lunes, 1 de marzo de 2010

Patología General

En algún momento del ventrículo izquierdo me hierve la sangre. Luego la eyecto con un golpe seco hacia arriba y se desvía en la carótida común izquierda, supongo que se me termina perdiendo alrededor del polígono de Willis. Girando caliente y sin sentido fijo, creo que a eso es a lo que le llaman darle vueltas a la cabeza. Porque yo intenté girarla sobre el atlas y el axis y todo lo que obtuve fue un collarín durante tres meses, ¿verdad que me voy a mejorar, doctor? usted sólo dígame que sí, que para el resto yo siempre he sido muy bueno, y mire, ahora que viene la primavera saldré a rellenar mi atelectasia con esporas de gramíneas, a meterme corticoides por la boca hasta que me salgan por los poros y así deje de oler esta sarta de feromonas que me inmunizan contra todo lo que me roza la piel.

En algún momento de mi estómago todo este factor intrínseco se me está saliendo, será por eso que la sangre se me ha licuado bajando mi hematocrito, haciendo que me hierva con más facilidad en ese ventriculo que le decía, y mi hígado tiene tubos de colores que seguramente acabarán por estancarse y mi barriga será el estanque de patos donde mi abuelo me llevaba a tirar las migas que quedaban en el mantel. Son geniales los abuelos que sacuden el mantel desde el balcón y luego se quedan viendo cómo vienen los gorriones al asfalto, y no les importa el inherente riesgo de atropello ni de asfixia por los gases emanados al calor de este verano que ya huelo. Yo le hablaba de mi precioso y fibrosado hígado, cuya cápsula se irá derritiendo al alcohol etílico como podría derretirse mi bazo en una colisión frontal a cientotreintkilómetrosporhora, como podría derretirse mi tabique si siguiera los pasos de Mick Jagger, como podria derretirse mi tibia si me hiciese skinhead.

En algún momento de mi vejiga guardo toda la prisa de que la ciudad líquida se me oculte entre las piernas, y la hiperplasia benigna de próstata es sólo otro factor de riesgo más que me va a acercando a las arrugas en la frente, a la constante pérdida de colágeno a la que nos hallamos expuestos en este planeta regado por radiaciones ultravioleta, que se extinguirá bajo el manto terrible de políticos y agoreros que escriben manuales que pesan toneladas en la espalda y en la mente apenas pesan, pero ocupan todo el espacio donde debería ir la poesía de Baudelaire, los herederos de Baltasar Lobo y los atardeceres en la playa de Caparica.

Doctor, yo sé que sólo soy hipocondríaco, pero le juro que cuando ella no me mira me duele un poco más. ¿Es grave?

1 comentario:

MANUEL IGLESIAS dijo...

No parece grave. A la primavera no hay que tenerle miedo ( ¿cómo sabe que ella no le mira?). Se puede tomar, cada mañana una cucharadita del recuerdo que tiene de su abuelo, echando miguitas al estanque. Y, sería interesante enamorarse cada día, al salir del portal. Aguantar la respiración y enamorarse. Esas otras ..."cosillas", será el futuro imperfecto quien las ponga en su sitio.