viernes, 11 de septiembre de 2009

Cosas que me traje de Lisboa


I. A Lisboa en tren de lujo yo viajaba y a mi lado mi santa madre, dos australianos de 60 años y la mujer que conocía todos los idiomas del mundo. Sillones de escai, del que ya ni mi abuela gasta, ruidos infernales y olor a viejo, gastado. Decrépito. Un euro por cada vez que he pensado esa palabra y me haría millonario. Ahí fuera pasaban abismos, niebla, el amanecer. Toda esa clase de poesía de tren. La gente antes no tenía televisión, pero tenían ventanas y les bastaban.

II. Vaya calor. Del que se te pega a la cara, al cuello, a los sobacos, a las piernas, al cerebro. Alguien que me quiere mucho me trajo este adoquín de Lisboa. Qué calor. Caminamos. Al sol, me he dejado el sombrero en el hotel, donde tampoco refresca nunca, donde los canales se repiten, donde el aire acondicionado está de adorno, y mamá y yo no somos los Guns'n Roses en la habitación.

III. La vida está llena de dualidades. El sol no ha salido por el Este ninguno de estos tres días. Ni se ha puesto por el Oeste. La marea a las 12 de la mañana está baja, y a las 6 de la tarde te lleva la ropa. Barrios altos, barrios pobres. Barrios bajos, barrios ricos. Sagres o Superbock. Tranvía amarillo nuevo, tranvía amarillo viejo. Peixe ou carne. Baixa ou Chiado.

IV.estuario. (Del lat. aestuarĭum). 1. m. Desembocadura de un río caudaloso en el mar, caracterizada por tener una forma semejante al corte longitudinal de un embudo, cuyos lados van apartándose en el sentido de la corriente, y por la influencia de las mareas en la unión de las aguas fluviales con las marítimas. . El Mar da Palha está cruzado por una flecha plateada y por el 25 de Abril, que resultó ser rojo. Como estar en San Francisco un par de siglos por detrás.

V. Mamá es una tía dura. Más dura que yo, que soy un enfermizo veinteañero con ataques de hipocondría, aparte del tipo con un diploma en vómitos. Mamá aguanta sin una sola palabra, es una heroína de las que no se meten en vena. A veces me paso de borde con ella, superando mi complejo de Edipo. Pero en el fondo somos iguales, he conseguido hacerla reir varias veces.

VI. De Lisboa se vuelve en una mierda de tren, aunque esta vez sí que venía a mi lado muy galante un portugués. Y anochece, otra vez, en Salamanca. Porque un comienzo es un final.

1 comentario:

RubenBartolome dijo...

Hemos cantado varias veces en tu honor la canción. las fiestas de Andavías dan para mucho.