Para el globo que se va desinflando.
"Tengo la absurda necesidad de reinventarme cada noche delante del espejo que es mi ventana; le hablo a mi reflejo en segunda persona, y a mi dios en plural mayestático, que se esconde en las nubes. Abro la ventana cada noche sentado encima de la mesa, con frío en los pies, y con vacío en el estómago, y entonces cierro los ojos, y se dibuja la noche de Sanabria en mi mente, y lo oigo de nuevo, como si nunca me hubiera ido.
Tengo la estúpida inquietud de girar la cabeza siempre en el bus, para ver pasar el campo, que ya se está secando. Mi garganta se reseca de tanto hablar y no decir nada, creo que hace tiempo (desde que se fueron las tormentas de Murtzia) que ya no llueve, y me voy convirtiendo en otro daño colateral más del cambio climático, desertizándome poco a poco, y arena en mi espalda, llena de granos. Como mi frente.
Tengo la increíble capacidad de calcar mi vida, sin carboncillo, de una estación a otra (y no he encontrado aún donde bajarme) y vuelvo a estar en los mismos lugares, lugares comunes, y sentirme el mismo desconocido. Y llegará, porque va a caer una de las buenas, una de esas que limpia la calle y te encharca el corazón, pero nunca los pulmones.
Tanto me preocupo por lo que tengo, que va a llegar Italia, nos mandará a casa en el próximo partido, y me volveré a dar cuenta de que en realidad lo que tengo y no tengo es una mierda, porque con una simple ilusión, o desilusión, te pueden cambiar el día."
1 comentario:
Me salió francamente bien. Justamente fallé las de corrientes de psicología y las de afasias, pero las de desarrollo las hice bastante bien. Y ahora, epidemiología, los bebes muertos y las muertes esperadas y el 50% de los que no volvieron al estudio están vivos y el otro 50% muertos.
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