No importa dónde hayamos nacido ni dónde vivamos, porque cada uno de nosotros somos los suburbios, los tenemos dentro como construcciones repetidas hasta el infinito, todas nuestras calles se parecen y por las noches dan miedo si no están iluminadas, cruzamos de acera para evitar lo que tememos y apenas llegan líneas de autobuses. Pese a todo, siempre queda algún descampado donde, de verano en verano, alguien prende fuego y entonces vienen los bomberos y salimos en las noticias, es entonces cuando parece que existimos realmente, justo cuando alguien se acuerda de nosotros.
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