sábado, 31 de diciembre de 2011

El día antes del Fin del Mundo

Todas las historias de este año que hoy termina me caben en los libros que esperan mis amigos, y que jamás voy a escribir. No es ni por las ganas de olvidar ni por dejadez, porque no guardo ninguna de esas dos sensaciones. Este año tiene muchas historias, puede que algunas ya las sepais, y las que no sepais, si os interesan, me podeis encontrar en algún bar, y os las contaré. Quizá no son gran cosa, pero son mi parte de historia.

Un año que empieza donde siempre y acaba como siempre puede no sonar atractivo. Eso es cierto. Sin embargo, importa lo que hay en medio. Importan las noches que no hemos dormido, las que hemos dormido solos y las que hemos dormido separados. Las noches que nos cambian la vida, nunca me canso de repetirlo. Los días son aburridos. Lo que hemos vivido acompañado eternamente de la sombra que deja lo que nunca hemos vivido. Los años siempre rotos en dos, una cuesta arriba y una cuesta abajo, aunque no sigan ese orden. Luego están las canciones y el amor, o sólo las canciones, o sólo el amor. Cómo puedo hablar del amor en los años impares.

Luego, al final, según van yendose, todo lo que uno recuerda de los años no es cómo los ha pasado, sino con quién los ha pasado. Los años impares se hicieron para los que somos tremendamente primos. Si me encontrais por ahí en este 2012, tan par y tan bisiesto que tanto bueno y tanto malo nos puede traer, entretenedme un rato, dadme conversación, sentadme en una mesa o echadme en una cama, porque puede que sea el día antes del fin del mundo, y tanto vosotros como yo lo estaremos malgastando sin saberlo. Ya nos reiremos en el 2013.

PD: Un año son muchas canciones, pero 2011 es Benvolgut

viernes, 30 de diciembre de 2011

Qué te voy a contar

Eramos tres y bebíamos, qué te voy a contar, de pronto se apagó la luz, mientras cruzábamos una de las principales avenidas de la ciudad, se fue por completo la luz, pero no pasaba nadie porque era madrugada y era Navidad, por eso mismo se cortó la luz en la ciudad, cruzamos la avenida en silencio, a oscuras, y miramos al cielo: se veían todas las estrellas, qué te voy a contar, las vimos todas, yo nunca las había visto en la ciudad, , jamás, y allí estaban todas las estrellas, estábamos nosotros mirando al cielo sin decir nada durante unos segundos que ahora recuerdo como mágicos, y al cabo de esos segundos alucinantes en que no caminamos por miedo a tropezar con los bordillos, volvió la luz y se fueron las estrellas, se encendieron las alarmas de los bancos y las farmacias, nosotros volvimos a hablar entre risotadas, pero sé que no olvidaremos esos segundos de aquella Navidad en los que fuimos los únicos tipos en el mundo que pudimos ver todas las estrellas desde el mismo corazón de una ciudad.

martes, 27 de diciembre de 2011

En punto



Duerme la ciudad de la niebla y las agujas que se abrazan en la plaza de Viriato marcan siempre la hora en punto, que en Zamora es deshora, porque la ciudad duerme, y duerme y duerme, mientras sueña que se despierta.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Happy Xmas (War it's over)

Al final, no he cruzado un desierto ni he visto nevar. Tampoco me fui a Mongolia ni aprendí a jugar al curling. Qué de propósitos incumplidos. No he empezado a fumar, aunque una mujer casi lo consiguió. Sigo hablando de lo mismo, sigo hablando más de la cuenta, sigo escuchando lo mismo. Qué de tiempo sin malgastar. Nunca he visto una guerra, pero tampoco he ganado ninguna. Escribo por quien lo merece, cambio sin darme cuenta, mejoro poco a poco, continúo restando carreras para llegar a los cien días. Conduzco mal, escribo igual, hago fotografías al atardecer de las luces de la ciudad, veo los telediarios a deshoras. Todo es cíclico, seguimos los mismos alrededor de esta mesa el día de Navidad, y qué le vamos a hacer, si quizá podemos ser felices, aunque sea por un instante, y es que la felicidad es el instante, os la deseo, me la deseo, hagamos historias de instantes, dejemos que los instantes se escapen y conservemoslos al mismo tiempo, burbujas que estallan en la lengua, hojas que danzan al viento, Navidad en casa y mientras tanto, ahí fuera, en la calle estarán el desierto y la nieve y la guerra y el tabaco y la música y las letras y los días y los telediarios y las carreras y el amor y el odio y las victorias y las derrotas, pero hoy no, hoy es Navidad, Navidad en casa, quizá un instante feliz.
 

viernes, 23 de diciembre de 2011

nuestra erótica postmoderna

nunca fui nada mejor, tampoco he sido un gran amante
[...]y  aún así alzo mi copa hacia el cielo
(Nacho Vegas)


ultracallemos por si el pasillo se molesta ante el crujido, deslustremos el vidrio y el parqué macerando la piel en ritmos alternos, ascensos y descensos y giros, me ausenta el vapor de otras estaciones en las que nunca nos detenemos, como la que cruzaremos ayer, porque es unívoco el sentimiento invernado, me inventaré todas las voces que quieras mientras me tengas atado e implosionemos en vólvulos, obviemos las despedidas en estaciones del metro y las breves obscenidades permitidas por el egoísmo. Nadie creerá que dejamos fuera de la persianas las helíadas y las heladas, nuestras pieles heliotropas que son el nido del sol de diciembre que tanto me gusta, cómo lo va a creer nadie si nadie nos ve de día, somos sólo nocturas aladas que malgastamos somieres y sostenes y soliloquios y sorbos y sueños y sudores y sustos y sumarios cuando te siento en las noticias te siento lejos intuyendo que no eres, o no estás me gritan las interferencias cuando yo no estoy y sueno por los altavoces de tu habitáculo, recipiente ocasional de mi fracaso e intentos. Visité la caballería roja, las tinieblas de Goya y la época azul de Picasso, corrí decenas de kilómetros, quemé los libros y luché con mi propia voz que me rebotaba en el occipucio hasta vencerme, pero te hice reír y cuando te hice reír nos reímos de esa forma que es humo de hoguera inhalado, es decir, que no suena pero calienta la casa y otoñece el paisaje, fue en ese momento cuando volví del cruce subterráneo para cruzarte como siempre quise, qué fácil era y nosotros sin sabernos, convirtamos ahora que podemos cada atardecer en llamas y agua y aire que nos ensucie, que nos deje marca, que nos estire y nos acorte; yo sé que es lo simple y lo común y lo vano y lo fácil, pero quién va a creerme si cuento que cada vez que arrastro un pie contigo doy un salto lunar, será porque arriendo el espacio entre tus escápulas para mis misiones espaciales y al final, en esta meseta que somos llegará el invierno estepario pero, dime, quién nos encontrará congelados si nadie sabe dónde estamos, si no queremos que nadie sepa dónde estamos, si quizá ni siquiera nos congelemos sino que encontraremos la playa mientras ya, despacio, nos llueve y nos vamos, despacio, quedando dormidos y apagamos, despacio, muy despacio, los ojos y las luces, despacio.

viernes, 16 de diciembre de 2011

ECG

Nota: Me resulta fascinante la interdependencia entre la física y el corazón. El corazón, esa máquina simplista cuya actividad electrofisiológica puede resumirse en un solo trazo alternante, que sube y baja independiente a nuestro control voluntario. Una línea de tinta negra sobre un papel milimetrado. Y perdón por los términos médicos incomprensibles.


Las pinzas de colores en tus muñecas y tobillos. El pecho desnudo para que nada se interponga entre tu precordio y la electricidad que te mueve. Dónde está tu eje, me pregunto. Estudio todas tus derivaciones sin darme cuenta de que debería comenzar a diseccionarte por tu frecuencia. Empiezo a contarte en milisegundos, y deslizando el dedo por encima de la tira de papel pronto veo que eres arrítmica, caótica, que tu línea de base saltatoria no responde a ningún estímulo previo, que vas a contratempo y tu metrónomo está bailando más allá de tu aurícula derecha, por eso tu nodo sinusal sólo puede activarse intuitivamente. Así que deduciendo que eres pura fibrilación me dedico a medir seis segundos en centímetros, a dividir en diez cada uno de tus minutos. Qué bueno esto de seccionar los momentos. Determinado el número de veces que lates en sesenta segundos, donde está tu eje, me pregunto. Tú, heliocéntrica y reina del giro copernicano, dónde tendrás el eje. Serán 60º o serán -30º, qué sé yo. Tus derivaciones monopolares me ayudan, así que una vez que encuentro tu isodifásica me coloco perpendicularmente a ella, te sitúo sobre la camilla para que Greenwich, el cabecero y tú traceis una línea perfecta. No te muevas, estás a 45º en el plano anterior, qué me importa tu horizontal. Llegado aquí me detengo. Si te sigo desnudando caeré en tus isquemias. No quiero saber nada de por qué tu onda Q es tan profunda. No pienso mirar tu segmento ST, si sigues conservando infartos transmurales quizá no pueda curarte y nos hundiremos porque no sé nada de cardiología, no me he estudiado la mitad del libro ni sé manejar la digoxina, me ahogaré en todas las cubetas que dibuje tu T invertida, vasos de agua para algunos y océanos para mí. Tu índice de Sokolow está rayando la hipertrofia ventricular, idiotas de aquellos que dijeran que tenías un corazón en el que nada cabía. He tomado mi medicación para prevenir la recaída en taquicardia supraventricular paroxística que me sucede en momentos como este, cuando me pierdo en ti a pesar de que no seas más que una línea jeroglífica que se vuelve indescifrable. Me encantaría descifrarme a mí también, lo reconozco, cuando acelero y cuando freno. Cuando escalo por la R y cuando me desplomo en la S. Pero no soy yo el que está cableado, no soy yo el que se está dibujando en una tira milimetrada, apenas lo recuerdo y de pronto vuelvo a la realidad, veo que tu tiempo de consulta se está acabando, que me sigues resultando incomprensible, que no te he puesto tratamiento y que me falta poco para enamorarme de ti, que por ahora no eres más que líneas en un papel.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ser valiente no es sólo cuestión de suerte

Ayer mismo hablaba con mi amigo David González, cuyo blog de deportes podeis ver pinchando aquí , sobre las ganas y el miedo que tenía a escribir una entrada sobre fútbol. Inspirado en David Refoyo, cuyo blog podeis ver pinchando aquí allá va mi confesión. Soy de Real Madrid.

1. El terrible porqué.

 El terrible porqué siempre le ha correspondido a los atléticos, indiscutiblemente. ¿Por qué somos del Atleti? Gran pregunta. Papá, ¿por qué soy del Madrid? No lo considero una bendición, tampoco una maldición. Es una opción de tantas. La disfruto muy a menudo. La duda metafísica viene cuando veo a José Mourinho metiendole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Cuando veo a Pepe pisotear la cabeza a un contrario. Cuando escucho a un presidente que es adalid de los millones pero no del deporte. En absoluto del deporte. Para nada del deporte. Y lo peor son las ovejas que balan su canción, que lo consideran el Salvador. Florentino, ese ser superior.

 2. La camiseta blanca y la bandera de los EE. UU.

 En los felices años 80 a la puerta de las embajadas estadounidenses en los países árabes se quemaba el símbolo del capitalismo, representado en la bandera de los EE.UU. Imágenes en VHS que ahora dan la vuelta al mundo son testigos de ese tiempo pasado que, sin embargo, retorna al siglo XXI encarnando el enemigo en forma de camiseta blanca. Pitos en los campos, autobuses apedreados, críticas feroces a cada mínimo movimiento, prensa hagiográfica que se extiende como mantequilla caliente y prensa contraria al régimen que dispara sin balas de fogueo. Es la guerra. Guerra de titulares. No dejeis que la realidad os estropee una buena noticia. Como en toda guerra, mientras los cabecillas discuten en despachos, dejan que sus ejércitos de borregos se masacren con total impunidad, porque ellos, los de arriba, no siempre ganan. Pero nunca pierden.

3. La Logse y el poder de la literatura.

La literatura le ha sido entregada al barcelonismo. Manuel Vázquez-Montalbán, Enrique Vila-Matas, Víctor Balcells o David Refoyo son sólo algunos de los múltiples ejemplos que puedo daros de letras entregadas a la causa culé. Por ende, son letras entregadas a combatir el madridismo de raíz. Y lo peor es que lo comprendo. Comprendo que es mucho más literario, culto y refinado admirar el ejemplo de una cantera que cultiva perlas de futuro en vez de bucear en los mares del Sur para conseguirlas. Comprendo que sea más caballeroso admirar el fútbol de toque, elegancia, paciencia y construcción que las patadas y la fuerza bruta. Comprendo que la opresión madridista, como un tapasol que no dejase crecer a la planta, una vez retirada, haya hecho florecer este vergel de palabras y fútbol bajo la misma bandera, la blaugrana. Sobre todo, comprendo que es fácil crecer cuando en el bando contrario la LOGSE propició que los institutos se vaciasen de madridistas que se van a fumar porros al parque.

4. Eau de Pep

Seamos sinceros. L'état, c'est moi. O lo que es lo mismo. El Barça es Pep Guardiola. Hay valores que nadie se planteaba previamente a Junio de 2008. Pep no sólo ha puesto su genio táctico al servicio del fútbol sino que es el Deus ex machina de una filosofía vital y deportiva a la que muchos se han adherido desde entonces. Sobre todo porque además de bonita es una filosofía que va ligada al éxito. El éxito nos gusta a todos. Abre puertas. Derriba fronteras. El éxito es una garantía en sí mismo. ¿Qué vino antes, el éxito o la filosofía? Vinieron de la mano, a mi entender. Y ninguno de los dos da por supuesto al otro. No es una cuestión de suerte, es cuestión de valentía, de cambio. Pep representa un espíritu joven, atrevido, elegante y comedido en las formas pero nunca cobarde. Siempre al ataque, sobre todo atacando cuando no lo parece, cuando no lo esperas. La rueda de prensa, el campo o el libro.

5. Yo, Claudio

A mí me gustan el tercer tiempo y la cerveza. Me gusta el fútbol de bestias pardas que corren hacia el área contraria como si no hubiera un mañana. No lo lamento en absoluto, disfruto con obuses de falta directa y jugadas en 15 segundos. He crecido viendo los partidos en campos de fútbol vasco. Lasesarre. Arlonagusia. Las Gaunas. La Balastera. El Toralín. No entiendo de magia, entiendo de épica y cojones. De patadas a la rodilla y centrales barbudos. Hay días en los que me culpo por ser del Madrid. Suelen ser los que no tengo ni fútbol ni cerveza. Ni amigos del Barça con los que reirme, y saber juntos que todo lo que sube baja y que lo sabio en realidad es disfrutar. Y después escribir que se ha disfrutado. Cuántas copas han de caer antes de la Décima...

martes, 13 de diciembre de 2011

Only by the night

Cambiaría todo lo que no tengo por una noche. Hay quien opina que no es mucho. No es mucho lo que no tengo, no es mucho una sola noche. Pero querría una noche como ésta, una noche para ponerme la capucha y pensar en los amigos muertos. Los amigos muertos son puro egoísmo. Nos dejan para siempre pensando en ellos. Verás, no soy de los que bebe para olvidar, bebo siempre para brindar por algo más grande. Un zapato más grande, un mundo más grande, una cama más grande. Cambiaría todo lo que no tengo por una noche como ésta, y, a poco que lo pienses, lo entenderás. Esta noche podría ser cualquier noche. Hay taxistas infringiendo las leyes de tráfico en la calle. Hay semáforos en rojo y gente que se siente sola. Hay bares que se cierran y puticlubs que se abren de piernas. Yo no tengo nada, tampoco tengo una noche como ésta. Soy puro egoísmo, la querría entera para mí, para poder amanecer más allá de las 3 y que nadie me esperase en un Hospital. Nadie me espera allí, de hecho. Allí, por las noches, en noches como ésta, sólo espera el parpadeo del árbol de Navidad en el pasillo de la planta, que, de forma intermitente, apaga y enciende el silencio de las familias. Cambiaría todo lo que no tengo por una sola noche, y habrá quien me diga: "no es mucho". Lo sé. Sé que no es mucho, pero una noche como ésta yo querría estar aquí contigo, los que no tenemos noches como ésta sabemos que poco puede ser mucho. Hay quien ya nunca tendrá noches, hay quien tendrá una noche eterna. Sólo durante la noche puede suceder la magia y la tristeza. Puede llover mientras subes una cuesta y quizá no tengas capucha. Puede hacer frío: hace frío. Puede cogerte en un banco de madera, pueden atracarte en un parque desde la sombra. Magia y miedo. Yo no tengo nada de eso, yo estoy encerrado en la cocina de un reino helado. Queridos Reyes Magos, ya no puedo pediros un Scalextric ni la paz en el mundo ni un Myolastan. Os pido una hoguera y una manta, os pido un pingüino y mucha sangre para no congelarme. Sigue siendo de noche ahí fuera. Queridos Reyes Magos, os cambiaría todo lo que nunca he tenido por una noche, os cambiaría esa sangre por una noche como ésta, pero no aquí, ni ahora.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Stendhal en Madrid

He perdido la noción del tiempo delante del Gernika hasta aprenderme de memoria la disposición espacial de las figuras, los puntos de fuga y de luz, hasta cerrar los ojos y verlo reconstruido de nuevo en mi mente. He salido del Reina Sofía sin aliento, como en un sueño. Después me ha sucedido lo mismo contigo, en tu habitación. Ahora cierro los ojos y te veo, porque te he aprendido por completo en braille , tengo en mi corteza frontal tu estatua, de modo que sin esfuerzo soy capaz de recordarte. Por eso sigo andando como en un sueño. Las calles son nuestras, nuestros son los viajes que nos unen y los que nos separan. Si miro al techo puedo ver reflejadas las luces de los coches que se escapan, pasando a nuestro lado por encima de los charcos.

He perdido la noción del tiempo por tu barrio, paseando con el periódico al sol de casi invierno, disfrutando el mundo que nunca como ahora había tenido en mis manos. Despertar contigo, como si siguiera en el museo. Dormirme hoy sin ti, como si hubieran clausurado todos los museos del mundo y yo acabara de descubrir que tengo entrada gratuita en todos ellos.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El Villarato y las armas de Irak

Leí no hace mucho que hay días en los que lo mejor es suicidarte bien de mañana y no resucitar hasta el día siguiente. En 2003 nuestro colega Josema soltó su bilis y nuestros tanques como ha hecho Iturralde esta mañana. El fragmento de España ya no son los rojos y los azules, porque ahora son los rojos y azules contra los blancos. No desayuneis churros con chocolate, no deseéis a la mujer del prójimo, no os toqueis bajo pena capital de quedaros eternamente ciegos y yo te digo que no estaría tan mal ser ciego, ponerse ciego, aún os preguntáis por qué toda nuestra generación se ha perdido. Por vuestra culpa, que nos robasteis los héroes en la década del 2000. No tenemos ni a Bowie ni a Freddie Mercury. Tenemos el Villarato y a Piqué cubriendo portadas de diarios y semanarios, tenemos a Justin Bieber y toda la música que escucharon nuestros hermanos mayores. El Drogas que deja Barricada, el Fito que vendió a los Platero y tú, cabrones, habeis matado nuestra pulsión sexual disparando en nuestras nucas con balas blancas, nos habeis tratado de ovejas negras y nos habéis emboscado en la Bahía de Pasaia, direis que ganamos todos nuestros títulos puestos hasta arriba, y os diré que sí, que efectivamente nosotros somos el Chava Jiménez y Marco Pantani, que nuestros ídolos se han muerto y nos han dejado la desgracia de vivir en un mundo con su mudo recuerdo en nuestras camisetas. Teneis razón, hijos de puta, sacaremos el país adelante aunque tengamos que hacerlo solos, levantaremos un mundo pero será nuestro, porque nosotros queremos ser los héroes que alguien recuerde mientras corre por el bosque, queremos que cantéis nuestras canciones cuando no podáis teneros en pie, queremos que caigáis borrachos de rodillas pensando en que no os dejemos solos subiendo el Galibier, el mismo que nosotros estamos subiendo por nuestra cuenta mientras vamos viendo en las cunetas las caras esperpénticas de unas décadas que nadie va a recordar como prodigiosas. Si mi abuela escucha la radio pero no sabe quién fue Steve Jobs, si mi padre no escucha a David Guetta, si mi sobrina ve Phineas y Ferb sin entenderlos. En algún momento construiréis nuestras estatuas, recordando el día que quisimos volar el Parlamento, y os diremos simplemente que nunca nos vais a alcanzar, pero que tendréis todo el mérito del mundo si luchais la mitad de lo que nosotros lo estamos haciendo. Y nunca, nunca, dejeis de tocaros.