Para la vida que nos enseñaron.
"Vamos a destrozar nuestra vida, decían los buenos, viejos y grandes. Pero nunca pensaron que alguien les hiciera caso, y que se levantara con los tejados cubiertos de escarcha, y con el miedo atenazando hasta el último nervio del cuerpo. Me prometí sobrevivir, y aquí estoy, arrastrándome, con los dos últimos tiros en el hígado que creo que son mi final. Es curioso ir escribiendo mientras te apagas, es como el dulce atardecer de una bombilla que va dejando de dar luz. Nada de esos asquerosos fluorescentes que para apagarse centellean hasta dejarte ciego. Ese no es mi estilo. Mi estilo es el de la bombilla de 40W. Poco a poco, es como va esto, muy poco a poco. Mis oidos han ido dejando de percibir nada más allá de tres metros a la redonda, mis ojos han ido cerrando el ángulo lateral. Las manos se me apagan levemente, las noto frías y cansadas, y mientras para el resto del mundo hoy no es más que hoy, para mí es el final. No hay recuerdos más graves que los últimos recuerdos que te lleves. Yo me pregunto si esto es el final, y si lo es, ¿cómo remediarlo?"
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