Ayer hice una quiniela. Dos columnitas, sin más. Porque me apetecía, porque llevaba varios años sin hacerlo, y tenía la impresión de que este curso me iba a tocar algo gordo. Así que en Santa Clara, con David, entramos en la administración de lotería, e hicimos un par, por aquello de evitar problemas compartiendo el premio. Un empate del Osasuna me ha dejado sin unos potenciales 4 millones de euros. Qué putada.
Cuando era pequeño y bajaba a casa de mi abuelo los sábados por la mañana, mi abuelo me ponía a marcar una columna del susodicho boleto. Al principio, los marcaba al azar. En escalera, o como surgiese. Mi abuelo, medio ciego, creo que nunca se enteró. Luego ya empecé a entender de fútbol, pero tampoco hubo suerte. Luego lo dejamos, luego mi abuelo murió, y ahora aparte de echarle mucho de menos, me da por acordarme de él cada vez que hago una quiniela.
Ayer lo que nos hacía verdaderamente felices fue caminar durante media hora pensando en voz alta lo que haríamos con ese dineral. Ya sabeis, el cuento de la lechera. Mi Ferrari, las vacaciones en el culo del mundo, que le den a los exámenes, el pueblo, esas cosillas. Media hora de sonrisas, idiotas, ingenuas, por un euro. Los puticlubs salen bastante más caros, pensándolo bien. A mí ya se me ha roto el cántaro, pero sigo confiando en David, que marcó la X en una de sus dos columnas. Confío también en que sepa compartir, llegado el caso. La ilusión, como la pasta, se comparte, aunque la pasta cuesta más soltarla.
2 comentarios:
Iluso
Yo tengo que tener alguna por ahí, o eso espero, que sino esta se va a hacer más largo aun de lo que se está haciendo -y es mucho-.
Me siento delante de los apuntes y no soy capaz ni de leerlos.
PD: se que parece paranoico, pero creo que no todo el mundo te quiere tanto como yo. Y no, no es ningún tipo de proposición decente o no, es sólo una observación
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