sábado, 8 de noviembre de 2008

Vámonos

donde quieras, como y con quien quieras. pero irme, irme de este sitio, este sitio me está atando, me está agobiando, me está ahogando, ¿no oyes mi respiración más acelerada y sibilante?¿no oyes mi corazón repicando más rápido? está pidiendo irse, está pidiendo alejarme, cazarle a mi hermano las llaves de la fazer, y reventar un par de líneas contínuas en dirección a portugal, como sueño siempre que me iré algún dia, y estaré alli, aunque tú no me veas, sentado en la playa de matosinhos, donde desemboca el douro, allí estaré sentado. y entonces todo lo que aquí te cuento deprisa, agobiado, ahogado, será tranquilo.
Se habrá pausado.
Cerraré los ojos.
Contaré hasta mil.
Cantaré un fado de Amalia.
Beberé algo a tu salud.
Meteré entre los dedos arena de la playa.

pero por favor antes de irnos, haz el favor de apagar el humo de ese cigarro que me está destrozando la sala de estar, y los pulmones, cierra la llave del gas si no quieres que nuestra historia salga en los diarios sensacionalistas, tira de la cadena si quieres que haya un regreso, y que en ese regreso tú y yo podamos cenar en casa sin tener que salir a la terraza con cuatro grados bajo cero, dale tres vueltas a la llave para que mi ordenador y mi breitling de pulsera sigan en el mismo sitio en que los haya dejado, y que no me levanten el cuaderno donde te escribo historias, ya que no novelas.

Porque todo me preocupa demasiado.
Y eso me preocupa.
No sé si debería preocuparme por preocuparme.
O despreocuparme.
E irme a Portugal con una canción que silbemos por separado.


Portugal está en el atardecer, ¿sabes?