Parte 1.- El fantasma.
Hay un fantasma en mi casa, concretamente en mi habitación. Se me aparece al cerrar los ojos a las 2:05 am, y da unas cuantas vueltas alrededor de la cama, de mi edredón verde, de mi alfombra de cebra, y se acaba sentando en la mesa cuando me duermo, por lo que no sé si después se enciende un cigarro o se larga directamente. Y esa foto todas las mañanas cuando me levanto, esa foto. Tiene su cara.
Parte 2.- El viaje.
Cuando arrancamos no pensabamos en llegar tan lejos, así que supongo que esto podría considerarse un triunfo aunque ahora estemos parados, todo depende de si miras adelante o si miras atrás, porque puedes considerarlo un fracaso. El viaje era una utopía, y siguió siéndolo después de tanto tiempo, incluso cuando rehicimos la maleta mirándonos a los ojos y sin sonreir ni una sola vez.
Parte 3.- La cena.
Tiré los garbanzos fríos y descongelé en el microondas un par de filetes de ternera. Pensé en ti, en que quizá lo verías mal, y quizá te callarías, en que no habríamos salido a cenar fuera y habríamos dejado de lado la televisión, el sofá, la alfombra llena de migas de pan duro, de pan de ayer, de pan de molde tostado en la encimera. La cosa es que yo tenía filetes congelados y tú no estabas, qué remedio más que cenar viendo la sección de deportes.
Parte 4.- Virgen del Carmen, patrona del mar
Bunbury tiene la capacidad de reinventarse sin dar un palo al agua, ¿te has dado cuenta? Y mientras tanto El Ultimo Ke Zierre no han cambiado las cuerdas de su primera guitarra a la que le siguen dando de hostias contra el escenario, la música es el hilo conductor de todo, pero somos acordes a contratempo en lugares opuestos del círculo, aún no suena nuestra canción, aún no tenemos nuestra canción.
Parte 5.- Amanecer, salón que da al este, colacao frío en la mesa.
No hace demasiado frío para ser noviembre, pero él esperaba otra clase de otoño que le helara los huesos, de los de nieblas cubriendo el cimborrio de la catedral. Tuvo una extraña clase de polución nocturna soñando en el Caribe con una modelo rubia que le sostenía, pequeño, inválido, entre sus senos. Qué amanecer más frío de noviembre. Pero no lo suficiente, nunca lo suficiente.
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