sábado, 31 de octubre de 2009

Loser se escribe con Ñ

Ella son setecientos treinta días después.

Supongo que queda bonito decir que ella personifica la metáfora de lo que es la ilusión para mí. Desapareció, y sin embargo resulta que nunca llego a irse. Que sin decirlo preguntamos cada mes el uno por el otro. Y cuando nos vemos, hablamos de música, ¿cómo no?.

Ella está más delgada de lo que la recordaba, dice que yo estoy más grande y fuerte, y aún así creo que ninguno de los dos hemos cambiado lo suficiente como para estar diferentes. Qué vida ésta, que te junta y te separa como quiere. Yo siempre fui el cobarde, el que sin pretenderlo huía de la ciudad cuando ella llegaba, el que nunca iba. Anoche me tocaba asumir mi papel, dejar de ser la estatua de sal para dar un salto mortal; anoche según las crónicas me tocaba ser valiente. De acuerdo, quizá no era un salto mortal, sólo se trataba de un paso, pero siempre fui pésimo con las perspectivas.

Ella está más delgada de lo que la recordaba, pensé otra vez cuando la abracé. Y me seguía impresionando su sonrisa en rojo, muy rojo. Ella es el estereotipo, y al mismo tiempo está muy por encima de eso, de cualquier topicazo, porque si hubiera muchas más así, esta mierda de sitio sería bastante mejor. No voy a entrar en palabras vanas que cuenten sus principios, sus ideales, su honestidad; no os engañeis: tiene todo eso, y le sobra; de hecho podría pasarme horas hablando de que a veces la admiro. Pero a mí me importa por ser quien es, no por ser como es.

Ella son setecientos días después. Ella es lo que la ilusión debería ser en la vida de cualquiera.

Yo, iluso, y un poco más grande y fuerte que la última vez, no había pensado nunca que dos personas significasen tanto por separado, y que sin embargo por eso mismo no pudiesen llegar a ser uno.

Aunque en realidad quiero decir también que siempre pensé que un “sí” no iba a ser nada fácil, pero tampoco se me había ocurrido que un “no”, con esa sonrisa en rojo, con ese marco en negro, fuese a ser tan difícil. Anoche, no dejeis que os engañen, no fui valiente; de haberlo sido la habría besado, y no habría tenido que volver a esperar otros setecientos treinta días.

Yo no sé lo que es esta vida, no tengo ni puta idea de lo que se esconde detrás de cada nuevo recodo, no entiendo nada de si hay o no hay un destino ahí, de si hay una entidad inmanente y trascendental que juega con nosotros, o si simplemente somos nosotros los que caminamos a nuestro ritmo.

Sólo sé que me aburre que cada historia de todas las que escribo acaba con la escena en la que de espaldas me voy caminando contra fondo negro y naranja al amanecer, y todo queda fundido a negro. Y luego salen los créditos, porque la palabra “fin” no me gusta para una película tan heavy como esta.

3 comentarios:

Unknown dijo...

felicidadeeeeeeeeeeeees jaioooooooooooooooooooooooooooo


:D

RubenBartolome dijo...

Loser se escribe con demasiadas letras.

La Flor del Sauco dijo...

no estoi inspirada hoy para escribir..... volvere.... y te dejare un comentario digno de mi....