miércoles, 23 de noviembre de 2011

lana

Ahora engrosan las colas del paro todos los que antes falsificaron mantas para las casas que crecían en los suburbios, casas como la que nosotros habitamos, dónde están ahora esas mantas mientras, congelado, estiro un brazo para agarrarte sobre las sábanas de nieve, y si te estiras para agarrarme y no me encuentras, no te preocupes, me habré ido sin ruido, estaré tejiendo para el invierno que se asoma, ocuparé las fábricas que ya nadie usa y con la lana que encuentre en el camino, prendida en los matorrales, haré nuevas mantas de colores con parches de colores para tapar agujeros de colores que nos cubran los pies, fríos, fríos, volveré por la mañana cuando tú todavía duermas y te cubriré en silencio, sin que abras los ojos, te dejaré allí arropada, quieta, me iré a la cocina a por café, pero si me canso de esperarte en ese reino de azulejos de hielo volveré sin ejército para anexar tu territorio, de modo que sean mis noticias de guerra relámpago las que te despierten, por eso no tendrás más remedio que firmar la rendición y guardarte cláusulas en el tratado de paz para que yo me duerma tranquilo soñando que te vengas de mí, hasta que suceda, y amanezca por fin con tu deseada venganza.

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