viernes, 6 de marzo de 2009

Va de viernes

Hoy me levanté, me duché y me corté un brazo. Sin querer, eh. Al principio no lo noté, fue duro pero fue contra mi armario, así que fue un choque digamos que familiar. Y luego dije: oh, dios, otra vez el brazo derecho no, ya la hemos cagado. Así que me tapé el muñón a la altura del hombro con tres toallas que dejaron de ser blancas en pocos minutos, y tiré el brazo a la papelera de mi habitación. Para compensar, me concedí seiscientos gramos de paracetamol, y seguí la jornada. "Hey, tío, ¿y tu brazo?" Bah, ya ves, cosas que pasan. Tirando p'alante con sólo la zurda. No os creais que fue fácil, la verdad es que lo asumo con dignidad, yo hago mi vida y eso. Pues nada, ahora escribo menos cartas y más despacio. Cambiar de marcha es una mierda, así que decidí pasarme al transporte público. También tuve que adaptarme a mi vida de soltero onanista y solitario, de modo y manera que ya no me valen mis viejos gayumbos, porque cargo hacia la izquierda. ¿Qué pensabais? Puedo tener sólo un brazo, pero no por eso dejar de estar soltero. Y nada, ahí andamos, como decía mi abuelo, el hombre, un tío sabio, ojalá me hubiese visto desenvolverme sin mi brazo derecho, habría estado orgulloso de ver cómo gané el campeonato del barrio de pingpong, y quedé finalista de volley a una mano. Sí, sí, y todo esto porque me levanté un viernes y me corté un brazo, pero sin querer, eh. Si es que las cosas tienen que ser naturales, son los palos de la vida, y bueno, podría ser peor, en fin, podrían haberme cortado la luz, el gas, o los huevos, y aún así tendría que seguir adelante, que lo dice el bueno de Punset. Lo de los brazos es una cuestión meramente materialista, lo importante es no marearte cuando te ves o te ven al espejo, cuando te llaman por teléfono con buenas nuevas o algo por estilo. Yo que sé, si yo de esto no entiendo. A mí dejadme tranquilo, que cuando me toca colocarme la almohada ahora o dormir de lado es dificilísimo, que doy vueltas en la cama de noventa como si no costara, y algún día si que me va a costar un disgusto. Ay, madre, si lo llego a saber aquel viernes habría salido a emborracharme la noche anterior, quién me manda levantarme a las siete de la mañana y ducharme, que igual voy y me quedo sin brazo en un bar, ya, nadie dice lo contrario, pero lo mismo me habría salvado. Bah, en el fondo lo importante es que todavía tengo el izquierdo para sacarle la peineta a todos esos suertudos que conservan la otra mano. Qué mal repartido está este mundo. ¿Me da usted una monedica pa' ponerme?

1 comentario:

iruma dijo...

jajaja me gusta mucho