lunes, 12 de octubre de 2009

Del lado del diablo

Él siempre estuvo del lado del diablo, cómo no estarlo con el llanto de esa niña en el salón por encima de los 89 dB que recomienda la Unión Europea, que entiende de todo eso y mucho más, que pone y quita tanto orden. Del lado del diablo, sí señor, usted que tanto ha visto, usted que ha estado tantas veces a ambos lados de la barra, podrá ver qué fácil es saltar por encima de la encimera, que para eso está arriba, qué fácil es cambiar, qué fácil es. De lado del diablo, porque una vez estuvo del lado de Dios. O Dios estuvo de su lado, ya no lo recuerda. Dios y él estuvieron en el mismo lado, mascando el mismo tabaco, que les daba nicotina pero no cáncer de pulmón, con ventajas como esta uno debe ser muy tonto para dejar escapar las oportunidades, o eso dicen en los mejores anuncios del Corte Inglés. Luego Dios dejó de dar noticias, anunciaron en la película de Díaz-Yanes. Y él, que no creía en las películas españolas pero se tragaba cualquier tráiler, lo vio, y se hizo ateo. Como ella aquella vez, ella también se hizo atea después de la pregunta. Cómo no hacerse, si para la gripe A no hubo más remedio en aquel inframundo que dejarlo todo de lado y echarse a andar con el carrito de alambre hacia otro barrio de mejor estofa, de color más gris y menos sucio. Una vez todo estuvo limpio, hasta ella y su conciencia, pero las lluvias con las que octubre recibió al monte, lo embarraron todo y se le olvidó el nombre de la alegría, de la calle en la que tenía el garaje, y del perro con el que solían salir a dar sus entretenidos y proletarios paseos. Se hizo atea el día que decidió que esta sociedad prefiere limpiar las mierdas de sus perros y enviar a sus padres a residencias pagadas en las que los medican y les ponen los pañales que ellos tuvieron de pequeños, para que no se les irrite el culo y no les salgan escaras ni úlceras por presión. Presión fiscal sobre la herencia.

Ellos una vez estuvieron del lado de Dios, si es que Dios tuvo un lado, porque decían que era ubicuo. En ese caso, nunca habrán abandonado su lado, pero de todas las formas están lejos de lo que eran cuando eran niños, y mucho más cerca de lo que serán cuando se estén pudriendo en otra residencia con pañales.

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