sábado, 6 de diciembre de 2008

Los caballeros las prefieren rubias


y hace un momento que me ha dejado/aqui en la ladera del Tibidabo/la última rubia que vino a probar/ el asiento de atrás

Si tuviera que destacar algo de ella ni siquiera sería lo de ser rubia y estar buena. Probablemente sería lo de tener una réplica mejor a cada disparo. Nunca fue mi tipo, en serio, yo simplemente aspiraba a pasar por allí y tener una historia diferente para escuchar cada lunes por la mañana. Eran los buenos tiempos, nunca se pasan deprisa setecientos treinta días hasta que no los miras desde lejos. Pero ella seguía allí.

A veces la envidiaba. Tenía esa leve capacidad de ser y parecer feliz. Siempre tuvo un voto de confianza para los amigos y cien ojos de más para los cabrones que viven de la noche. Una tía dura, sin duda. Otras veces envidiaba su constante fragilidad, que nunca se veía si no apretabas los ojos, como cuando de pequeños queríamos ver los partidos codificados del Plus. Alguna mañana se le notaba en las ojeras, en la voz algo ronca, pero nunca lo demostró.

Ella era grande, sin duda. Sonreía como si no costara alzar el vuelo, bebía como si el fondo del vaso estuviera mucho más lejos. La conocí envuelta en casi todos los colores del abecedario, y siempre parecía magnífica. Cambió de flequillo, pero no de vida, y luego cambió de vida, pero no de flequillo. Luego siguió adelante sin tocar nada, no fuera que se rompiera y hubiera que pagarlo.

Ahora pasa por la Filiberto casi sin mirar, y está en trámites de poder pasar el rato en la carretera. Sabe más que nadie de infecciones y dolores, porque se pasó tres semanas de bata blanca mientras los demás nos pasábamos otras tres semanas de noches blancas, y lo superó. Me saca los lunes y los martes, en las etapas llanas, como nadie más podría hacerlo, y luego me deja las llaves de su casa, y se va a dormir con otro.

¿Sabes? A muchos que se lo cuentes les parecerá injusto eso último. Pero las noches que he dormido sin ella en su piso, y me he levantado de resaca eran casi tan buenas como las noches que me levantaba en mi cama con algo que contar. Porque sé que aunque ella no esté, lo que tenemos en común es que para la rubia siempre hay una historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

victooor!! me ha encantado!! la verdad muchas gracias y que sepas que no podría haber compartido todas esas historias con nadie mejor que contigo y seguiré compartiendo las que estén por llegar... que como te he dicho una y mil veces salamanca no sería nada sin ti! espero que sigamos estando el uno para el otro muchos años... que no puedo hacer otra cosa que no sea agadecerte todos esos momentos que has estado a mi lado, tanto buenos cmo malos, estabas ahí con la frase perfecta en el momento correcto. también muchas gracias porque fuiste el primero en molestarte en saber quién era y como era en realidad, te asomaste para ver lo que había más allá de mi fachada de "hembra alfa" y te lo agradezco. Por eso y mucho más estaré en deuda contigo siempre y como bien sabes y no hace falta que te repita nunca te olvidaré. Te quiero mucho