domingo, 30 de noviembre de 2008

Otra noche

Cántame una historia de noches, pequeña. Nadie como tú ha vuelto a dejarse caer por aquí. Nadie ha vuelto a dejarse caer por aquí, debería decir. Sabes, no soy realista cuando hablo de nosotros, porque no hablo de nosotros, sino de mi. Ayer le oí decir a una colgada del Camino Neocatecumenal que ella nació en el Camino [vaya mierda de sitio para nacer, pensé yo] y que Cristo le ayudó a entender por qué no puede follar hasta el matrimonio. Yo le comí la cabeza a unas 70 mentes adolescentes hablándoles de mi vida en los grupos de jóvenes de la parroquia. Ella pregonaba los beneficios de Dios obedeciendo a tus padres y volviendo sobrio a las 2 de la mañana a casa. La diferencia entre ella y yo es la libertad, creo. Yo puedo hacer como que creo que hago lo que me da la gana, y no sentirme mal. Ella ni siquiera podría evitar sentirse mal. Yo cuando me siento mal de resaca es porque me da la gana, y porque no bebo suficiente agua. No quiero cambiar esta vida, es genial no poder levantarte un martes e irte pronto a dormir un sábado. Yo sigo con mi historia de batallas perdidas y guerras de cien años, y cuadernos donde lo escribo, y folios en blanco. No uso pluma, eso lo dejo para cuando voy al Lado Oscuro, o a Madrid. Yo vuelo en Bic cristal, que escribe normal. Normal es ni bien ni mal, supongo, así que ahí andamos. Ni bien ni mal, sino todo lo contrario. La colgada esa neocatecumenal seguro que podría haberme enseñado mucho sobre el bien y el mal. Yo sólo podría haberle dado clases sobre el mal para ella, y el bien para mí. Y ni siquiera me la habría podido tirar hasta la noche de bodas. Pero luego tendría un premio de 5 hijos, regalo del Señor.

Sabes, nena, sin política y sin Dios la vida estaría un poco mejor. Y contigo, ya sería la polla. Otra noche, lo intentamos. Yo me quito de Zapatero y de Dios, y tú, tú te vienes conmigo.

Síndrome de Estocolmo


"Doctor, no sé si es verdad. Pero creo que tengo el síndrome de Estocolmo. Que me ato a lo que me encierra, que me he quedado pegado a la pared encalada de mi celda. Que tenía tantas ganas de soltar el metal de los barrotes que me he ionizado. Soy magnético y mi mundo de metal, mierda de no tener una nevera para compartir mi vida entre imanes del Telepizza. O para encerrarme en el congelador, como hizo el tío Walt después de dibujar Blancanieves. Yo la única nieve que he conocido vienen sólo una vez al año a mi tejado. O un sábado de cada dos al lavabo del BB+.

Doctor, cúreme este síndrome de Estocolmo que me ha entrado. Yo no quiero ser un rehén, y que me maten. O peor aún, que me cambien por dinero, o por intereses políticos en un territorio armado. Yo lo que quería es ser libre, pero hace treinta y cinco años que se mató Nino en un deportivo en carretera. Como James Dean, pequeño bastardo rompió la suspensión. Yo quiero ser un mito, como ellos, tener un Porsche 956 plateado y recorrer la 66, doctor, haga algo.

Pero es que con el Síndrome de Estocolmo no me puedo mover. Me atenaza los músculos, no tiemblo, sólo busco calor, y en la celda tengo sólo mi sombra y una ventana por la que no podría ni siquiera saltar, por la que llegaría a lanzar mis palabras para limpiar el polvo de debajo de la cama [el de encima hace tiempo que me lo niega el sistema] Yo multiplico mis sílabas, y tartamudeo cuando me echan la comida por debajo de la puerta; me siento pulgoso como aquel gato que se me murió, y que tanta envidia me daba.

Pero usted me salvará, ¿verdad, doctor? Yo le juro que he sido bueno, que me tomé todo lo que usted me dijo, y también todo lo que no. Pero quíteme el Síndrome de Estocolmo, no puedo soportar ni un minuto más este sitio, no la soporto ya. Y sin embargo, ahí está, y yo sigo queriendo quedarme. Hay carceleros a los que te acostumbras con tanta naturalidad que los acabas adorando. Hay celdas que con toda su cal, su frío y su polvo, te tatúan necesidades. Y nada como una necesidad tatuada, como un número. El número de días que me quedan para irme de aquí."

viernes, 28 de noviembre de 2008

Felicidad [qué bonito nombre]

Tengo una nariz verde de payaso que no sirve para nada excepto para repartir felicidad. Repartir felicidad implica hacer el payaso. De hecho, implica ser payaso. Soy payaso por naturaleza, pero si hago reir por el simple hecho de ponerme una nariz verde de payaso, creo que no me importa demasiado. Me la puse en clase un día. Me la puse [nos la pusimos] de jarana por Madrid. Me la pongo en la habitación y me miro al espejo [la caridad empieza por uno mismo]
Ser un tipo duro empieza por ser un payaso y escribir historias de tipos duros que se fuman los Chester de tres en tres. La felicidad es relativa, y yo tengo una nariz verde de payaso para oponerme al absolutismo.

Arsuaga




"We are made from the same stuff that dreams are made of"
(W. Shakespeare)

Cualquier buena historia, como ha venido siendo desde que los siglos se suceden uno a otro, y tenemos el fuego para sentarnos al lado a hablar, debe comenzar con un: "Hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo era niño..."

Arsuaga es un tipo que sabe. Sabe de todo. He conocido gente que sabe de todo, y sin embargo le suceden dos cosas. a) No sabe comunicarlo correctamente, con lo cual no sirve para nada tener ese conocimiento si no puedes compartirlo. b)Es tan grandilocuente y magnífico que a pesar de todo su conocimiento jamás podrás contactar intelectualmente con esa persona porque no aguantarás su charla ni diez minutos.

A Arsuaga no le sucede ni a) ni b). Y eso hace que en menos de treinta segundos estés hechizado por su voz, y por lo que cuenta. Y por cómo lo cuenta. Sabe cómo hablar en público, y además de eso, conoce y ama aquello de lo que habla. La Antropología, o la Paleontología, son su mundo. Y como lo ama, te lo cuenta como la mejor de las historias. Esa que de pequeño nunca te cansabas de oirle a tu madre o a tu abuela, sentada en la cama, y tú bajo el edredón.

Es un pirata que ha navegado bastante por el mundo, y por eso sabe reírse, y hacerte reir. Sabe cómo mantener a todo un auditorio con el aliento contenido, esperando la siguiente frase. O cómo hacer que le dés mil vueltas a un solo asunto. Cómo hablar de la evolución del hombre y de la metafísica en cuatro frases mágicas. O cómo transportarte varios miles, o millones, de años atrás en el tiempo.

Arsuaga contó historias de chamanes. Y, en el fondo, creo que no era mera coincidencia. Los chamanes movían a una sola tribu con el poder de La Palabra [así, con mayúscula]. Arsuaga es un chamán de nuestros días, y por eso tengo que decir que ojalá la conferencia de ayer hubiera durado toda la noche, porque hay hechizos que uno no puede superar. Y encima le gustan.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Promesa de infinito 4

Para la vida que nos enseñaron.
"Vamos a destrozar nuestra vida, decían los buenos, viejos y grandes. Pero nunca pensaron que alguien les hiciera caso, y que se levantara con los tejados cubiertos de escarcha, y con el miedo atenazando hasta el último nervio del cuerpo. Me prometí sobrevivir, y aquí estoy, arrastrándome, con los dos últimos tiros en el hígado que creo que son mi final. Es curioso ir escribiendo mientras te apagas, es como el dulce atardecer de una bombilla que va dejando de dar luz. Nada de esos asquerosos fluorescentes que para apagarse centellean hasta dejarte ciego. Ese no es mi estilo. Mi estilo es el de la bombilla de 40W. Poco a poco, es como va esto, muy poco a poco. Mis oidos han ido dejando de percibir nada más allá de tres metros a la redonda, mis ojos han ido cerrando el ángulo lateral. Las manos se me apagan levemente, las noto frías y cansadas, y mientras para el resto del mundo hoy no es más que hoy, para mí es el final. No hay recuerdos más graves que los últimos recuerdos que te lleves. Yo me pregunto si esto es el final, y si lo es, ¿cómo remediarlo?"

viernes, 21 de noviembre de 2008

Mamá, quiero ser emo. Capítulo 3: La música.




Capítulo 2: aspecto físico y vestimenta
Capítulo 1: los comienzos


"Fue una suerte que ya tenía iPod antes de hacerme emo, porque sino habría tenido que desmbolsar más pasta aún.
Y es que los emos vamos a la última.
[coño, qué paradójico...]
A ver, si te vas a suicidar [no quiero que nadie se sorprenda ahora. Si me hago emo, era para eso. ¿Qué esperabais, joder? Así que no me acuseis de destripar la historia] Pues eso, que si vas a morir, tiene que ser con estilo. Por eso lo de ir siempre elegante, lo de vestir de marcas pijas y caras, y lo de tener iPod. Porque si nunca sabes cuál va a ser el último día de tu vida, muere con estilo, leches.
Así que en mi flamante iPod Touch de 350 europios y 16 gigabytes de capacidad desterré para siempre, y de forma definitiva, mi vida anterior.

Es decir, renuncié de forma inequívoca e irrevocable a cualquier canción que pudiera tener cabida en la primera mitad de una orquesta de las fiestas de un pueblo. Esas que tocan antes del descanso de las 2:30 de la mañana. Adiós a Isabel Pantoja, la cumbia, la rumba, el bolero, Sabina, Manolo Escobar y otras españolías. Adiós a los Beatles, Antonio Vega, Quique González, Loquillo, Marea, la Fuga y Platero, que hasta entonces para mí eran dioses. Hasta nunca, Bruce Springsteen, Supertramp, Alan Parsons, Pink Floyd y otros ídolos de juventud de mi padre.

Vamos, que reseteé de arriba abajo el chisme, con la inestimable ayuda del socorrido iTunes. Y ahora, el problema. ¿Con qué música lo lleno? Indagué gracias al internés entre compañeros de profesión emos, y obtuve las respuestas siguientes. Alternative punk rock. Emotional hardcore music. Screamo. Punk (a secas). Gothic metal. Gothic heavy metal. Ahí queda eso.

De modo que aturullé hasta arriba el chisme [16 gigas se dicen pronto] con canciones de 30 seconds to Mars, the Blackout, the Ataris, My Chemical Romance, Cinema Bizarre, Lostprophets, 3 doors down, Hawthorne Heights, Simple plan, Epica, Nightwish, the Used, Stratovarius, Greenday, Silverstein, Alexisonfire, Pendulum, teh Red jumpsuit apparatus, From first to last...

Vamos, la mayoría una panda de maricones que ne mi anterior vida no habría escuchado ni aunque me pagaran en ron el peso de todos sus respectivos cantantes. Pero ahora, amigos...¡ahora me encantaban! Los oídos destrozaditos, eso sí. Rechacé tres invitaciones de mi madre para que fuera al otorrino. Las dos primeras no las oí, y la tercera le dije fría y lacónicamente a mi madre, con el pelo liso sobre mi ojo izquierdo:
-No necesito oír al mundo para saber que es una mierda, madre.
Mi madre, muy emo ella, me hizo un corte de mangas y cerró de un portazo la habitación. Portazo que yo no oí, claro, porque ya estaba voceando con The Used de nuevo.

Ahh, colegas. Si un emo puede experimentar algo parecido al placer, yo lo sentia con mis vaqueros pitillos, atusándome el flequillo liso sobre mi ojo izquierdo, pintado con raya negra, mientras escuchaba música Screamo. Y repetía, incansablemente, con voz fría, como un mantra [vaya, otro paralelismo emo-budista]:

- Odio al mundo"

Aquí y ahora

no hay lugar para las dudas
ni siquiera hay sitio para mí
tengo que escapar antes de tiempo
y llevarme de vuelta a la cama
porque he vuelto a despertar
en ninguna parte conocida
y cada vez tengo una oportunidad
menos para llegar al sitio que
estoy buscando desesperadamente
la última oportunidad
no tengo razones para seguir
adelante
no hay ninguna razón para volver
atrás
ojalá tuviera una razón para estar
aquí y ahora.

jueves, 20 de noviembre de 2008

En el fondo no tengo ni puta gana de escribir. No se me ocurre nada que contar, nada que sentir. Que todas las mañanas de noviembre me queman las orejas al bajar a clase. No sé si eso es interesante. Pero tengo ganas de reventar contra el papel o la pantalla. Contar una historia de buenos y malos, una historia de perdedores y vencedores. Contar una batalla, contar hasta mil. Uno, dos, mil. Me levanté esta mañana y yo no tenía una pistola como Leonard Cohen. Pero me puse y Chester Bennington me lo gritó al oido, macho.

[and the clouds above move closer, looking so dissatisfied]

Noviembre tenía que ser de otra forma, siempre lo pensé. Que no podía ser algo gris. Tenía que ser verde y marrón, con barro en las botas.

[but the heartless wind kept blowing, blowing]

Yo no escribo canciones, la lepra no podría tenerla aunque quisiera, Turquía está demasiado lejos y hay más arena de la que tendría que caber en un solo bolsillo. Todo mi dinero aún no existe, y tendré que inventarme una mentira más para decir por qué no me han llamado el día de San Andrés.

[your faith was strong but you needed proof]

No son suficientes dos pitos cincos para ganar un órdago a pares con treinta y nueve. Me los han ganado con dos pitos seises. No es una metáfora, es literal, pero no le saqué una foto por puta vergüenza. La vida es una partida de mus, dicen por ahí.

[words are flowing out like endless rain into a papercup]

Ojalá todo fuera como esto. Sentarme delante del ordenador de Alf y desordenar las letras, qué fácil es. John tiene la culpa, por haber traicionado a Paul, por haberse puesto hasta las cejas de LSD y luego pretender publicar el Álbum Blanco y que no pasara nada. Por eso soy de Abbey Road.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Exp #17

Cuando se acabe el tiempo
tendré mi lista
de horas inacabadas
en una mano
y en la otra
tendré mi lista
de frases interminables.

Las juntaré
con todas mis fuerzas
en un folio en blanco
[para no distraerme]
y saldrán gaviotas
con palabras que describan el cielo.

Yo quiero describir el cielo
pero al final lo único que he hecho
ha sido poder separar
el cielo
de las horas.

Cristal



Pero no cristal del que esperas. No es cristal de ése, amigo. Si quieres que te meta en ese garito, habla con el mierdas de esa otra esquina. Este es otro cristal, del que se te va a clavar muy dentro en el paladar en cuanto te lo metas en la boca. No he visto nunca fumadores fuera de las puertas del hospital, y ya llevo tres años en esto. Pero es que a mí me pasan por la puerta de atrás, por aquello del cristal. Diré lo que quieran que diga, haré lo que quieran que haga, mentiré lo que me pidan que mienta. Soy suyo, me han hecho ellos. Ellos, ellos. Ellos me salvaron, y a ellos me debo. Mientras tú vas por ahí creyendo que eres libre, yo al menos sé a quién estoy atado. Mi realidad es tu realidad, pero la mía es mejor. Y no te miento, amigo. Esto no tiene que ver con el cristal, si quieres lo dejamos. Somos marionetas, amigo.

Y yo siempre creí que el mundo era magnético y yo de hierro, pero aquí me tienes, ofreciéndote un cristal, y jodiéndome de frío. Escribiré lo que me dé la gana, pero ellos hablan, siempre hablan. Me hablan al oído, me dicen que lo deje, que cambien, que abra la ventana, y eche a volar. Y les conté a ellos también lo del hierro y el mundo magnético, y me dijeron que me olvidara, así que ahí andamos, con lo del vuelo en proyecto, pasando mis ratos dibujando cosas en un papel. En ese papel. No en ese de los yoncos, no; en papel reciclado del mío. Porque yo escribí durante un verano en papel reciclado mis historias, pero me dijeron que nunca, que nunca más. Qué le vas a hacer, nada se ha perdido conmigo, tengo mi cristal y mi mundo. Mi cristal me separa del mundo, chico, así que no te interpongas. Una vez tuve amigos, y otra vez tuve amigas, pero me daba lo mismo, a ellos les daba lo mismo.

Tengo todas las ganas del mundo para seguirte contando cosas, pero espero que se ponga a llover de un momento a otro, y una cosa es que yo me pase las horas aquí pelando frío y otra muy diferente es mojarme, que ya voy para una edad, y con algo me tendré que tapar. Sé que te lo estás preguntando, llevo años leyendo miradas, y sé que te lo estás preguntando. Este cristal no me tapa, sólo me separa. Es vertical, vertical, tío, eso es, de arriba abajo. Yo me pongo de un lado, y él está ahí, vertical. Y ellos, ellos están en todas partes. Dentro y fuera, yo no se donde meterme, y creo que encima vendrán pronto. Lo sé, me dirán qué hacías hablando con ése, qué les has contado, y yo les mentiré de nuevo. Aprendí a mentirles, sabes, hace años. Y no me he escapado de aquí porque no quiero. Porque en el fondo se está bien. Te lo dan todo hecho, te tratan como un rey, y te cobran una mierda.

Dame la mano, ponla en el cristal, y podrás llevarte un cacho si te da la gana. Que no es mío, es tuyo también por el simple hecho de haber venido a verme, muchacho. Yo no pido que nadie venga, pero si vienes, quién soy para negártelo. No estoy diciendo que seas libre de venir, ya te conté antes que no eres libre, como yo, pero tampoco quiero desengañarte. Tú lo que tienes que hacer es largarte ahora de aquí con este frío del cristal en la mano, y con cuidado de no clavartelo. Y luego hazte si quieres un tatuaje de un águila en el deltoides, como los buenos moteros. Tienes una Harley, oh, dios, dime que no es verdad. Qué envidia, muchacho. Pues eso, toma este cristal, y llévatelo en esa moto a dar una vuelta, y por América si quieres. Dicen que América es la leche, que tienes miles de kilómetros para ti, y que la gasolina cuesta una mierda. Claro, por eso escriben tantas novelas de carretera, como Cormac, y Kerouac, y todos esos chicos nuevos. Nuevos en esto, sabes. Ellos no tienen mi cristal que los separe. Pero ellos al menos sí que creen que son libres. Yo sólo hago lo que me dicen que haga. Salud.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Calles de Madrid


Si tuviera que parecer un poeta, diría que voy construyendo mis historias a base de los retazos que se me quedan en la retina y en los bolsillos.
Si tuviera que parecer un borracho, contaría con un vaso en la manbo y los ojos enrojecidos que todo lo que voy recordando, lo poco que voy recordando, es lo que hace bonitas mis historias.
Si tuviera que parecer un escritor frustrado, te escribiría una novela en la que ni tú ni yo protagonizásemos el relato, pero nuestras sombras moverían a los personajes por las calles de Madrid.
Si tuviera que parecer un idiota, vocearía mi canción por las aceras para que todo el mundo se enterase de que tengo pulmonía crónica y de que canto fatal.
Si tuviera que parecer un tipo duro, apagaría mi cigarro contra aquella mesa y le habría roto los dientes al payaso que nos dijo que nos callásemos de una vez, o al que nos miró mal.
Si tuviera que parecer un cantautor, primero le robaría la guitarra acústica a mi hermano, y después empezaría a pasar frío buscando mi futuro con tres o cuatro acordes.
Si tuviera que parecer un enamorado, pondría mi peor mirada de derrotado cada vez que me encontrara con ella, y todos mis amigos dejarían de serlo para no tener que aguantarme más.
Si tuviera que parecer un mentiroso, diría que la ilusión es sólo digna de los cobardes, y son cosas a las que hay que sobreponerse, que la vida dura diez minutos.
Si tuviera que parecer un periodista, me perdería la segunda mitad de mi vida pensando en cómo escribir la crónica de la otra mitad para ponerla a cinco columnas en primera página mañana.
Si tuviera que parecer un mendigo, rompería todos mis pantalones vaqueros y me dejaría el pelo tal y como lo tengo ahora, y pedría céntimos para un bocadillo y una armónica, mientras que le habría robado a algún cantautor la acústica.

Hay muchos lugares en el mundo, pero si tuviera que quedarme con alguno para hacer las diez cosas anteriores, me quedaría en Madrid de escapada. Y pediría que siempre fuese de noche.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Dolor en la mano

"- Debes trabajartelo más.
-¿Tú crees?
- No creo, afirmo- giró la cabeza hacia la ventana.
- No sé si tengo valor.
- Si lo dudas, no lo tienes.
- ¿Y tú? Siempre con tus estúpidas charlas, con tus panegíricos, con tus diserciones sobre la vida y la muerte, ¿dónde quieres llegar?
- A que nadie más que yo cometa mis errores. Por eso me duelen las manos.
- ¿Te duelen porque otros cometemos tus errores?
- No -se tomó medio segundo de aire-. Me duelen porque hace frío. Mucho frío.
- ¿Qué? Odio cuando sacas ese aire filosófico de pacotilla.
- No saco mi lado filosófico. Sólo pienso en voz alta.
- Si pensaras menos y actuaras más, te iría diferente.
- Nunca sabré si diferente es mejor o peor.
- Pues piénsalo, a ver que sacas en conclusión.
- Que necesito unos guantes. Y que deberías hacerme caso.
- Te haré caso cuando te vea acertar.
- Cuando yo acierte, no estrás allí para verlo.
- Es probable. Habré muerto antes de que hagas algo bien.
- Allá tú. Live fast. Die young. Es eso, ¿no?
- No es eso. Es que tiraron el muro, y yo sigo siendo sólo un ladrillo más.
- Djiste que no necesitabas educación, ahí lo tienes.
- Quizá lo que quería decir es que no la necesitaba, pero en aquel entonces no lo sabía.
- Joven e inexperto. Eso me han dicho. Nos hacen crecer cada vez antes.
- ¿A ti también te robaron la infancia?
- No. Sólo me pusieron una barricada en la puerta de mi casa, y nunca más pude jugar al fútbol en la calle.
- Creo que tratan de eso.
- ¿De que nunca más juguemos al fúbol en la calle?
- No. Bueno, sí. Bueno, de que nunca hagamos nada más que lo que ellos pretenden.
- ¿Y qué pretenden?
- No lo sé. Yo no les voto. Tú sí, pregúntales.
- Yo les voto por vivir.
- ¿Vivir? ¿Vivir es eso?
- No, vivir no es sólo eso. Eso es parte de vivir. Vivir es equivocarse.
- Y por eso te duelen las manos.
- No. Me duelen porque no aguanto este frío de mierda con una escopeta en las manos.
- ¿Sabes qué? Si manejases un mortero, las cosas serían diferentes.
- ¿Mejores o peores?
- No lo sé, sólo diferentes.
- Creo que lo voy a dejar dentro de no mucho tiempo. Las guerras ya no son para mí.
- ¿Otro cigarro?"

sábado, 8 de noviembre de 2008

Vámonos

donde quieras, como y con quien quieras. pero irme, irme de este sitio, este sitio me está atando, me está agobiando, me está ahogando, ¿no oyes mi respiración más acelerada y sibilante?¿no oyes mi corazón repicando más rápido? está pidiendo irse, está pidiendo alejarme, cazarle a mi hermano las llaves de la fazer, y reventar un par de líneas contínuas en dirección a portugal, como sueño siempre que me iré algún dia, y estaré alli, aunque tú no me veas, sentado en la playa de matosinhos, donde desemboca el douro, allí estaré sentado. y entonces todo lo que aquí te cuento deprisa, agobiado, ahogado, será tranquilo.
Se habrá pausado.
Cerraré los ojos.
Contaré hasta mil.
Cantaré un fado de Amalia.
Beberé algo a tu salud.
Meteré entre los dedos arena de la playa.

pero por favor antes de irnos, haz el favor de apagar el humo de ese cigarro que me está destrozando la sala de estar, y los pulmones, cierra la llave del gas si no quieres que nuestra historia salga en los diarios sensacionalistas, tira de la cadena si quieres que haya un regreso, y que en ese regreso tú y yo podamos cenar en casa sin tener que salir a la terraza con cuatro grados bajo cero, dale tres vueltas a la llave para que mi ordenador y mi breitling de pulsera sigan en el mismo sitio en que los haya dejado, y que no me levanten el cuaderno donde te escribo historias, ya que no novelas.

Porque todo me preocupa demasiado.
Y eso me preocupa.
No sé si debería preocuparme por preocuparme.
O despreocuparme.
E irme a Portugal con una canción que silbemos por separado.


Portugal está en el atardecer, ¿sabes?

Crocodile Rock

Llegué el jueves a las 4:50 am, y puse la radio. Y me inspiró.

"Era genial cuando Suzie y yo éramos jóvenes como el rock. Eso lo dijo Elton John, y yo me he tirado siglos desde entonces bailando el Crocodile rock noche tras noche, bar tras bar. Contigo y sin ti. Soñando con mi Chevy dorado y mis viejos vaqueros azules. Porque hay tan pocas cosas que quiero tener y no puedo, que me sorprendo atacándome de los nervios en un taxi, pasando una noche entera sin beber, sonriendo y haciendo sonreir cuando en realidad lo que estoy haciendo es quedándome sordo de tanto no oir nada. Nunca me vi en un tiempo mejor, y creo que nunca lo haré. La, la, la, la. Así que fui poco a poco pasando lo que según mi hermanito eran los mejores años de mi vida. Pero lo más cañero que hice nunca fue bailar aquel rocanrol. En esta ciudad con 5 euros eres el rey, y no tendrás ni que gastártelos por completo. Sólo te hace falta gente que conozca gente que conozca gente, y reirte en el momento adecuado. Largas noches llorando por la Gramola. Claro que, hay veces que te ríes por no hacer otras cosas. Como matarte, o renunciar a ser abstemio."

Krónica de los 21

Un señor, un maestro. Un compañero, un amigo.

Hace una semana le tocó a él narrarme, y hoy soy yo. Porque llegó a este sitio 358 días antes que un servidor, y algo más que yo sabrá del mundo, aunque no sea ni mi padre ni mi hermano, ni otros loables hombres que en el mundo han sido, y de los que tengo que aprender. ¿Pero qué quereis? Si me ha enseñado tanto en tan poco tiempo...sobre todo en cuanto a léxico. Me saca de jarana. Me dice que soy un marica subecarros, echamos pachangas, las noches suelen ser sublimes y/o gandérrimas. Gora Kata e Ylenia, macho. Y demás paridas que no muchos entienden, ni están dispuestos a entender.

Él es un tipo curioso, cuanto menos. Un bachillerato de Ciencias que le lleva a una carrera de Letras en una Universidad Pontificia. Al menos, alegaré en su defensa que fue por vocación, pues no muchos narran con cinco años y un magnetófono partidos de fútbol entre sus cromos. Pero él, por vocación, más bien debería haber salvado al Cristo Rey, de división Preferente de Salamanca, que necesitaba ganar los 8 últimos partidos; o debería haber ganado el Trofeo Iberdrola de Ciclismo algún 19 de Marzo, atacando en la subida del Puente de Pino. Para que le viéramos nosotros, que estaríamos en alguna curva de la subida con pancartas ofensivas hacia el resto de participantes. O quizá con alguna que le hubiera hecho reír, pero eso es más difícil, porque es el cerebro de las bromas.

Lo conocí por una serie de casualidades. Y en el centro de estas casualidades, está Videmala [porque Videmala es el centro de todo, si no lo habíais visto aún] Está Videmala, están sus fiestas. Está la buenorra de su prima, está mi pequeña Taxis. Y luego le vi en el Fútbol Sala, con su mítico megáfono de increpar. El de los buenos tiempos, el de las aficiones cachondas y desinteresadas. Y después un día viniendo en el Zasala, y creo que esa fue la semilla. Después nos ató el Zamarat, y después la jarana. Me contó el proyecto de Odio. Y empezamos a hablar. Y a escribir. Sacrifiqué mis exámenes de Junio entrevistando a las internacionales sub 19, viendo partidos de la Selección con la camiseta y la sublime bandera de Portugal, tenemos vagos recuerdos de La Fuga, y tal.

Siempre pensé, y pienso, que él es una persona que se esconde detrás de un personaje, como otros muchos en esta vida han hecho. Y si el personaje tiene sus puntos geniales, la persona supongo que será genial. Y digo supongo porque aún no le conozco del todo. Y es que, en primer lugar, no se conoce a nadie [ni siquiera a uno mismo] del todo, jamás. Pero por otra parte, sería decir que ya he pasado de todo con él. Y no es cierto.

Nos falta una fase de ascenso a Liga Femenina. Nos falta un partido del Copa del Rey en el Bernabeu, y muchas charlas culturetas. Nos falta un libro de David González, y de Chuck Closterman. Nos faltan dos o tres borracheras más. Unas fotos con la ciudad apagada, y los cuadernos en llamas. Más fiestas en Videmala, jugando a los chinos en misa. Y luego escribir sobre el Blues de las calles de mi pueblo, y de la niña que aún ha de rompernos el corazón.

O no, qué coño. Nos lo romperá antes el poema que no vamos a escribir nunca. El partido que nunca vamos a ganar. La entrevista que no se va a a publicar. La tarde que no bebamos un par de cañas tras un baloncesto. El día que reneguemos de Zamora, y volvamos la cara al ver la seña bermeja. El día en que te cortes el pelo, y yo me quite el palestino. O el whisky barato.

Has venido a este sitio para escribir algo como Hank, con algo de locura, pero tú serás como Paul Auster, y escribirás aquello de que prefiero una botella mortal a una lobotomía frontal.. Siempre tienes algo que contar, por eso me paso alguna que otra tarde escuchándote. Tú siempre conoces a esa chica que baja por La Marina, por eso me junto a tí, porque alguna vez ellas se acuerdan, y me dicen aquello de "eh, tú eras el amigo de...!!" Tú siempre tienes contactos en algún lugar interesante, así que es genial llegar de incógnito haciéndome pasar por tu sombra y colarnos en La Vuelta a España.

Un día nos tomaron por Pereza, y otro día mucho después intentamos cantar a dúo una de Pereza. Pero creo que por aquel entonces yo ya me había dado cuenta de que tenemos otro par de canciones que cantar. Y una de ellas es la tuya. Tú me pusiste una canción emotiva, porque conoces mi parte sensible. Yo sé que tú también la tienes, pero hoy voy a hacer creer que soy un tipo duro que pasa de emociones, y voy a volver a la orquesta de mi pueblo, y cuando nos pusimos [otra vez más] a vocear.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yes, we could

Él pudo soñar, y soñó. Él es un hombre, y ha hecho Historia, de la que se escribe con letra mayúscula. Si él ha podido, tú, mortal; yo, mortal, ¿por qué no vamos a poder?

Buena suerte, Barack. Puede que la necesites.

martes, 4 de noviembre de 2008

Como lágrimas en la lluvia.


Desde alguna parte, Il Commendatore estaba viendo esas tres últimas vueltas, y yo sentía la carótida martilleándome en el cuello, arrodillado delante de la tele con mis miniaturas del F2000 y del F2002 de Schumacher y Barrichello.

Desde el mismo lugar donde estaba Il Commendatore emepzó a caer la de Dios (valga la redundancia), y yo, arrodillado junto a mi padre, empecé a rezarle en italiano, a contar las curvas, las gotas y las revoluciones.

Oí 82 000 gargantas gritar junto a la mía al cruzar la Ferrari la línea blanca, y oí su mismo silencio 30 segundos después. Y cinco minutos más tarde, en el podio, pensé en las escena final de Blade Runner, cuando el replicante le dice la mítica frase:

-"Todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia"

Él se golpeó el pecho. Yo cerré los ojos. En Sao Paulo seguía lloviendo. Retrocedamos ahora ocho meses, no es un difícil ejercicio. Basta con cerrar los ojos; yo los cerré y lo vi clarísimo.

Vi a Coulthard contra el pontón derecho. Vi el trompo en Sepang, y la puzolana multicolor atrapando las ruedas. Mi mente siguió viajando, y vi llover en Sainte Dévote, y una pasada de frenada. Llovía, y Gran Bretaña tuvo 5 trompos. Después vi una fumata blanca en la línea de meta de Hungría. En la noche de Singapur ví una serpiente plateada.

Y, sin embargo, abrí los ojos, y volví a respirar. Y vi un paseo por las arenas de Bahrein. Una revisión a la pasión turca. Una subida a Montmeló. La conquista de la Galia. El paseo marítimo de Valencia. Y, en una ladera abandonada de Brasil, entre favelas, vi el Olimpo de los dioses en una tarde de noviembre, bajo la lluvia de primavera austral.

Vi un hombre que volvió a sentirse piloto de carreras en la curva 10 de Japón, que demostró tener el orgullo del que algunos le habían acusado carecer. Un tipo que llega a su casa y demostró ser digno de llevar el bólido rojo. Y hacer que sus compatriotas y los tiffosi del mundo entero se sintieran orgullosos. Un hombre que ayer sólo se rindió después de 71 giros y un solo punto que le separó de suceder al verdadero Mágico con los colores de la Verde-Amarela en lo más alto del Mundo.

Cuando ayer Felipe Massa lloraba en el podio, yo le daba las gracias a un Dios pagano, en el que creo cada dos domingos, por haberme hecho Ferrarista.

Y es que, amigos, vosotros sólo habeis conocido la Ferrari irrompible y triunfante, caballo de carreras de apuesta segura. Pero os engañaron. Ferrari era y es lo que visteis ayer.

Un coche pintado de rojo que parece rápido hasta que ves cómo le sale volando un tubo de escape. Preguntadle a Gilles sobre las suspensiones del 126 CK. Y a Niki, que qué opina sobre el motor del 312 T (3 litros, 12 cilindros en V, caja de cambios Transversal) que le hizo a medida Mauro Forghieri. Preguntadle a Jean Alesi por el armario rojo que le hizo a medida John Barnard para 1995.

Ferrari es Italia, e Italia es caos y alegría. Ferrari, es caos y alegría, como ayer mientras celebraban en 10 segundos su falso título. Y, cuando menos te lo esperas, llega el Génesis según Stefano Domenicalli, y del caos surge la luz. En esos rayos de luz lo único que te cabe decir es que es bello ver a dos tipos de rojo en el podio, o una bandera italiana en el muro de boxes.

Y en el podio, cantas con ganas de salir a la calle, el "Fratelli d'Italia, l'Italia s'è d'esta". Como cuando gana Valentino en MotoGP, que sonríe. Eso es Ferrari. La sonrisa del Commendatore.

Ayer, Il Commendatore se rió, porque en realidad no vio perder a un hombre. Vio ganar a la Scuderia.

Ayer no era ayer, era 1999. Brasil no era Brasil, sino Suzuka. Lewis no era Lewis, sino Mika. Felipe era Eddie. Y volvió a suceder, como en aquel entonces, que mientras un hombre se coronaba de plata, el mundo se teñia de rojo.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Veinte Conmigo.

Para mí, qué cojones.

"Mi historia más reciente se remonta al cómo quieres que escriba una canción si a tu lado he perdido la ambición que escribió Sir Kronen sobre mí en Mayo. Y hoy vuelve a escribir sobre mí.

Pero mi historia va sucediendo de forma retrógrada a lo largo de lo que son ya veinte años. En orden cronológicamente inverso, entré a Medicina, condenándome durante un mínimo de seis años al ostracismo. Antes, creé un mito en el instituto, del que gran parte de mis amigos siguen viviendo, y del que yo reniego cada vez más, tratando de enseñar que ni siquiera soy un hombre.

Antes de eso viví durante los [cada vez más] estúpidos años de la ESO en un seminario, sin mujeres en clase, lo que condenó toda mi conducta para con el género femenino. Por eso sigo siendo un fracasado, y no por ninguna pseudo explicación freudiana. Molaría más, estoy seguro, decir que estoy enamorado de mi madre, pero el caso es que mi madre y yo de vez en cuando somos enemigos íntimos, y otras tantas la quiero bastante. De mi padre, pocas cosas puedo decir que no hayais leido o visto en mí.

Mi hermano es un capítulo aparte que llega nueve años antes que yo, pero no menos importante. Él me trajo a los oidos casi toda la música que me ha marcado para siempre y que yo pregono a posteriori. Mi hermano era la guitarra, él es el rocanrol y por eso me ha dado tanto que aprender, y tanto de lo que alegrarme, por ejemplo mi sobrina, de la cual estoy orgulloso, y que me hace sonreir siempre. Mi hermano tocaba una guitarra negra con una placa que ponía Betty, y aprendí Alucinante con él en el salón de casa.

Mi vida sigue hacia atrás como Los Suaves, en un colegio de monjas, donde conocí a gente que hoy sigue estando por ahí y por aquí, donde pasé nueve años que según las tablas que he estudiado, configuran lo que se llama mi infancia. De lo anterior, sólo recuerdo cuando es a través de fotos, pero sé y creo que existió.

Ahora todo es diferente. Me han pillado las doce de la noche en el messenger, y el primero que me ha felicitado es un chaval de un foro. Qué cosas, tú, antes no me felicitaban hasta que no me despertaba mi madre. Y antes tampoco me mamaba, y cosas así. De hecho, hasta hace unos 4 años no escribía, así que supongo que debería agradecer la colaboración en este aspecto de mi vida a la chica de los botones y los cuadernos.

El amor siempre ha sido algo difuso para mí, y así sigo a día de hoy. Con la cabeza rota en diferentes caminos, y con ganas de más, siempre de más. Ahora vivo en Salamanca, y dejé atrás mi Zamora, ciudad de la niebla, entre semana. Pero la sigo teniendo a fuego, por eso vuelvo siempre que puedo. Ahora celebro mi cumpleaños en pisos [francos] con 20 personas para 20 años.

Ayúdame, y te habré ayudado. Que hoy he soñado con otra vida, con otro mundo.

Joder, gracias a todos, todos los que habeis pasado por mi vida en estos 20 años, los que leereis esto, y los que nunca lo hareis. Gracias por haber estado, y haber hecho de mí quien soy.