lunes, 2 de noviembre de 2009

Nieve artificial cubre Pekín


[Fuente: La Opinión de Zamora]
es un hecho real, tan real como que me cabe el quinto agujero del cinto porque he perdido dos kilos tras tres días de gastroenteritis por rotavirus. El ejército chino, informa nuestro enviado especial, bombardea las nubes con nitrógeno para catalizar reacciones que provoquen la precipitación del agua hacia la tierra, donde, dependiendo de la temperatura ambiental, se verá en forma de nieve o de lluvia, ligera, simple, estúpida y húmeda lluvia. Internacional, rezan los titulares, bombardean las nubes, con la misma neutralidad que cuando matan.

dicen que lo hacen, dicen, para acabar con la pertinaz sequía (expresión acuñada por los locutores del no-do para acallar la pertinaz hambruna, que era lo que en realidad que asolaba las pertinaces barrigas y jodidas campiñas mesetarias en el cuarenta, castigo divino y/o de la guerra) y yo me imagino en mis delirios de noches sudadas a los locutores del no-do chino hablando de milagro, de respuesta a las oraciones emitidas en dirección a los dioses o entidades trascendentales e inmanentes que la República Popular China se encargó de prohibirle a su propio pueblo, rizando el rizo de lo irónico.

así que hoy hay nieve en Pekín, anuncia la televisión, y la radio, y los rotativos, y las imágenes congeladas, valga la redundancia, muestran esa postura cabizbaja que adoptamos en cualquier parte del globo cuando caminamos contra el viento, contra el frío, contra el gobierno de la República Popular sin tanques en la calle, contra la pertinaz sequía a la que no responden todas y cada una de las súplicas que solemos hacer cuando hay algo que no podemos cambiar, y no me refiero sólo a la lluvia ni a las dictaduras disfrazadas.

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