Ojalá esto fuera una canción de amor, porque sería mucho más fácil decir mentiras y trivialidades. A veces me pregunto por ti, ¿sabes?. Me pregunto cómo llegaste, qué viste. Me pregunto si lo hago bien o mal, si hago bien o mal. Si voy deprisa o despacio.
Es como cuando volví a correr después de tanto tiempo. Las piernas que me habían hecho ganarle la banda a más de uno y dos gilipollas, no arrancaban. Me llevaban con medio segundo de retraso, y no podía encajar los golpes. Me cansaba en 25 minutos y me tenía que parar a la sombra. Después de tanto tiempo comiendome mis pensamientos y sin compartir, estoy viejo, oxidado. Me han corroido las dudas. Vuelvo a estar más viejo por dentro de los 20 años que mi piel dice. Voy despacio, me tengo que sentar a la sombra.
Luego me voy a beber con Sir Kronen al Vía Libre, el último reducto de la ciudad para hombres con aspiraciones a la perdición, y todo parece quedar un poco más lejos, pero al levantarme el pensamiento vuelve a focalizarse. Ojalá esto fuera una Fender acústica y yo supiera sacar la buena melodía.
Sin embargo los que me conocen han visto que no me suelo rendir contra mi peor enemigo, que soy yo mismo, así que me voy a imprimir tu foto y me la voy a estudiar como hice con esos putos tochos de 800 páginas. Y si pude aprenderme eso de memoria, no veo el motivo para echarme atrás ahora. Porque Bruce y yo somos de los que trabajamos.
1 comentario:
mi niño se hace un hombre... que orgullosa estoy de ti
(pañuelos)
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