo que quieran que haga, mentiré lo que me pidan que mienta. Soy suyo, me han hecho ellos. Ellos, ellos. Ellos me salvaron, y a ellos me debo. Mientras tú vas por ahí creyendo que eres libre, yo al menos sé a quién estoy atado. Mi realidad es tu realidad, pero la mía es mejor. Y no te miento, amigo. Esto no tiene que ver con el cristal, si quieres lo dejamos. Somos marionetas, amigo.

Y yo siempre creí que el mundo era magnético y yo de hierro, pero aquí me tienes, ofreciéndote un cristal, y jodiéndome de frío. Escribiré lo que me dé la gana, pero ellos hablan, siempre hablan. Me hablan al oído, me dicen que lo deje, que cambien, que abra la ventana, y eche a volar. Y les conté a ellos también lo del hierro y el mundo magnético, y me dijeron que me olvidara, así que ahí andamos, con lo del vuelo en proyecto, pasando mis ratos dibujando cosas en un papel. En ese papel. No en ese de los yoncos, no; en papel reciclado del mío. Porque yo escribí durante un verano en papel reciclado mis historias, pero me dijeron que nunca, que nunca más. Qué le vas a hacer, nada se ha perdido conmigo, tengo mi cristal y mi mundo. Mi cristal me separa del mundo, chico, así que no te interpongas. Una vez tuve amigos, y otra vez tuve amigas, pero me daba lo mismo, a ellos les daba lo mismo.

Tengo todas las ganas del mundo para seguirte contando cosas, pero espero que se ponga a llover de un momento a otro, y una cosa es que yo me pase las horas aquí pelando frío y otra muy diferente es mojarme, que ya voy para una edad, y con algo me tendré que tapar. Sé que te lo estás preguntando, llevo años leyendo miradas, y sé que te lo estás preguntando. Este cristal no me tapa, sólo me separa. Es vertical, vertical, tío, eso es, de arriba abajo. Yo me pongo de un lado, y él está ahí, vertical. Y ellos, ellos están en todas partes. Dentro y fuera, yo no se donde meterme, y creo que encima vendrán pronto. Lo sé, me dirán qué hacías hablando con ése, qué les has contado, y yo les mentiré de nuevo. Aprendí a mentirles, sabes, hace años. Y no me he escapado de aquí porque no quiero. Porque en el fondo se está bien. Te lo dan todo hecho, te tratan como un rey, y te cobran una mierda.

Dame la mano, ponla en el cristal, y podrás llevarte un cacho si te da la gana. Que no es mío, es tuyo también por el simple hecho de haber venido a verme, muchacho. Yo no pido que nadie venga, pero si vienes, quién soy para negártelo. No estoy diciendo que seas libre de venir, ya te conté antes que no eres libre, como yo, pero tampoco quiero desengañarte. Tú lo que tienes que hacer es largarte ahora de aquí con este frío del cristal en la mano, y con cuidado de no clavartelo. Y luego hazte si quieres un tatuaje de un águila en el deltoides, como los buenos moteros. Tienes una Harley, oh, dios, dime que no es verdad. Qué envidia, muchacho. Pues eso, toma este cristal, y llévatelo en esa moto a dar una vuelta, y por América si quieres. Dicen que América es la leche, que tienes miles de kilómetros para ti, y que la gasolina cuesta una mierda. Claro, por eso escriben tantas novelas de carretera, como Cormac, y Kerouac, y todos esos chicos nuevos. Nuevos en esto, sabes. Ellos no tienen mi cristal que los separe. Pero ellos al menos sí que creen que son libres. Yo sólo hago lo que me dicen que haga. Salud.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Calles de Madrid


Si tuviera que parecer un poeta, diría que voy construyendo mis historias a base de los retazos que se me quedan en la retina y en los bolsillos.
Si tuviera que parecer un borracho, contaría con un vaso en la manbo y los ojos enrojecidos que todo lo que voy recordando, lo poco que voy recordando, es lo que hace bonitas mis historias.
Si tuviera que parecer un escritor frustrado, te escribiría una novela en la que ni tú ni yo protagonizásemos el relato, pero nuestras sombras moverían a los personajes por las calles de Madrid.
Si tuviera que parecer un idiota, vocearía mi canción por las aceras para que todo el mundo se enterase de que tengo pulmonía crónica y de que canto fatal.
Si tuviera que parecer un tipo duro, apagaría mi cigarro contra aquella mesa y le habría roto los dientes al payaso que nos dijo que nos callásemos de una vez, o al que nos miró mal.
Si tuviera que parecer un cantautor, primero le robaría la guitarra acústica a mi hermano, y después empezaría a pasar frío buscando mi futuro con tres o cuatro acordes.
Si tuviera que parecer un enamorado, pondría mi peor mirada de derrotado cada vez que me encontrara con ella, y todos mis amigos dejarían de serlo para no tener que aguantarme más.
Si tuviera que parecer un mentiroso, diría que la ilusión es sólo digna de los cobardes, y son cosas a las que hay que sobreponerse, que la vida dura diez minutos.
Si tuviera que parecer un periodista, me perdería la segunda mitad de mi vida pensando en cómo escribir la crónica de la otra mitad para ponerla a cinco columnas en primera página mañana.
Si tuviera que parecer un mendigo, rompería todos mis pantalones vaqueros y me dejaría el pelo tal y como lo tengo ahora, y pedría céntimos para un bocadillo y una armónica, mientras que le habría robado a algún cantautor la acústica.

Hay muchos lugares en el mundo, pero si tuviera que quedarme con alguno para hacer las diez cosas anteriores, me quedaría en Madrid de escapada. Y pediría que siempre fuese de noche.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Dolor en la mano

"- Debes trabajartelo más.
-¿Tú crees?
- No creo, afirmo- giró la cabeza hacia la ventana.
- No sé si tengo valor.
- Si lo dudas, no lo tienes.
- ¿Y tú? Siempre con tus estúpidas charlas, con tus panegíricos, con tus diserciones sobre la vida y la muerte, ¿dónde quieres llegar?
- A que nadie más que yo cometa mis errores. Por eso me duelen las manos.
- ¿Te duelen porque otros cometemos tus errores?
- No -se tomó medio segundo de aire-. Me duelen porque hace frío. Mucho frío.
- ¿Qué? Odio cuando sacas ese aire filosófico de pacotilla.
- No saco mi lado filosófico. Sólo pienso en voz alta.
- Si pensaras menos y actuaras más, te iría diferente.
- Nunca sabré si diferente es mejor o peor.
- Pues piénsalo, a ver que sacas en conclusión.
- Que necesito unos guantes. Y que deberías hacerme caso.
- Te haré caso cuando te vea acertar.
- Cuando yo acierte, no estrás allí para verlo.
- Es probable. Habré muerto antes de que hagas algo bien.
- Allá tú. Live fast. Die young. Es eso, ¿no?
- No es eso. Es que tiraron el muro, y yo sigo siendo sólo un ladrillo más.
- Djiste que no necesitabas educación, ahí lo tienes.
- Quizá lo que quería decir es que no la necesitaba, pero en aquel entonces no lo sabía.
- Joven e inexperto. Eso me han dicho. Nos hacen crecer cada vez antes.
- ¿A ti también te robaron la infancia?
- No. Sólo me pusieron una barricada en la puerta de mi casa, y nunca más pude jugar al fútbol en la calle.
- Creo que tratan de eso.
- ¿De que nunca más juguemos al fúbol en la calle?
- No. Bueno, sí. Bueno, de que nunca hagamos nada más que lo que ellos pretenden.
- ¿Y qué pretenden?
- No lo sé. Yo no les voto. Tú sí, pregúntales.
- Yo les voto por vivir.
- ¿Vivir? ¿Vivir es eso?
- No, vivir no es sólo eso. Eso es parte de vivir. Vivir es equivocarse.
- Y por eso te duelen las manos.
- No. Me duelen porque no aguanto este frío de mierda con una escopeta en las manos.
- ¿Sabes qué? Si manejases un mortero, las cosas serían diferentes.
- ¿Mejores o peores?
- No lo sé, sólo diferentes.
- Creo que lo voy a dejar dentro de no mucho tiempo. Las guerras ya no son para mí.
- ¿Otro cigarro?"

sábado, 8 de noviembre de 2008

Vámonos

donde quieras, como y con quien quieras. pero irme, irme de este sitio, este sitio me está atando, me está agobiando, me está ahogando, ¿no oyes mi respiración más acelerada y sibilante?¿no oyes mi corazón repicando más rápido? está pidiendo irse, está pidiendo alejarme, cazarle a mi hermano las llaves de la fazer, y reventar un par de líneas contínuas en dirección a portugal, como sueño siempre que me iré algún dia, y estaré alli, aunque tú no me veas, sentado en la playa de matosinhos, donde desemboca el douro, allí estaré sentado. y entonces todo lo que aquí te cuento deprisa, agobiado, ahogado, será tranquilo.
Se habrá pausado.
Cerraré los ojos.
Contaré hasta mil.
Cantaré un fado de Amalia.
Beberé algo a tu salud.
Meteré entre los dedos arena de la playa.

pero por favor antes de irnos, haz el favor de apagar el humo de ese cigarro que me está destrozando la sala de estar, y los pulmones, cierra la llave del gas si no quieres que nuestra historia salga en los diarios sensacionalistas, tira de la cadena si quieres que haya un regreso, y que en ese regreso tú y yo podamos cenar en casa sin tener que salir a la terraza con cuatro grados bajo cero, dale tres vueltas a la llave para que mi ordenador y mi breitling de pulsera sigan en el mismo sitio en que los haya dejado, y que no me levanten el cuaderno donde te escribo historias, ya que no novelas.

Porque todo me preocupa demasiado.
Y eso me preocupa.
No sé si debería preocuparme por preocuparme.
O despreocuparme.
E irme a Portugal con una canción que silbemos por separado.


Portugal está en el atardecer, ¿sabes?

Crocodile Rock

Llegué el jueves a las 4:50 am, y puse la radio. Y me inspiró.

"Era genial cuando Suzie y yo éramos jóvenes como el rock. Eso lo dijo Elton John, y yo me he tirado siglos desde entonces bailando el Crocodile rock noche tras noche, bar tras bar. Contigo y sin ti. Soñando con mi Chevy dorado y mis viejos vaqueros azules. Porque hay tan pocas cosas que quiero tener y no puedo, que me sorprendo atacándome de los nervios en un taxi, pasando una noche entera sin beber, sonriendo y haciendo sonreir cuando en realidad lo que estoy haciendo es quedándome sordo de tanto no oir nada. Nunca me vi en un tiempo mejor, y creo que nunca lo haré. La, la, la, la. Así que fui poco a poco pasando lo que según mi hermanito eran los mejores años de mi vida. Pero lo más cañero que hice nunca fue bailar aquel rocanrol. En esta ciudad con 5 euros eres el rey, y no tendrás ni que gastártelos por completo. Sólo te hace falta gente que conozca gente que conozca gente, y reirte en el momento adecuado. Largas noches llorando por la Gramola. Claro que, hay veces que te ríes por no hacer otras cosas. Como matarte, o renunciar a ser abstemio."

Krónica de los 21

Un señor, un maestro. Un compañero, un amigo.

Hace una semana le tocó a él narrarme, y hoy soy yo. Porque llegó a este sitio 358 días antes que un servidor, y algo más que yo sabrá del mundo, aunque no sea ni mi padre ni mi hermano, ni otros loables hombres que en el mundo han sido, y de los que tengo que aprender. ¿Pero qué quereis? Si me ha enseñado tanto en tan poco tiempo...sobre todo en cuanto a léxico. Me saca de jarana. Me dice que soy un marica subecarros, echamos pachangas, las noches suelen ser sublimes y/o gandérrimas. Gora Kata e Ylenia, macho. Y demás paridas que no muchos entienden, ni están dispuestos a entender.

Él es un tipo curioso, cuanto menos. Un bachillerato de Ciencias que le lleva a una carrera de Letras en una Universidad Pontificia. Al menos, alegaré en su defensa que fue por vocación, pues no muchos narran con cinco años y un magnetófono partidos de fútbol entre sus cromos. Pero él, por vocación, más bien debería haber salvado al Cristo Rey, de división Preferente de Salamanca, que necesitaba ganar los 8 últimos partidos; o debería haber ganado el Trofeo Iberdrola de Ciclismo algún 19 de Marzo, atacando en la subida del Puente de Pino. Para que le viéramos nosotros, que estaríamos en alguna curva de la subida con pancartas ofensivas hacia el resto de participantes. O quizá con alguna que le hubiera hecho reír, pero eso es más difícil, porque es el cerebro de las bromas.

Lo conocí por una serie de casualidades. Y en el centro de estas casualidades, está Videmala [porque Videmala es el centro de todo, si no lo habíais visto aún] Está Videmala, están sus fiestas. Está la buenorra de su prima, está mi pequeña Taxis. Y luego le vi en el Fútbol Sala, con su mítico megáfono de increpar. El de los buenos tiempos, el de las aficiones cachondas y desinteresadas. Y después un día viniendo en el Zasala, y creo que esa fue la semilla. Después nos ató el Zamarat, y después la jarana. Me contó el proyecto de Odio. Y empezamos a hablar. Y a escribir. Sacrifiqué mis exámenes de Junio entrevistando a las internacionales sub 19, viendo partidos de la Selección con la camiseta y la sublime bandera de Portugal, tenemos vagos recuerdos de La Fuga, y tal.

Siempre pensé, y pienso, que él es una persona que se esconde detrás de un personaje, como otros muchos en esta vida han hecho. Y si el personaje tiene sus puntos geniales, la persona supongo que será genial. Y digo supongo porque aún no le conozco del todo. Y es que, en primer lugar, no se conoce a nadie [ni siquiera a uno mismo] del todo, jamás. Pero por otra parte, sería decir que ya he pasado de todo con él. Y no es cierto.

Nos falta una fase de ascenso a Liga Femenina. Nos falta un partido del Copa del Rey en el Bernabeu, y muchas charlas culturetas. Nos falta un libro de David González, y de Chuck Closterman. Nos faltan dos o tres borracheras más. Unas fotos con la ciudad apagada, y los cuadernos en llamas. Más fiestas en Videmala, jugando a los chinos en misa. Y luego escribir sobre el Blues de las calles de mi pueblo, y de la niña que aún ha de rompernos el corazón.

O no, qué coño. Nos lo romperá antes el poema que no vamos a escribir nunca. El partido que nunca vamos a ganar. La entrevista que no se va a a publicar. La tarde que no bebamos un par de cañas tras un baloncesto. El día que reneguemos de Zamora, y volvamos la cara al ver la seña bermeja. El día en que te cortes el pelo, y yo me quite el palestino. O el whisky barato.

Has venido a este sitio para escribir algo como Hank, con algo de locura, pero tú serás como Paul Auster, y escribirás aquello de que prefiero una botella mortal a una lobotomía frontal.. Siempre tienes algo que contar, por eso me paso alguna que otra tarde escuchándote. Tú siempre conoces a esa chica que baja por La Marina, por eso me junto a tí, porque alguna vez ellas se acuerdan, y me dicen aquello de "eh, tú eras el amigo de...!!" Tú siempre tienes contactos en algún lugar interesante, así que es genial llegar de incógnito haciéndome pasar por tu sombra y colarnos en La Vuelta a España.

Un día nos tomaron por Pereza, y otro día mucho después intentamos cantar a dúo una de Pereza. Pero creo que por aquel entonces yo ya me había dado cuenta de que tenemos otro par de canciones que cantar. Y una de ellas es la tuya. Tú me pusiste una canción emotiva, porque conoces mi parte sensible. Yo sé que tú también la tienes, pero hoy voy a hacer creer que soy un tipo duro que pasa de emociones, y voy a volver a la orquesta de mi pueblo, y cuando nos pusimos [otra vez más] a vocear.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yes, we could

Él pudo soñar, y soñó. Él es un hombre, y ha hecho Historia, de la que se escribe con letra mayúscula. Si él ha podido, tú, mortal; yo, mortal, ¿por qué no vamos a poder?

Buena suerte, Barack. Puede que la necesites.

martes, 4 de noviembre de 2008

Como lágrimas en la lluvia.


Desde alguna parte, Il Commendatore estaba viendo esas tres últimas vueltas, y yo sentía la carótida martilleándome en el cuello, arrodillado delante de la tele con mis miniaturas del F2000 y del F2002 de Schumacher y Barrichello.

Desde el mismo lugar donde estaba Il Commendatore emepzó a caer la de Dios (valga la redundancia), y yo, arrodillado junto a mi padre, empecé a rezarle en italiano, a contar las curvas, las gotas y las revoluciones.

Oí 82 000 gargantas gritar junto a la mía al cruzar la Ferrari la línea blanca, y oí su mismo silencio 30 segundos después. Y cinco minutos más tarde, en el podio, pensé en las escena final de Blade Runner, cuando el replicante le dice la mítica frase:

-"Todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia"

Él se golpeó el pecho. Yo cerré los ojos. En Sao Paulo seguía lloviendo. Retrocedamos ahora ocho meses, no es un difícil ejercicio. Basta con cerrar los ojos; yo los cerré y lo vi clarísimo.

Vi a Coulthard contra el pontón derecho. Vi el trompo en Sepang, y la puzolana multicolor atrapando las ruedas. Mi mente siguió viajando, y vi llover en Sainte Dévote, y una pasada de frenada. Llovía, y Gran Bretaña tuvo 5 trompos. Después vi una fumata blanca en la línea de meta de Hungría. En la noche de Singapur ví una serpiente plateada.

Y, sin embargo, abrí los ojos, y volví a respirar. Y vi un paseo por las arenas de Bahrein. Una revisión a la pasión turca. Una subida a Montmeló. La conquista de la Galia. El paseo marítimo de Valencia. Y, en una ladera abandonada de Brasil, entre favelas, vi el Olimpo de los dioses en una tarde de noviembre, bajo la lluvia de primavera austral.

Vi un hombre que volvió a sentirse piloto de carreras en la curva 10 de Japón, que demostró tener el orgullo del que algunos le habían acusado carecer. Un tipo que llega a su casa y demostró ser digno de llevar el bólido rojo. Y hacer que sus compatriotas y los tiffosi del mundo entero se sintieran orgullosos. Un hombre que ayer sólo se rindió después de 71 giros y un solo punto que le separó de suceder al verdadero Mágico con los colores de la Verde-Amarela en lo más alto del Mundo.

Cuando ayer Felipe Massa lloraba en el podio, yo le daba las gracias a un Dios pagano, en el que creo cada dos domingos, por haberme hecho Ferrarista.

Y es que, amigos, vosotros sólo habeis conocido la Ferrari irrompible y triunfante, caballo de carreras de apuesta segura. Pero os engañaron. Ferrari era y es lo que visteis ayer.

Un coche pintado de rojo que parece rápido hasta que ves cómo le sale volando un tubo de escape. Preguntadle a Gilles sobre las suspensiones del 126 CK. Y a Niki, que qué opina sobre el motor del 312 T (3 litros, 12 cilindros en V, caja de cambios Transversal) que le hizo a medida Mauro Forghieri. Preguntadle a Jean Alesi por el armario rojo que le hizo a medida John Barnard para 1995.

Ferrari es Italia, e Italia es caos y alegría. Ferrari, es caos y alegría, como ayer mientras celebraban en 10 segundos su falso título. Y, cuando menos te lo esperas, llega el Génesis según Stefano Domenicalli, y del caos surge la luz. En esos rayos de luz lo único que te cabe decir es que es bello ver a dos tipos de rojo en el podio, o una bandera italiana en el muro de boxes.

Y en el podio, cantas con ganas de salir a la calle, el "Fratelli d'Italia, l'Italia s'è d'esta". Como cuando gana Valentino en MotoGP, que sonríe. Eso es Ferrari. La sonrisa del Commendatore.

Ayer, Il Commendatore se rió, porque en realidad no vio perder a un hombre. Vio ganar a la Scuderia.

Ayer no era ayer, era 1999. Brasil no era Brasil, sino Suzuka. Lewis no era Lewis, sino Mika. Felipe era Eddie. Y volvió a suceder, como en aquel entonces, que mientras un hombre se coronaba de plata, el mundo se teñia de rojo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Veinte Conmigo.

Para mí, qué cojones.

"Mi historia más reciente se remonta al cómo quieres que escriba una canción si a tu lado he perdido la ambición que escribió Sir Kronen sobre mí en Mayo. Y hoy vuelve a escribir sobre mí.

Pero mi historia va sucediendo de forma retrógrada a lo largo de lo que son ya veinte años. En orden cronológicamente inverso, entré a Medicina, condenándome durante un mínimo de seis años al ostracismo. Antes, creé un mito en el instituto, del que gran parte de mis amigos siguen viviendo, y del que yo reniego cada vez más, tratando de enseñar que ni siquiera soy un hombre.

Antes de eso viví durante los [cada vez más] estúpidos años de la ESO en un seminario, sin mujeres en clase, lo que condenó toda mi conducta para con el género femenino. Por eso sigo siendo un fracasado, y no por ninguna pseudo explicación freudiana. Molaría más, estoy seguro, decir que estoy enamorado de mi madre, pero el caso es que mi madre y yo de vez en cuando somos enemigos íntimos, y otras tantas la quiero bastante. De mi padre, pocas cosas puedo decir que no hayais leido o visto en mí.

Mi hermano es un capítulo aparte que llega nueve años antes que yo, pero no menos importante. Él me trajo a los oidos casi toda la música que me ha marcado para siempre y que yo pregono a posteriori. Mi hermano era la guitarra, él es el rocanrol y por eso me ha dado tanto que aprender, y tanto de lo que alegrarme, por ejemplo mi sobrina, de la cual estoy orgulloso, y que me hace sonreir siempre. Mi hermano tocaba una guitarra negra con una placa que ponía Betty, y aprendí Alucinante con él en el salón de casa.

Mi vida sigue hacia atrás como Los Suaves, en un colegio de monjas, donde conocí a gente que hoy sigue estando por ahí y por aquí, donde pasé nueve años que según las tablas que he estudiado, configuran lo que se llama mi infancia. De lo anterior, sólo recuerdo cuando es a través de fotos, pero sé y creo que existió.

Ahora todo es diferente. Me han pillado las doce de la noche en el messenger, y el primero que me ha felicitado es un chaval de un foro. Qué cosas, tú, antes no me felicitaban hasta que no me despertaba mi madre. Y antes tampoco me mamaba, y cosas así. De hecho, hasta hace unos 4 años no escribía, así que supongo que debería agradecer la colaboración en este aspecto de mi vida a la chica de los botones y los cuadernos.

El amor siempre ha sido algo difuso para mí, y así sigo a día de hoy. Con la cabeza rota en diferentes caminos, y con ganas de más, siempre de más. Ahora vivo en Salamanca, y dejé atrás mi Zamora, ciudad de la niebla, entre semana. Pero la sigo teniendo a fuego, por eso vuelvo siempre que puedo. Ahora celebro mi cumpleaños en pisos [francos] con 20 personas para 20 años.

Ayúdame, y te habré ayudado. Que hoy he soñado con otra vida, con otro mundo.

Joder, gracias a todos, todos los que habeis pasado por mi vida en estos 20 años, los que leereis esto, y los que nunca lo hareis. Gracias por haber estado, y haber hecho de mí quien soy.

viernes, 31 de octubre de 2008

Víspera de Todos los Santos

Créeme. Habrá quien te diga que terminar así tus 19 es una mierda. Habrá quien trate de convencerte de que hoy lleva lloviendo desde las 8 am y todo es gris. Habrá gente que piense que hoy puede ser un pésimo día, por todo eso y más.
Y sin embargo, escúchame.
Esta lluvia es un regalo del otoño.
Esta resaca es un regalo de la amistad compartida.
Este día es uno entre un millón.
Porque mañana tendré 20 años, y seré yo mismo el que tenga que sobrevivir a mi propia vida, y al tercer agujero del puente; seré yo mismo el que se enfrente a todos los miedos que tengo. Así es, y será. Que el tiempo se va, y me está llenando las manos de heridas, pero no me duelen. Es un precio, y lo pago sin rencor.
Esta noche, cuando cierre los ojos por última vez a la segunda década de mi vida. no sé que soñaré.
Pero es probable que mañana, al despertarme, siga soñando.

Palabras Para Julia - Los Suaves

jueves, 30 de octubre de 2008

Needn't have faith to be free



She went away, she cut me like a knife.
(The Boss)

Cuando tienes una noticia que no cabría en primera plana, la ocultas en la sección de clasificados para no tener que dar explicaciones de por qué sólo usas tres líneas, y ninguna raya. Cuando crees ser libre, tienes la fe, y cuando te das cuenta de que no lo eres, ves que no has necesitado la fe, sino la ilusión; y la ilusión es vana, es sólo una palabra. Así que, una vez más, podrías dejarla para los anuncios clasificados.

Cuando te despiertas en la peor parte del sueño, tienes ganas de cambiar de cama, pero yo no tengo esa suerte, y me conozco de memoria los muelles de mi colchón, de noches bien dormidas sin descansar. Y en la almohada tengo un hueco central, para meter allí la cabeza cuando pega más fuerte el otoño, y la luz naranja de la noche entra por la ventana, la misma que no cubre del todo mi persiana marrón.

Cuando piensas que tienes el derecho a ser optimista, lo único que en realidad tienes son horas de sueño perdidas. Y casi 20 años.

domingo, 26 de octubre de 2008

Heart in a cage

"Tiene casi 20 años y ya está cansado de soñar"

Cuando despertó, ya se había ido esa sensacion de seguridad. Quedaba un buen dolor de cabeza, y recuerdos para enmarcar. Y la misma promesa de todos los domingos. Incluso una más.

-Mañana lo dejo.

-La próxima vez que tenga una noche de estas, me grabaré.


Y se volvió a dormir, con dolor de cabeza, y sin muchas ganas más que de 325 mg de paracetamol, y un buen vaso de leche con miel. Algo dulce, para un domingo. Nada de mariconadas de tequila con whisky.

sábado, 25 de octubre de 2008

Carabanchel


"No estamos todos, faltan los presos"

La primera vez que leí acerca de Carabanchel yo tendría unos 10 años, y era en un libro de Manolito Gafotas [by Elvira Lindo], que afirmaba vivir en Carabanchel Alto. Después ya supe que en Carabanchel había una prisión. Después supe que la cerraron. Después me enteré de muchas de las historias de presos políticos que habían estado allí encarcelados; después supe de la amnistía general. Después tuve en mis manos el "Siempre hay una historia" de Rosendo, grabado en directo en el patio de la prisión. Después he ido viendo en los informativos cada dos o tres años que siempre querían tirar la prisión, y los vecinos se negaban. Después he leído sobre toda esa gente que malvivía en las antiguas celdas, a falta de un hogar mejor.

Hoy he visto en el telediario a mediodía que anoche, con nocturnidad y alevosia, como hace la clase política todo eso que levanta ampollas, ya sea quitar una estatua o redactar leyes, han tirado parte de la miticérrima cúpula de Carabanchel, preludio al derribo. Sin cámaras, para que nadie proteste. Ojos que no ven, corazón que no siente. Sin luz, para evitar que sus mezquinos ojos se deslumbren ante la crítica popular. Ojalá que se metan uno a uno por el culo todos los ladrillos de la prisión para que vean el dolor que conlleva alcanzar la libertad.


Exp #13

Me acuerdo del verano, y lo que escribí entonces a mano.


Cuando quiero vivir
me bajo a la piscina.
Mojo los pies, y cierro los ojos
mientras me quema el sol
en los hombros.

Luego viene mi madre
-Otra vez con filosofía barata
[me dice]
y yo me callo y pienso
que siempre será mejor tirar el rato
con filosofía barata
que con whisky barato.

viernes, 24 de octubre de 2008

Sintaxis sin taxis

Sir Kronen y yo a veces somos monotemáticos. Pero nos divertimos mucho. Sobre todo si bebemos.

"Has todas las palabras quitado de mí. Robado has me la ilusión. Otro por ahí tienes, dices o eso. Por es eso que la he perdido sintaxis. Porque sin estoy taxis.

De todo peor es lo que me entiendo. Que necesito no tener orden un para sentido tener. Vivo así tras día día. Va me bien ahora hasta, veces a aunque me vicio de quejo; que no estás será, y lo que quiero eso es. Bebo ya tanto no. Nada de hecho veces a. No excusa es tanto por. Sólo que te recuerdo es, y me eso está tonto volviendo. O genio, no ya sé cómo el funciona asunto.

Creía ti en. Reía contigo todavía me llamabas cuando. Supongo has me olvidado ahora, o quieres me no recordar. Darle la vuelta a todo, pienso esa solución será la. ¿Voy a hacerle qué? No la mía culpa es, ni tuya tampoco. Mejor a lo todo tiempo lo cura. Locura todo tiempo es. Locura esto es una.

Fin en, para terminar me solo gustaría palabras decir con que estas lo que intento único es demostrar que te fuiste desde la ha vuelto inspiración, pero la cordura no. Tampoco el orden y."

domingo, 19 de octubre de 2008

Me gusta escribir

En serio, me gusta mucho, bastante más que otras cosas. La medicina entre ellas, pero es un secreto, así que no se lo digais a mis padres, que me están financiando la carrera, y los mejores años de mi vida, como dice mi hermano.

Me gusta escribir, porque me limpia la cabeza de mierda. Sí, es una indirecta, lo que escribo suele ser basura. Pero no me lo tomeis a mal, es lo que tiene uno. Total, que decía que me gusta escribir. Pero es que me encuentro monotemático. Hablo del mismo personaje, que hace las mismas cosas casi siempre, y casi siempre me acabo aburriendo. Así que prometo que algún día no muy lejano voy a intentar dos cosas. O hasta tres: poesía, ciencia ficción, y risa. Veremos los resultados.

Hoy, tarde de filosofía al sol, debajo de un puente. ¿Puede una particula circular a mayor velocidad que C? No, primo. ¿Dónde vamos cuando acaba todo? ¿En serio importa una mierda si el hombre es bueno o malo, cuando no tenemos ni idea de lo que somos, sino que sólo sabemos que somos? Siempre tengo algo que aprender de David, y la de hoy es simple y llanamente que los suicidas son los tipos más optimistas del mundo. Pensad malditos. Es el peor castigo del mundo.

viernes, 17 de octubre de 2008

La técnica del Claroscuro

Tenía tantas ganas de escribirte como de volver a mirar un cuadro de Caravaggio. Porque aunque tú no lo sepas, huyendo de ti me escondí debajo de tu sombra, y desde allí vi pasar la vida de una forma totalmente diferente. Todo oscuro con un rayo de luz como contraste. Esa es la técnica del claroscuro, me dijo un amigo. Y entonces me puse a pensar si no nos habríamos ido ya al claroscuro. Con el color rojo predominando, que para algo es barroco por excelencia.

Y tú y yo queríamos ser barrocos, siempre recargados, siempre con mil cosas a la espalda, y mil colores en la cara, y mil frases para decir, y a la hora de la verdad, llegábamos y nos callábamos escuchando canciones. Y dejé de escribir en el manual que emepecé para olvidarte, porque no sé si quiero olvidarte, o quiero recordarte más fuerte. Más fuerte. Más fuerte, hasta que me hagas daño en los oídos con tu nombre. Y con el mío. Hasta que sienta que no puedo desatarme los zapatos, y me tenga que caer de rodillas, y ahí estés tú, un metro y medio por encima, riéndote.

Entonces sólo podré decir que soy un poco masoquista, que tú no tienes sadismo pero me lo invento para sentirme peor. Que todo sigue tal y como lo dejamos y la vida que hemos tenido cabe en veinte euros de saldo, o de adeudo a Telefónica. Y entonces me desperté preguntándome qué coño tiene que ver Caravaggio con Telefónica. Me habría gustado que la respuesta a esa pregunta fueses tú, pero lo único que se me ocurrió esta mañana, y que se me sigue ocurriendo ahora, es que hemos estado pintando con la técnica del claroscuro. Que mientras teníamos el blanco y el negro por separado, no se nos ocurrió mezclar a ver qué pasaba si yo me ponía encima y tú debajo.

A lo mejor habríamos hecho un buen cuadro.

Lucha De Gigantes (Live) - Antonio Vega

martes, 14 de octubre de 2008

Y un caballo de carreras

Para los martes de apagón.

"Se lo llevó todo de una manera tan fulminante que no pude evitar atarme a una de las patas de la silla y hundirme en el fondo de otro remolino azul, negro y amarillo. Se cayó el cielo de una forma tan imposible que lo único que pude hacer fue cambiarme la camiseta mojada y seguir corriendo cuesta arriba. Nada de lo que tuve, dije o escribí tuvo el sentido ni el valor suficiente como para merecer ser archivado en una libreta en espiral, en algun cajón de la biblioteca municipal. Nada de lo que pasara en aquellos días era necesariamente correcto, cierto o surrealista, sino que simplemente eran hechos encadenados en alguna clase sucesión, y todo nos llevaba al mismo punto. A nin guna partye, a ninguna despedida, a una estación de bus en la lluvia, y los faros del coche de mi padre yéndose. Y yo queriñéndome quedar."

domingo, 12 de octubre de 2008

Retales de una vida

A mi familia. Gracias.

"Son retales de una vida, aunque diga que odio los domingos, los echo de menos cuando no los tengo. Acostarme tarde después de compartir cine y charla con mi hermano. Tanto que aprender aún de él. Despertarme a las 5 de la mañana con mi sobrina llorando, me hace sentir cerca. Levantarme a ver la carrera, que Alonso gane, y que cuando vuelva a la cama mi madre no haga ruido. Dormir hasta las 2 de la tarde, eso que es un domingo. Y comer en casa de la abuela comida que no me gusta, pero que mi abuela hace con cariño, y eso es suficiente. Y cuidar de mi sobrina mientras me tomo el café bombón, con pastel de mi abuela. Y leer el periódico (La Opinión de Zamora de cada domingo) mientras mi tío en el sillón relee el Magazine buscando esas noticias económicas que tanto le gustan. Ver estúpidos telefilmes hasta las 6 de la tarde. Sentirme que formo parte de algo, sentirme alguien.
A veces los domingos son impagables, y hoy puede ser uno de estos días. Son retales de una vida, y si los juntas todos, a veces sale algo bonito."

viernes, 10 de octubre de 2008

Los días de vino y rosas



Para Mangas, Guille y Nieves.

"Fue una de las peores resacas de mi vida. Nueva York, restaurante barato y comida buena, y abundante. Y bebida mala, y abundante. Y mujeres, y hombres. Y mujeres que horas después se vomitan encima de sus preciosos vestidos comprados la tarde antes, y hombres que se abrazan a farolas buscando el frío, o el calor. Yo ya no entiendo de esto. El caso es que a la mañana siguiente, en la 408 del Waldorf, yo sólo quería morirme. Morirme de asco, o de lo que fuera. Puto Hank, Hank Chinaski. O Charlie Bukowski, llámalo como te dé la gana. Yo sólo quería morirme, de la cama al baño y viceversa. Y pedí a ese dios que si estaba allí arriba, que me enviara la muerte rápido.

Y dios, que siempre fue un tipo con sentido del humor, me envió a las de la limpieza. Hoy me río; entonces no tanto. Total, que estaba siendo una mañana de mierda, mientras yo pensaba en poesía de bar, en dejar la bebida de una vez, y en toda la planta no se oía ni respirar, excepto la música de Will.

Así que después de un vano intento de ingerir comida, me pasé a la habitación de Will, la 406, a dos tabiques y un cuarto de baño de distancia. Y la tarde empezó a mejorar. Porque estaba Snowie disfrazada de gángster [oh, joder, esos tacones negros]. Y había una cámara de fotos. Y Will ponía a los Beatles, y era 1971, y era la semana después de que Janis se fuera, y había una cámara de fotos cojononuda. Y humo, mucho humo. De porro, de tabaco, de Zippo. Y ceniceros. Y había fotos en blanco y negro por las paredes. Y todo empezó a ir mucho mejor cuando apareció el huesudo Sleeves. Y allí estaba Suzie, con sus ojos azules, y callada mientras nos observaba turnarnos la cámara, y posar contra la pared, y reirnos. Y hacernos los serios. Era la gloria. Y los cigarros seguían corriendo, y la cama la pisábamos sin pudor, y mirábamos al objetivo, y jugábamos con lo permitido, y nos reíamos de lo prohibido. Y fue genial.

Hoy quiero volver, y darle las gracias a los chicos que hacen que las tardes de resaca se pasen. Y luego siempre me quedan ganas de volver por la mañana y pagarles un paquete de tabaco, pero siempre se han ido. Y yo no fumo."

miércoles, 8 de octubre de 2008

Haz algo

"Haz algo por ti, levántate de ese sillón y empieza a improvisar un jazz por las letras, como hacías no mucho más allá de un par de años. Y ahora qué. Te quejas, boca arriba, de tu mala suerte, de que no haga sol y de que tu equipo empate a tres. Quién eres ahora. Por qué no te quedaste, y seguimos haciendo lo que tanto nos gustaba [todo y nada]. Antes, recuerdo bien, tus frases eran largas. Ahora me destrozas los tímpanos con monosílabos y tardo cuatro horas en sacarte el intelecto a pasear, y pagarte las cañas, y seguirte las coñas. No es mi estilo, no es mi clase. Mi clase es la de escupir y servir a la inconsciencia. De dejarme caer y sentirme culpable, ese soy yo. Y tú quien eres. Quizá es que no nos conocemos de nada y son todos mis defectos los que me hacen creer en alguien, por eso no miro atrás cuando me voy, por si descubro que sólo queda un banco de madera vacío. Vacío y verde, y vengo creyendo vagamente en los fantasmas. Fantasmas con vaqueros y Zippo en el bolsillo. Zippo, y Zeppo. Marx, claro. A lo mejor es eso. Que me he estado riendo tanto de todo que has tenido que llegar y hacerte pasar por la única cosa seria de esta habitación. Mi sofá se está riendo. Por qué me miras con esos ojos, se está riendo. No lo ves, como no has visto tantas otras cosas. Ese escalón, ese resbalón, ese edema de pulmón. Yo ya no valgo para esto. Entiéndeme, por favor, entiéndeme. No es que me joda, que de hecho no lo hace. Ella tampoco. Pero no es que me joda, es sólo remordimiento. Por ti, por mí, por vosotros. Hace tiempo que no somos iguales. Así que voy a coger mis cosas y esta vez sí. Me voy. Eh, ayúdame a levantarme de la cama. Eh. Eh. No, no te vayas, por favor. No, no, otra vez no.

Joder. La puta próxima vez quiero una asistenta social sordomuda."

lunes, 6 de octubre de 2008

Los lunes de Octubre

Para hoy, que es lunes.

¿Dónde coño te escondes, felicidad?
Los lunes de Octubre, ¿dónde estarás?


"The Mamas and The Papas una vez cantaron a los lunes, y eso me recuerda a mis padres con pantalones de campana y gafas RayBan sin la marca pintada en blanco, y paseos por elo parque del Castillo de la mano en los años ochenta, como enseñan las fotos de su dormitorio. Son ellos, y son 30 años desde entonces.

Para mí, que llevo casi veinte tirando por aquí, los lunes sólo me vienen canciones de La Fuga a la cabeza, [igual que las tardes de domingo sólo me vienen canciones de Quique González y artículos de José Ángel Barrueco en la Opinión]. Y es que los lunes de Octubre empiezan a tener todas las características de una balada, pienso mientras me destrozo los oídos bajando a clase con auriculares, y empezando a airear los palestinos de colores.

La música, y el otoño, y los poetas pueden hacerte tan melancólico y depresivo como para que los sábados por la noche te pongas a interpretar los sueños, o bebas los cubatas al lado del fuego. Y el domingo por la mañana, sin resaca y con mucho olor a humo, pienses que la vida son dos días, que tienes frío en las orejas, y que si falta mucho para volver."

Los Lunes De Octubre - La Fuga

sábado, 4 de octubre de 2008

Quemando tus recuerdos



Voy a empaparme en gasolina una vez más.
Voy a rasparme a ver si prendo,
y recorrer de punta a punta la ciudad
quemando todos tus recuerdos.


"A principios de semana empecé a redactar a mano mi manual de lecciones para olvidarte, con el propósito de echar un poco de sal en la herida que dejaste en mi brazo. Ah, es que no lo he dicho. Que soy de los que se echan sal en lass heridas para cerrarlas. Bueno, hay veces que me echo alcohol, pero desde que empecé a ver que sólo las desinfectaba, pero seguían sangrando, paso. El Betadine ha hecho milagros, me decían mis amigos, y yo dale que dale al Ballantines. Es que riman.

Pero, a lo que íbamos. Que en vez de echar sal, alcohol o lo que fuera, decidí empezar a pasar más tiempo contigo. O lo decidiste tú, quién sabe, hay cosas que se me escapan al raciocinio, y las mujeres son algo de eso. Y luego, como es ese concepto tan abstracto que tiene todas las caras del mundo. Y por eso, después de abstenerme el martes el jueves tuve que mojarme con todas las de la ley. Y es que un amigo dice que el alcohol te jode el hígado, pero el corazón ni te lo toca.

Y así, me amarré a ti [otra ti, pero el mismo tú] y gasté todos mis esfuerzos, que se fueron por la boca y se perdieron entre las doscientas personas que esperaban a la cola del Bisú. Y cada no que dijiste me retorcía un poco más en el pecho, pero tú seguías sonriendo, y me mirabas de ojos claros y pestañas negras. Qué más da, pensé yo. Y la noche se fue cantando Thalberg, como en los buenos tiempos.

Pero no todo podía acabar una mañana con resaca. Ninguna película acaba así. Todo tiene derecho a seguir, y yo seguí, y me metí un café solo [contigo] que me dejó respirar a lo largo de la tarde. Llegué, y volví a verte [otra ti, otra. El mismo tú] y me miraste como se mira a los desconocidos, y yo que ya había descubierto que no soy suficientemente freak como para gustarte, bajé la mirada y seguí a lo mío, en mi mundo donde me puedo reir de todo porque sí. Y luego subimos al alto, y canté a Rosendo, y practiqué la honrosa abstinencia mientras tú ibas hablando cada vez de forma menos coherente.

Y una semana después de empezar, me metí en la cama, y dormí hasta tarde. Y ahora ya no hay nadie, ya no hay nada. No estás ni siquiera tú."

Anita's Dream

Para Ana, que ya lleva 17.
"No había hablado con ella más que dos o tres veces, así que siempre me pregunté lo que habría soñado. Ella se callaba, desde luego [quién eres, idiota, para saber algo así] y yo la miraba desde lejos, y seguía haciendo mi vida.

Luego vinieron lo que en los libros de Historia [y las canciones de las emisoras en fm] llamarían después los veranos del amor y tuvimos tiempo para hablar de cualquier estupidez, y cuando terminamos de darle las vueltas al mundo, de destripar las relaciones, de conocer la geografía de Tierra de Alba, de estudiar psicología para principiantes, de pelar frío en verano y asarnos en invierno, de atar cabos y desatar algún nudo, yo aún me seguía preguntando lo que habría soñado.

Pasó un tiempo, y me la encontré una noche con unos amigos en ese descampado del que hablan todas las películas. Ese que está en lo alto de la ciudad, desde donde ves todas las luces allá abajo; y había un León, y no un Cadillac rojo [me dijo un amigo mientras hablábamos de subir al Tibidabo], y estaba ella. Creo que también había más gente, pero ni me importó entonces, ni le importa a mi historia. Yo, como al principio, la miraba desde lejos, y seguía haciendo mi vida. Ella, bebía de un vaso y hablaba con el mundo de algo no demasiado profundo, supongo.

Y entonces no tuve valor. No es porque sea algo que me asuste, ni porque le asuste a ella. No es porque sea nada especial, sino porque al final consideré que sólo ella tenía el derecho a saberlo, y quién era yo,con el que no había hablado más que dos o tres veces, para saber qué es lo que Ana habría soñado."