La soledad es mala consejera, y la vida es como el mus, si no tienes una buena pareja más te vale tener una buena mano. Pero todo tiene sus límites, llega la ceguera, la cojera, la carga hacia el lado dominante y todos esos molestos síntomas asociados al pecado de Onán.
Una habitación abandonada en la sobremesa, un cuarto de baño de tentadores azulejos blancos, el ilimitado acceso a internet lejos del férreo control parental. Una imagen callejera, una peli porno de clase b, las socorridas revistas juveniles. No importa la excusa, importa el momento, los quince segundos de gloria, efímera e individual, pero gloria pese a todo.
Por si acaso, hombre solitarios del mundo, tengan cuidado, la muerte te puede estar esperando en la siguiente paja.
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