Él tenía un magnum de 9mm
y yo tenía una estilográfica Faber Castell
la última vez que nos encontramos.
Luego pasó mucho tiempo, y el tiempo
va acumulando los rencores
que se hacen bolas de nieve grandes
montaña abajo.
Después volvimos a vernos. Y
él dijo:
"Tengo una bala que lleva tu nombre".
Yo, yo me reí, y
le dije:
"Yo escribiré la bala que va a matarte".
Así que aquí estoy. Y, en cambio,
a él no le vereis
por ninguna parte.
2 comentarios:
Las balas son las que matan de verdad.
Lo de que las palabras y las miradas es una sucia retórica de los ricos.
Luchar es como tu dices, pero al lado de esa acepción, debería venir: "perder el tiempo".
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