martes, 17 de noviembre de 2009

La muerte vive en Ávila o algo así.

Los dos coches de la guripa estaban aparcados, con las luces largas encendidas, en dirección contraria en el arcén de la carretera secundaria a unos 10 kilómetros de Ávila, qué putada, un cadáver tirado en la cuneta boca abajo, desfardelado, yo no vi a la pareja que se besaba detrás del maletero de uno de los coches de la madera. A lo mejor ellos no veían el fiambre que tenían a los pies. La policía sí que nos vio, y nos dieron el alto a cien metros en una raqueta oscura que salía a la derecha. La furgoneta de Atestados e informes nos llamaba poderosamente la atención, nosotros éramos cinco y le llamábamos poderosamente la atención, en la radio morían Robert Enke y la atención al mismo tiempo. Las cosas, dijo uno de los agentes, se pueden hacer por las buenas o por las malas. Yo no sabía si se refería exactamente a que nos vaciásemos los bolsillos o al modo en que me la iban a meter por detrás cuando me llevasen a Topas. Sonaban los Suaves, tanto tiempo, tantos años, y parece que aún fue ayer. Éramos cinco, les llamó la atención, pero más lo hizo cuando dije que yo no tenía frío (10 de noviembre, 0:45, 3ºC), que yo era muy vasco, se dio la vuelta y me destrozó el tabique del primer arreón, hijoputa dije desde el suelo, y me devolvió el primer punterazo al esternón. Me paso los vascos por el forro de los cojones, y claro, enséñale el DNI que pone que naciste en la capital del culo del mundo pegando a Portugal. El segundo sí me dolió.

Luego vino todo lo malo. Sobre todo cuando no supe callarme, y le dije que delante de los muertos se debería tener un poco más de respeto apaleando gente. Sobre todo cuando bajaron del coche a los otros cuatro y el ADN de la lefa del asiento de atrás no era de ninguna de nuestras cinco pollas. Sobre todo cuando se dieron cuenta de que nosotros sólo habíamos robado aquel coche en Alcorcón mientras todos los sudacas y moros celebraban la victoria sobre los de blanco prendiendo contenedores al más puro estilo de la banlieue parisienne. Sobre todo cuando me tuvieron que pedir perdón por haberme roto el tabique. Sobre todo cuando el coche que has robado está imputado en un caso de triple violación y asesinato, y tú vas y pasas por Ávila a la una de la mañana, y hay cadáveres en la carretera, y hay guardiaciviles dandose el lote, y supongo que seguro que alguien lleva droga, pero parece que no vamos a montar esa fiesta al aire libre que tanto tiempo llevo esperando. ¿Dónde crees que vas?

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