martes, 30 de septiembre de 2008

Scusate il ritardo*


[o "Como en los viejos tiempos]

Disculpad el retraso, hemos estado fuera durante un tiempo. Pero nunca nos fuimos del todo, sólo estábamos de jarana. De jarana mientras la gente nos daba por muertos. Quién eres para destronar al genio de Tavullia, enano. Quién eres para sacar de pista al Nano, idiota. Súbete al piano si tienes cojones, acariciálo como Mozart, o aporréalo en la Variante della Roggia. Monta en la montaña rusa, o lánzate a ganar siete veces seguidas subiendo por la Arrabbiata

¿Dónde estabas entonces? Yo estaba llorando por no poder bajar a ver un test de mierda. Yo estaba poniendome en pie cada vez que pasaban por Dry Sack de tres en tres, y viéndole hacer un strike a veinte metros. Yo estaba levantándome a las 5 para seguir yendo a cola de pelotón, yo estaba rompiéndome el metacarpiano hasta que se rompió la válvula en Valencia, y todo por un segundo puesto. Yo estaba rezándole al dios de la lluvia en Mónaco, y grabando en dvd la carrera de Nürburgring. Yo estaba mordiendo arena del sacacorchos, donde mi hermano me enseñó lo que tenía que ser un piloto de carreras, corriendo con las manos cruzadas sobre las teclas, y con el cambio manual.

Perdonad el retardo, pero es que me estuve acordando de los buenos tiempos. De los viejos tiempos. Ya he vuelto.

Wake me up when september ends

Septiembre, en el fondo, uno nunca sabe si es un mes de mierda o es la polla. Pero creo que lo que tiene en realidad Septiembre, es que es justo. Porque lo que te quita, te lo devuelve. Y lo que te da, te lo quita. De modo y manera que llegarán las doce de esta noche, y me acordaré de cómo estaba el uno de Septiembre. Y de lo rápido que se han pasado estos treinta días, y de todo lo que te da tiempo a sentir, y de lo que te quedas con ganas. Y ahora viene el otoño, con todas esas mariconadas tan bonitas de días grises y lluviosos, de hojas caídas por las aceras, de esa poesía de desamores, y demás que no es a mí al que le corresponde escribir ni describir.

A mí el otoño que me gusta es el de las noches negras como la boca del lobo, de hogueras en la calle del pueblo, de levantarme por la mañana al mismo tiempo que se levanta la niebla, y de tener dolor de garganta por el frío de la meseta, el que cura los chorizos y a mí en vez de curarme me jode. El otoño de salir a coger setas [en la ciudad y en el monte], el de las liguillas de Champions por las noches, cambiar la hora de nuevo, y seguirme levantando con sueño. Qué injusto, no sé si me gusta u odio el otoño. Sólo sé que lo que te quita Septiembre, Septiembre te lo da. Y que mi mes es Noviembre, por algo será.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Human

"Tengo una foto tuya en las entrañas de mi ordenador, entre algunos megabytes de música buena, y alejada de todo el porno, para que no se manche tu mirada, que le dice algo a la cámara. Y detrás, las palmeras, silenciadas por la sorda ciencia de los chips CCD de tu Lumix. Tú estás ahí, tumbada en apaisado, sobre tu esterilla, y después la arena, y atardece. Lo que más me gusta de tu foto no es ni siquiera que sólo lleves puesto un bikini, sino que sonríes, cosa que me llevará años aprender a hacer. Tu foto te la he robado, sin que lo sepas, porque está claro que jamás me la habrías dado. No son cosas que le vayas regalando a los borrachos y mucho menos a los alcohólicos.

Pero son cosas que voy superando con calma y con anfetas [tú y el alcohol] y todos mis propósitos de enmienda son anticonstitucionales, así que es probable que un día cualquiera entre esposado al juzgado. Dicen por ahí que al juzgado se va esposado, o a desposarse, espero no verme en la segunda, porque los pocos amigos que me quedaban cuando grité el otro dia, me han dicho que me quieren ver solo a los 50, y quién soy yo para decepcionarles a ellos; la cosa es no proponérselo.

No sin esfuerzo me estoy quitando [las gafas de sol y el sombrero] para poder cruzar la puerta sin tropezar, y es que por mucho que mis manos estén frías, y mis [in]constantes sean vitales, no me siento humano hasta que no vuelvo a escuchar la canción. Humano, e irregular como ente pensante, de esos que se dice que no les ha sido concedido sentirse felices en este mundo. Yo paso de todo, y como el Judas de Leonardo, me pinto perilla con rotulador permanente para que no me conozca nadie al salir a la calle. A tomar el aire, cago en la leche, a qué si no.

A sentirme humano sin ver tus fotos."

viernes, 26 de septiembre de 2008

La Semana Fantástica


En la poesía que leo ahora, por recomendación de Clifor, hay sexodrogayrocanrol. Justo como en la Semana Fantástica.
Volví a Salamanca con una desgana de mierda, que se cambió a las dos horas en un ímpetu alcohólico que no había tenido desde Junio. Cosas de la vida, desde que me fui de Salamanca. Digamos que sólo me ha faltado beber para desayunar, que por otra parte me lo estoy planteando. Y es que cuando empiezas a dar Anatomía Patológica sólo puedes tener dos opciones vitales: reventar tu hígado, o seguir vivo. Yo, inconscientemente he girado a la primera opción sin ni siquiera haberlo elegido. El rocanrol (así, nada de americanadas de rock'n roll) ha estado en la cabeza noche tras noche, con olores a humo y bares, muchos bares. Lo del sexo han sido más bien aproximaciones simplemente, pero por un rato vale, como dicen en mi pueblo.
La Semana Fantástica me ha cundido de cojones, hablando en plata. Y sin embargo, como pasa después de todo esto, estoy lleno de mierda pero muy vacío a la vez.
Salamanca (o la gente que la llena) me quema, y yo no sé que hacer para adaptarme. Tres septiembres seguidos jugando a lo mismo ya puede conmigo. Yo no necesito setenta personas a mi alrededor para vivir, pero si me hubiera plantado, no estaría así. Yo no necesito salir cada día con un grupo diferente, ni cincuenta cambios de bar en la misma noche. Yo lo que necesito es calma, y sin embargo me he pegado la Semana Fantástica como los más grandes.

Ya lo decía mi abuela: hay que morir de algo, y claro, como yo no fumo...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Cosas que odio hacer

1. Irme de aquí.


2. Tener que volver después.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Quemad esta ciudad


"Quemad esta ciudad,
y entonces todos habremos huido;
todos tendremos nuestros diez minutos de gloria,
y quince de pánico."


Se me acaba el verano otra vez, y yo sin saber qué hacer, corriendo de un lado a otro. Para no darme cuenta de que en realidad sólo quedan tres días, trato de enlazar unos momentos con otros, y para eso me gasto más de lo que debo en cervezas, aunque guardo fuerzas y dinero para la sublime semana que viene. Y me voy al pueblo como excusa, y como razón; como medio, y como fin en sí mismo. Me mezclo con conocidos y desconocidos para tener siempre un motivo por el que reir. Me he vuelto a cortar el pelo para ver si empiezo a pie cambiado el domingo por la noche, pero me huelo la misma jugada de todos los años. Joder, qué pereza. Volver a aprenderme sesenta nombres y caras, volver a tener que ver otras cien ya conocidas. Joder, qué pereza volver a hacer como que estudio Medicina. Septiembre, pese a todo, no está tan mal. Tiene su emoción, su anonimato, sus ratos. Creo que me voy a volver a aburrir en Salamanca, así que inventaré de nuevo un motivo para mantenerme ocupado. Lo mío son los pueblos, pero como siempre me toca elegir entre Videmala y Zamora, me acabo quedando con el más pequeño de los dos. Y así podre llevar boina y palillo plano sin sentirme fuera de sitio. Y es que aunque solo tenemos un puente, nos sobra.



jueves, 18 de septiembre de 2008

Y oír, y ver.

Para David y David. A uno por la frase que me inspiró, y a otro por la terraza de noche.

"Ella tenía dos lagos azules en las órbitas, y yo le pregunté si era de no haber llorado nunca.
- Qué va -me respondio-. Son de recoger la lluvia por las mañanas en mi tierra.
- Así que no eres de aquí- seguí avanzando. Y me contó que no, que era del norte, como todo lo frío y seco [el viento, el bacalao, el vodka] Y que si había venido aquí era por casualidad.
- La casualidad no existe, afirmé, tajante, con gran convicción. Entonces giró la cabeza desde su bolso hacia mí y me miró con aquellos ojos. Me rendí, que quereis que os diga. Ella se sonrió levemente.
-Pensé que eras más duro de convencer -mientras seguía riendose. Yo, bajaba la mirada como disculpándome por no haber sido la máscara prometida.

EL caso es que se fue, un día de febrero, y no la volví a encontrar. No fue una historia desesperada. Los primeros días los achaqué a un despiste por su parte. La tercera semana pensé en unas largas vacaciones de invierno. Cinco meses después ya la di por perdida definitivamente. Escuché alguna noticia sobre su música en conversaciones ajenas, como quien oye el telediario distraidamente mientras lee un libro en otra habitación.

Yo seguí con mi vida [supongo], acostándome tarde y levantándome pronto. Pasando frío en invierno y calor en verano, escribiendo cartas a máquina y postales a mano. Bebiendo aua de día, y de noche sólo zumo. Sentado en la terraza por las noches pensaba que sería genial fumar allí, bajo las estrellas, con esa puta pose elegante que te da un cigarrillo. Pero no fumaba, así que me rendí.

Fue una noche de agosto de delante de la televisión cuando volví a acordarme de ella. No había borrado su número de mi móvil, así que podía haberla llamado en aquel mismo instante. Pero, ¿qué le habría dicho? Yo no la echaba de menos, yo no la quería, yo no había vuelto a recordarla en tres años.

Dejé el teléfono en la mesilla, salí a la terraza a no fumar, y ella y su pelo negro se fueron de nuevo.

- No te persiguen las cosas que haces -me dijo un amigo una vez-. Te persiguen las que nunca hiciste."

martes, 16 de septiembre de 2008

Lo de fuera

"Tuvo una época en la que todo lo que le decían le entraba por la nariz y le salía por el oído derecho, dejándole marcado el camino, por la cisura lateral de Silvio cuesta arriba. Aquella época no la recuerda, porque cada noche se machacaba con piedras de molino el trigo de las cunetas, y hacía pan de dilemas para poder cenar algo y no marcharse con el estómago vacío al jergón. Jergón que llenaba de las pajas que le sobraban de las susodichas espigas, así estaba de manchado.

Luego vino la época de las desgracias, en la que todo el mundo se convertía en nadie, y cada vez más personajes anónimos le saludaban por las aceras. En blanco y negro iba guardando las caras, recortadas del periódico local, y las pegaba en un cuadernito amarillo, de cuadros pequeños y anillas azules. La época de las desgracias alcanzó su máximo cuando el Ibex alcanzó su mínimo y cuando se cayó de tan alto el cuaderno a un charco una mañana de lluvia, y se borró todo, sobre todo la tinta. Sobre todo las caras.

Al final llegó la época en la que le temblaba el pulso al hablar, pero se le ponía firme al escribir dedicatorias con boli Bic. Negro como el tizón. Y a cobro revertido quisiera haber hablado contigo, pero nunca le dejaste sentir, ni oir, ni ver. Sintonizó la última emisora en onda corta, trató de pensar en todo lo que llevaba puesto la última vez, se arregló el pelo y las uñas, y dejó atrás toda su vida por puro aburrimiento.

Y empezó a vivir pensando en lo de fuera."

lunes, 15 de septiembre de 2008

Ella dijo

Yo no sirvo para hacer las cosas largas
-me decía mi chica-
así que una mañana tomé una decisión
y empecé a reducir el tamaño de lo que hacía.
Los paseos, las siestas, los polvos
las horas, las comidas, las palabras.

Llegó por fin una mañana
-yo no sirvo para hacer las cosas largas-
en que ella se había ido a comprar
y yo tenía el periódico abierto
por sucesos
viendo como la gente se mataba, y pensé
¿es mi vida larga?

Me tumbé a mirar el sol
-en lo que volvía mi chica con el coche-
cerré el periódico,
cerré los ojos.
¿Quién sabe cuánto dura una función de teatro?
Yo no sirvo para hacer las cosas largas.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Romero solo

Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin otro nombre, sin más oficio ni pueblo.
Ser en la vida romero...sólo romero.
Que no hagan callo las cosas en el alma ni
en el cuerpo
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero;
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
n iel tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos
decía el príncipe Hamlet
viendo como cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos,
cualquiera sirve, cualquiera ...menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas en el alma ni
en el cuerpo
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero;
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo,
ni la flor de un huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

León Felipe. Poeta. Nacido en Tábara (1884-1968)

viernes, 12 de septiembre de 2008

Volveremos


Sólo 3 veces arriba. Chava. Simoni. Heras.

Creí en el primero, pero murió. Desconfié siempre del segundo. Me desviví por el tercero, y se vendió en las últimas, aunque guardo su autógrafo con tanto cariño como la foto con Bettini.

Mañana, vuelven a subir la Cueña les Cabres. Y el 23,5% a mí me vale. A ellos, para llegar al cielo, tambien. Mañana me toca confiar en un clasicómano del que quiero creer que aún no ha vendido la Vuelta por un chubasquero, porque dicen que los murcianos y el agua no son compatibles.

Vuelve el Angliru. Como el final de las pesadillas del dopaje. De los malos tiempos para el ciclismo, al que todos daban por muerto. De la tiranía de Armstrong. Como el final de las siestas de verano. Como los buenos, los viejos, los mejores. Quien gane mañana no habrá ganado sólo (¿sólo?) una etapa en La Vuelta. Volverá a ser un dios. Desde ahí arriba, seguro que se ve mejor el cielo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

When you were young

Cuando éramos jóvenes cruzábamos en las noches de lluvia los pueblos fantasma como si fuéramos truenos o leones, negros y rojos. Levantábamos a nuestro paso nubes de vapor fino, y no se veían las estrellas a través de los cristales tintados. Nos reíamos al aparcar, y salíamos al frío pensando en todas las veces que ya habíamos hecho esto, y en las que aún nos quedaban. Caminábamos por el empedrado, y nunca nos resbalábamos, ni nosotros ni nuestras ganas.

Entrábamos en los bares, atestados, y los llenábamos más con nuestro humo, y los olores de cubata y cerveza. Bailábamos como podíamos, cantábamos las que sabíamos, y también las que no; y entonces los estrechos y húmedos tugurios de nuestra pequeña ciudad se nos terminaban demasiado pronto para todo lo que habíamos pagado.

Así que huíamos incesantemente calle arriba, donde siempre nos encontrábamos a alguien más que se uniera al asunto, siempre nos parábamos un millón de veces con conocidos y desconocidos, a hablar de nada, y siempre nos quedaban ganas de haber encontrado a alguien más.

Nunca se nos hicieron dos noches igual de largas, porque a veces el infinito eran las dos y media, y a veces amanecíamos de pie y con el vaso en la mano, como dicen que hacen los grandes.

Cuando éramos jóvenes volvíamos a casa con la cara tranquila y una sonrisa ligera y adormilada pintada en la máscara; regresábamos más despacio, y a media luz, cantando canciones de amor en el radiocassette, y entrábamos por la puerta de atrás para no hacer tanto ruido.

Y, al despertar, contábamos historias con o sin resaca, sabiendo que en realidad no teníamos demasiado que contar, pero no encantaba engañarnos, por aquello de ser jóvenes.

When You Were Young - The Killers

miércoles, 10 de septiembre de 2008

All you need


"No puedes hacer nada que no pueda ser hecho. No puedes cantar nada que no pueda ser cantado. Puedes aprender a jugar el juego. Es fácil.

John y Paul lo decían hace cuarenta años. Los años del amor y las rosas. Años de adoquines y sueños con tupé. ¿Y ahora qué tienes? Ahora huyes una vez más a esconderte. Con o sin nada. Nada encima, nada debajo. Ahí fuera hace frío, y tú sin nada. Son cosas que el tiempo no cambia. Vámonos de esta habitación al espacio exterior. Eres un tópico más. No puedes salvar a nadie que no pueda ser salvado. Quítate esas mallas, y empieza a caminar por la sombra. Quema tu ira con palabras en silencio, y con dolor en los brazos. No trates de herir, trata de amar. La vida una vez fue maravillosa [pero no me acuerdo de cómo lo hice para llegar allí] Y me dices que te gusta el presente. En serio, esto no es una canción de despedida. No es otro más de todos los intentos de sobrevivir. Señora, no me mire así; su hijo también se droga. Yo al menos tuve un motivo para empezar a correr. No como esos cabezas cuadradas que ven a los etíopes en agosto. Ojalá pudiera apagar la televisión, y pasar olímpicamente del asunto. Porque cada vez quer nos miramos me doy más cuenta de que esto no lleva a ningún lado. No me suena el móvil. ¿Estás ahí? ¿Hay alguien ahí fuera?

No puedes hacer nada excepto aprender a ser tú mismo en el tiempo. Es fácil."

martes, 9 de septiembre de 2008

El Blues de Videmala

En honor a Sir Kronen.

"Sabes?
En Videmala llega una hora de la madrugada, a últimos de agosto, o la primera de septiembre, en que se acaba el mundo.
No es ningun Gran Colisionador de Hadrones, que amenaza con terminar con esta puta historia con un agujero negro por el que nos iremos como tragados por el gigantesco retrete del universo.
Se trata de una sencilla sensación en el estómago, cuando las luces se han apagado, y tú te quedas mirando a su espalda, cómo se va, y todo lo que tienes que decir es basura, y risas, y el momento para el que has estado ensayando ya se ha ido, y nadie te va a creer nunca, por mucho que dejes de sonreir y pongas tu cara convincente. Por mucho que tires a esa tapia de piedra el vaso con el whisky naranja barato, para que vean que ya no bebes, que si lo haces es porque te da la gana, porque te entiendes con el etanol, y sabes cuando te hace hablar, y cuando tienes que mandarle que se calle. Pero ellos están ahí, están fuera. Están sentados, o de pie, y qué más da, si no son los que deben escuchar.
El Blues de Videmala no es poesía marica de contenedores grises, es una canción con la que cantar cuando a las seis de la mañana echas vaho por la boca, y no te la va a cerrar nadie. El Blues de Videmala es el frío en la espalda sudada.

Qué cojones. El Blues de Videmala es cuando ves que otro año más no has hecho nada porque has mezclado tantas veces la risa con la realidad, que ni tú mismo sabes distinguirte de tu propio personaje, se llame Rubén o Víctor, se llame Jaio o Derteano. El Blues de Videmala no se canta, no tiene letra, porque todas las letras están escritas ya, o acabarán por escribirse algún día.

La poesía marica de contenedores grises diría que el Blues de Videmala es intentar querer, y tener que fingir que todo va bien. Pero la verdad es que tanto ruido para nada, y nadie va a escuchar la verdad que tenemos, porque esa se dice callando. Pero yo no me voy a rendir tan fácil. ¿Tú? Tampoco."