Eres tú mi artista preferido/deja que camine juntos a ti/prometo estarte agradecido
Hubo una vez un género de hombres al que nada le importaba lo que dejaba atrás, ni siquiera lo que dejaba escapar, porque nada dejaba escapar. Un género de hombres que miraba cada oportunidad con ojos llenos de ansia porque sólo necesitaban creer en ellos mismos.
Llegó el frío, la soledad y la noche, y ese género se extinguió porque su nicho ecológico lo colonizó otro género al que no le salían chispas de los ojos al mirar, ni caminaban sólo hacia adelante, iluminados por los tigres de neón que poblaban las aceras.
Ese segundo género se hizo con el control absoluto de la tierra conocida, y nunca supieron, oyeron, o entendieron de nada que hubiera pasado antes. Antes era una palabra fuera y lejos de su léxico, antes no significaba. Nada. Pero nada tampoco significaba para ese género, olvidado de toda abstracción y metafísica posible. Ni sueños, ni música, ni letras.
Hoy en día sobre nuestra tierra no llego a conocer si subsiste alguno de los dos géneros mencionados. Pero yo cada día cuando me levanto tengo miles de letras metidas entre ceja y ceja, y esto sólo es la lucha de esos dos géneros, por sacar a relucir entre ceros y unos digitales las palabras que dibuja una voz en mi cabeza.
Algún día se caerá el sol a cachos, y entonces veremos si es verdad que no hay ayer, o la verdad es que no hay mañana. Pero nunca se podrá negar que no hay un hoy. Ese día no habrán servido de nada las letras y las palabras, las luchas vanas, y las vanas ilusiones. La vida es un baile de ilusiones dice Andrés.
Ante la duda, sólo puedo decir que ese día, si es que llega ese día, tendré que estar agradecido. Agradecido a todos los géneros que equivocados o no han escrito y dibujado letras, canciones y colores. A cada uno de los hombres que, existiendo a contrarreloj ha puesto algo antes de que le cace el otoño, la lluvia y la niebla. A cada uno que ha trabajado, y trabaja, para que el olvido no se lo lleve.
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