lunes, 2 de junio de 2008

La tienda de mi tío

No es una metáfora, no es nada literario ni empalagoso. Es solo una historia de familia.

Mi tío cerró su tienda hará cosa de un mes. Era la típica tienda de barrio, que me encantaba. Puerta de metal, todo escaparate. Vendía lo que se llamaba antes ultramarinos. Pan, conservas, vino, fruta, dulces de todo tipo, y algunas cosas de limpieza para la casa. Tenía el suelo de terrazo desgastado, ya no brillaba por mucho que mi tía lo fregara. Las estanterías, como todo lo demás de la tienda, eran viejas y metálicas. Había también otros expositores más pequeños donde ponía los productos de temporada o los cercanos a caducarse. El mostrador, forrado con papel adhesivo por fuera marrón y por dentro horriblemente azul. Al fondo de la tienda, bastante oscura toda ella, por cierto, una puerta únicamente cegada por una cortina daba a la trastienda. La tratienda, llena de cajas de cartón, estanterías azules, y un tragaluz, que le daba aspecto de película.
Sería más justo decir que la tienda entera tenía aspecto de película, es el clásico escenario de serie sobre los años 60 o 70. La atendían entre mi tío y mi tía como buenamente podían, heredada de los padres de mi tía. Ponían buenas caras a todo el vecindario de Las Cortinas de San Miguel (parte alta y rica de Zamora), llevaban los encargos a pie a casas particulares, mi tío iba con su Renault 4L (cuatro latas para la familia) al Mercazamora todas las mañanas. Conocieron buenos tiempos, seguramente. Porque las tiendas de barrio son así, las veas como las veas, sabes que han tenido buenos (mejores) tiempos.
Pero los tiempos van cambiando, como dijo Bob Dylan. Y hemos ido cambiando, esta sociedad. Ahora la gente compra cegada en supermercados, ya ni siquiera para los botellones se va a las tiendas de barrio. Ahora vas a los relucientes hipermercados y llenas un carro que te cuesta 90 euros, con productos prefabricados, sin hablar con nadie.
Suena edulcorado. Suena mitificado. Pero me gustaba tanto la tienda de mi tío que el hecho de que la haya tenido que cerrar porque otros más grandes han podido con lo que tantos años le llevó me jode. Supongo que la vida es así, pero es así de injusta.
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero había cosas del pasado que sí que lo eran.

1 comentario:

RubenBartolome dijo...

Según iba pensando lo que quería decir, lo ibas exponiendo tú. Los de pueblo tenemos eso gusto por el sabor a añejo. nos guata lo antiguo, no sólo porque lo echemos de menos, sino porque vemos su funcionalidad y su importancia, mientras otros sólo ven el chiste facil y el chascarrillo.

Dudo muchas veces enq ue vayamos caminando hacia adelante en esto de la globalización, y dudo mucho del futuro de tu/mi pueblo, incluso del de nuestra ciudad. A veces me gustaría ser che guevara pero a lo portugues, no dispararía balas, pero llevaría un monton de claveles.