miércoles, 16 de noviembre de 2011
El hombre, el mito (V)
El tiempo, que nunca sobra, viene a visitarnos de vez en cuando. Y los estúpidos abren las ventanas del salón, le invitan a ponerse cómodo en el sofá, le regalan bombones y tratan de detenerlo inútilmente, sin saber que es uno de esos invitados que sólo te muestran cortesía porque tu casa queda de camino hacia otro destino más lejano. Aparte de eso, había gente como Johnny, que veía mal de lejos y buscaba su cara entre todas las de la ciudad. Johnny, que veía mal de lejos y buscaba su cara entre todas las de la ciudad no solía reconocer al tiempo hasta que no se le había echado encima, por eso no preparaba nada y le dispensaba un trato rápido, en ocasiones maleducado. Sin embargo, sabiendo que el tiempo iba a seguir su camino de todos modos, Johnny seguía con el suyo propio. Y se diferenciaba de los estúpidos en que, a pesar de terminar sabiendo e ignorando lo mismo que ellos, al menos a él nunca podrían acusarle de malgastar los zapatos dando vueltas.
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