No hay un tú, hay demasiados, ella sois todas, a todas os llevo en el bolsillo, en el móvil, os llevo en la cabeza a la hora de comer y de dormir, de despertarme y de vomitar, de sentarme y levantarme, cómo no se me van a pasar las tardes volando si puedo estar en Ámsterdam o Berlín, pero en realidad no, en realidad abro los ojos y estoy en el mismo lugar de siempre, tomando cañas a media tarde, huyendo a mediodía a ciudades de fútbol y jarana, como si lo diferente siguiera siendo lo mismo y yo nunca me cansara, sabiendo que como se aprende de verdad en cualquier tertulia es callando, esa parte que siempre me queda por saber hacer, y es que nunca sé de verdad en qué momento toca ser yo, y en qué momento hacer que lo soy. Supongo que eso es de lo que la filósofa me echaba en cara en sus tiempos; ya ves, tantos años y sigo haciendo lo mismo, quizá mi letra preferida del abecedario es el signo de interrogación, quizá por eso odio el café, me ponen la cerveza y las rubias, y las morenas, pero mi problema llega en cuanto de castañas hablamos. Y ya sabeis, queridos amiguitos, lo complicado de dicho fruto y que lo que toca al final de una u otra forma es pelarla.
Quique González, nuevo disco (Daiquiri Blues) con el primer single:
La luna debajo del brazo
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