lunes, 24 de octubre de 2011
Andar por casa
A nuestro paso por las ciudades seremos flores atadas con celofán a las farolas coronando pasos de peatones, y jirones de niebla que corren por encima del agua cuando cruzamos el río para ir a trabajar, sólo eso, homenajes efímeros a héroes anónimos. Candados en los puentes, graffitis en las paredes, folletos semanales de publicidad en los buzones. El precio de lo cotidiano es el que te marca la piel, la que huele a lejía después de limpiar el cuarto de baño, el calor instantáneo de los radiadores eléctricos, el tacto húmedo de las toallas cuando otros se han duchado, los hilos de sangre en pañuelos de papel y el moho de las naranjas. Somos rostros en la masa que nunca luchan por sobresalir de la cartilla sanitaria, lo dicen las salas de espera en los centros de salud. No nos va a matar el tabaco, sino los martes de lluvia a los que tendremos que sobrevivir mirando por la ventana del cuarto de estar, pero, en cierto modo, para las generaciones que no nos ganaremos la eternidad en un campo de batalla, la eternidad de la monotonía será al mismo tiempo cielo e infierno.
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1 comentario:
hoy te vi atravesando el río, con cara de frío.
supongo que compartíamos eso, el frío. Aunque yo iba dentro del coche, dentro, dentro... estaba congelada.
"feliz" lunes.
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