jueves, 18 de septiembre de 2008

Y oír, y ver.

Para David y David. A uno por la frase que me inspiró, y a otro por la terraza de noche.

"Ella tenía dos lagos azules en las órbitas, y yo le pregunté si era de no haber llorado nunca.
- Qué va -me respondio-. Son de recoger la lluvia por las mañanas en mi tierra.
- Así que no eres de aquí- seguí avanzando. Y me contó que no, que era del norte, como todo lo frío y seco [el viento, el bacalao, el vodka] Y que si había venido aquí era por casualidad.
- La casualidad no existe, afirmé, tajante, con gran convicción. Entonces giró la cabeza desde su bolso hacia mí y me miró con aquellos ojos. Me rendí, que quereis que os diga. Ella se sonrió levemente.
-Pensé que eras más duro de convencer -mientras seguía riendose. Yo, bajaba la mirada como disculpándome por no haber sido la máscara prometida.

EL caso es que se fue, un día de febrero, y no la volví a encontrar. No fue una historia desesperada. Los primeros días los achaqué a un despiste por su parte. La tercera semana pensé en unas largas vacaciones de invierno. Cinco meses después ya la di por perdida definitivamente. Escuché alguna noticia sobre su música en conversaciones ajenas, como quien oye el telediario distraidamente mientras lee un libro en otra habitación.

Yo seguí con mi vida [supongo], acostándome tarde y levantándome pronto. Pasando frío en invierno y calor en verano, escribiendo cartas a máquina y postales a mano. Bebiendo aua de día, y de noche sólo zumo. Sentado en la terraza por las noches pensaba que sería genial fumar allí, bajo las estrellas, con esa puta pose elegante que te da un cigarrillo. Pero no fumaba, así que me rendí.

Fue una noche de agosto de delante de la televisión cuando volví a acordarme de ella. No había borrado su número de mi móvil, así que podía haberla llamado en aquel mismo instante. Pero, ¿qué le habría dicho? Yo no la echaba de menos, yo no la quería, yo no había vuelto a recordarla en tres años.

Dejé el teléfono en la mesilla, salí a la terraza a no fumar, y ella y su pelo negro se fueron de nuevo.

- No te persiguen las cosas que haces -me dijo un amigo una vez-. Te persiguen las que nunca hiciste."

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad que la noche en mi terraza estuvo bien