Para Barbaño, con cariño. Debajo de la obscenidad se esconde el divertido recuerdo y las ganas de verte de nuevo en algún lugar del mundo.
"Barbaño representó para mí durante mucho tiempo la ilusión del salvaje y desconocido teritorio femenino, igual que para el doctor Livingstone fueron las fuentes del Nilo. Tanto el doctor Livingstone como yo teníamos en mente la misma preocupación, e incluso el mismo destino: tras una densa y poblada selva, unas fuentes en las que mojar[nos] nuestras vidas.
Eran tiempos difíciles aquellos. Noches sin dormir y peleas contra nuestro peor enemigo, nosotros mismos. Seguimos caminos equivocados muchas veces, que nos llevaban a rutas desconocidas y muchas veces intransitadas, o caminos cortados de antemano. Pero Livingstone ya lo dijo: iré a cualquier parte siempre que sea hacia adelante. Y yo dije, hacia dentro.
Barbaño fue para mí lo que la piedra Rosetta para Jean François Champollion; las encontramos por casualidad, por casualidad las leimos, y por casualidad las desciframos. La diferencia entre ambos el que yo no hice el papiro entero. Sin embargo, siempre tuve la convicción de que era el camino correcto.
Más tarde me encontré con una legión de amigas que estaban dispuestas a hacerme el amor por pura conmiseración, lo que me llevó a un punto intermedio bastante morboso entre la duda y la lascivia. Bendita juventud.
Barbaño se me escapó un par de veces. Para ser sinceros, la segunda ve fui yo el que se escapó en un bus quince minutos antes de que ella llegase en otro a la ciudad. Lo lamenté bastante, era una bonita oportunidad de llegar al Nilo, pero como suelo ser consecuente con mis decisiones, seguí adelante.
Hoy, que todo sigue estando tan lejos como de costumbre, Barbaño ha vuelto a mi memoria sin que sepa muy bien por qué. Tendré que volver con el dr. Livingstone a fumarnos un fito a la salud del África desconocida, y de los buenos recuerdos."
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