domingo, 4 de octubre de 2009

Otoño nuclear


Cuando en la década de los 60 todo mundo se puso a vaticinar el fin del mundo hablaron del invierno nuclear, provocado por cabezas atómicas que cubrirían de un intenso humo negro la atmósfera evitando que los rayos del sol llegaran a la superficie, además de otros millones de catastróficos fenómenos, como las lluvias ácidas y las radiaciones con tremendos efectos mutantes que cabiarían para siempre la faz de nuestro planeta.

Pero nadie se paró a pensar nunca en este otoño que se está llevando antes de tiempo las hojas, que nos cierra las puertas a un verano y nos abre los ojos a todo lo que queda detrás del hasta luego, que ha erosionado los lugares por donde solíamos jugar, y toda la esperanza que tenemos es este búnker de hormigón armado con agua para 9 meses.

Al final habrá que reinventar todo lo que conocemos para sobrevivir, nos veremos a nosotros mismos entre calles derruidas y coches oxidados, desterrados del polvo y de la luz, escapando de fantasmas que no hacen ningún ruido, y sentados esperando algún barril metálico de petróleo en el que encender las manos. Y esperar a que se (nos) cure el otoño nuclear.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy poético Jaio, de verdad...Aunque creo que te has dejado llevar por la corriente(muy cristiana ella)conspirativa que todos llevamos dentro.Bien que nos estamos cargando el planeta a base de paletadas neoliberales y despreocupación alarmante, pero la cosa no irá tan lejos.No infravalores al ser humano,ahora mas que nunca;envueltos en descalabros econónicos,descreimiento politico, desorientación moral y fundamentalismos tiránicos,el humanismo se VOLVERÁ a abrir un hueco logico y consecuente con resultados provechosos o quizá sorprendentes(vease Noam Chomski, vease cualquier filosofo humanista, Camus, por ejemplo )-

Creed ciudadanos.No hay fin posible cuando la meta esta escrita.