martes, 9 de junio de 2009

Vals à deux en cuatro compases para pianista cojo y violinista cachonda en Re menor

repitió todos y cada uno de los movimientos
dados con su pierna recta
que sólo sabía bailar al compás
de tres por cuatro [doce]

ahí fuera era verano en sol sostenido
y el aula cerrada se volvía irrespirable
para cinco pulmones y medio
en un maravilloso crescendo de
sillas arrastradas por el parquet

nadie escuchaba los fallos, remediables
a todas luces, y el foco apuntaba
a la caja, ellos miraban las partituras
jeroglíficas de papiro azul y suspi-
raban por acabar.

faltando menos de un tercio, colgaron
el arco y las teclas por un on
the rocks; esa noche cenaron donde
siempre, durmieron donde siempre,
soñaron como siempre.

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