viernes, 2 de octubre de 2009
Golpe de estado
Me pondré en pie después de toda esta guerra, después de esta estúpida transición en la que estamos metidos, silenciando todos los movimientos, todas las operaciones, a pesar de que conocemos a los contactos, a los espías y los contraespías. Me pondré en pie después y quizá no alce la voz, porque no soy de esa clase de valientes ni llevo los galones necesarios encima de los hombros. Estos juegos en la sombra nos divierten, y lo sabemos, pero llegará un día en que tengamos que salir al medio de los focos a dar la cara, cuando no valgan arrepentimientos ni vueltas atrás. Tomaremos el poder, recurriendo a la fuerza si fuera necesario, aunque espero que no haya que derramar ni una gota [de sudor] en este affaire que nos mantenemos. Pero paciencia, paciencia. No ha llegado el momento de sacar los tanques a la calle, ni mucho menos de desenvainar, por ahora es el momento de permanecer silentes detrás de la frontera, en actitud hostil, jugando a la desinformación y que los diarios publiquen en primera plana noticias al respecto de cualquier otro conflicto desarmado que tenga lugar en escenarios alejados de nuestras calles. Luego vendrán los tiempos duros, o los buenos tiempos, pero por hoy propongo que se sienten, coño, y que disfruten de la función que representamos. Y a lo mejor al final hasta firmamos pactos encima de algún capó. O en el asiento de atrás.
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