sábado, 13 de febrero de 2010

Porto 1.0 (Sin documentos)


Llueve, ¿a ti te importa? A mí tampoco. Kilómetros en las piernas bajo el empedrado y el atardecer y las colonias y los bigotes y los estereotipos para ser derribados entre librerías profundas como la boca del infierno. Como Camus, que me volvía loco (declara su albacea en Esperanto en diarios nacionales mientras nuestro bus viaja al lejano Oeste)

Porto me brindó la oportunidad para escapar, hacer de Espanha un tabú y a la vez hacer del futuro un aperitivo, para pisar el terreno con fuerza y abrir boca. Luego me robaron la cartera.

Entonces viajé a milnovecientossetentaycuatro, así, del tirón, en aquel semisótano donde esperaba a que me esposaran, me metieran en uno de los tres cuartuchos de puertas agrietadas y la PIDE me hiciera confesar que por las noches canto Grândola, Vila Morena a voces contra mi almohada y luego por la ventana. Pero ellos me ayudaron. Me dieron una identidad en un folio blanco, me hicieron depender de un papel, como Maradó.

He sido 3 días sólo un papel con su sello, he sido eso, y he sido todo. Me he debatido entre sueños húmedos de lo que me haría la Guardia Civil en la frontera de nuestro amado terruño y las palabras que yo les diría: las series, las películas, mi abogado, las hostias en el estómago.

La noche boca arriba sin atisbos de homosexualidad en una habitación en obras de un residencial decrépito. Echaba de menos el aire de la infancia que te da volverte un poco más viejo. Echaba de menos ser un poco más viejo, ser un poco más viaje.

No hay comentarios: