sábado, 21 de junio de 2008

Una aguja en un pajar

Para el calor que se me pega. Ojalá se me pegasen más cosas.

Tú crees que estoy cantando en el desierto. Yo sé que sólo muere lo que olvidas.
Fito Cabrales

"La última vez que nos encontramos fue hace once años en una iglesia. Praga da mucho de sí, ya ves tú. Once años, desde aquel mayo, joder. Ni me acordaba de su cara. Pero ella, anoche, recordó perfectamente la mía, y mi nombre. Y yo casi caigo la litrona, pero me recompuse a tiempo, con la suficiente consciencia como para decirle :"cómo te va la vida". Yo no sé quién me engañó...si te cuento la verdad, estaba bastante perdido, y ella estaba tan segura como siempre. Así que procedimos a un suave intercambio de frases inocuas. Le va bastante bien, los hospitales son su mundo, o eso dice. Ilusa, en ese mundo no cabe nadie más. Y los que entran, tienen poca opción de salir. Pero bueno, que da igual, que es su mundo, y allá ella. Parece que tiene dos dedos de frente. Y yo de fiesta, porque hay cosas que cambian de vez en cuando.
Mi cara no, por lo que parece. Once años, dios mío. Es como encontrar una aguja en un pajar, y yo con una camiseta de los Beatles sudada; no es que me arrepienta de llevarla, ni de encontrarmela, es simplemente que me resulta tan curioso todo de vez en cuando, que cuando me siento a comer pipas en mi banco del paseo marítimo, me gusta pensar diez minutos sobre toda esta mierda de causalidad [no casualidad] en la vida. Yo soy el pajar, y ella era la aguja que me ha pinchado. Y yo algo borracho, lo suficiente para que me la vuelva a cruzar pasado mañana y no me acuerde. Dios, no es cuestión de dejarlo, sólo me pasa un par de veces al mes. Pero es que cuando me pasa, no hay razones lógicas. Esto merece que me compre otro paquete de pipas.
Pero yo camino arrastrando las zapatillas, y con el cuello doblado hacia adelante, invitando a la colleja, quizá eso es algo de lo que me siento tan orgulloso o tan incapaz, que cuando nos volvamos a encontrar y hayan pasado veintidós años desde entonces, me ría porque me volverá a conocer. Soy malísimo para las caras, y luego voy y me acuerdo de la matrícula de su Honda Accord. Bueno. Y de la tapicería de su asiento trasero. Aunque no fuera más que porque la vomité un par de veces."

PD: J.A.Barrueco me incluye en la lista de blogs del suyo propio. Y sin que yo se lo haya pedido. Flipante. Gracias, J.A. Barrueco. Te seguiré leyendo todos los días.

5 comentarios:

Amapola dijo...

Vaya pajar! no debía ser tan grande............cuando se encontró la aguja!
Saludos

Anónimo dijo...

Se oyen cláxones, gritos, un helicóptero y un perro que ladra, no se sabe si al penalty o al calor.
A las ocho, lo quioscos llenos de gente, y chicas con la bandera de España en las mejillas, yo con restos de palabras (turquesas, para no variar) en el brazo derecho.
Y cláxones, y las luces del edificio de enfrente se han ido apagando, y los gritos a pie de calle suben el nivel de decibelios.
Y yo, sigo estudiando constitucional, que queda hasta serio y formal.

Paz dijo...

ah, y no se dice caigo, o la tiras, o se te cae.
La litrona, digo.


(yo en mis trece, ya sabes)

Paz dijo...

pero si has puesto acentoss!!!!


¿te puedes creee que no me había dado cuenta?

(ya paro)

RubenBartolome dijo...

ES que JAB entre otras cosas tiene un gusto exquisito