miércoles, 14 de abril de 2010

Oye, Carls

No hay vía libre
es una trampa genial
(Quique González)

Las noches solían ser noches cuando nos dejaban dormir, ¿te acuerdas, Carls? Luego nos despertaron, nos despertaron ellas y nos despertó el mundo, ya no tomamos más que una cerveza de cada vez, ya ni entramos a las feas, sino que nos entran los calvos gays, las noches ya no son lo que eran. Ellas creen que nos tienen contra las cuerdas, y no saben que nosotros ya sabemos hacer nudos de cirujano sin mirar. Nosotros, Carls, los que una vez fuimos los delincuentes, nos hacemos viejos; hoy me miré en el espejo, sentí por primera vez que nos hacemos viejos, y ellas nos miran, nos siguen mirando, ¿eso es bueno, Carls? Yo no quiero fingir, pero tengo esta cara de plástico, escucho esta música, sonrío a contrapie, tengo calor y es primavera. Eres un mago, Carls, capaz de convencer a un esquimal de que se compre un tanga de piel de foca, pero las calles están vacías, esta cerveza sabe a agua, y cuando lleguemos a casa la realidad va a seguir siendo la misma. La gente se muere, la gente folla, la gente sale de jarana entre semana. La gente está ahí, y nosotros, Carls, nosotros pasamos de ellas aunque nuestro ego no lo haga. Las rotondas siguen ahí, los jardines municipales florecen de nuevo, tu pierna, no la de en medio no, la izquierda, ya no te permite correr, creo que es el reflejo inequívoco del cambio de los tiempos, y nosotros, Carls, nosotros, nos hemos vuelto a quedar atrás. O estamos tan por delante que nadie se ha dado cuenta.

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