domingo, 30 de octubre de 2011
el hombre, el mito (IV)
[...] Me tengo que aguantar las ganas de reír a carcajadas, sobre todo porque estoy en un cementerio. Pero me reiría, colega, me reiría hoy por todas las veces que se han reído de mí. Pero recuerdo, estoy en un cementerio. Johnny, cuando suene esa lápida y los obreros pongan silicona en las juntas, nadie se acordará de ti. ¿Acaso te acordarás tú? Ahora que tengo en la mano la victoria y sé que es efímera, la disfruto. Me los imagino a todos, por separado, Johnny, esta noche, en sus pisos, con la luz encendida y la calefacción apagada, pensando en todo lo que han perdido en una sola guerra. Pero, ¿sabes? Otros ya hemos perdido, otros ya hemos pasado por ello. Yo te perdí a ti, en cuanto pongan esa lápida y cierren con silicona para que tus colegas vengamos en noviembre a traerte flores y tabaco de liar. Me reiría a carcajadas, pero no me sale porque es un cementerio y tu novia me miraría muy mal. Sé que te reirías conmigo, Johnny, si pudieras ver que con todo lo que perdimos, al final, o al menos hoy, hemos ganado. Mañana, ya veremos. [...]
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