sábado, 10 de enero de 2009

El día que en mi residencia prohibieron el porno

Basado en hechos reales. Agradezco la involuntaria pero imprescindible colaboración.

Un jueves cualquiera de enero, una sobremesa cualquiera. J encendió el ordenador portátil, en la soledad de su habitación. Qué dura, la vida del hombre solitario en una residencia universitaria, pensó mientras se aflojaba el cinto. Hizo doble clic en su explorador de internet, y abrió la pestaña de favoritos, eligiendo una web pornográfica al azar.
"Tiene el acceso restringido a esta web. Categoría=pornografía"
- ¡¡No jodas!!
Probó otras 3 o 4 direcciones más, con idéntico resultado. Un pantallazo azul y blanco de una empresa de informática que le contaba que tenía prohibido acceder a las direcciones pedidas. Salió desencintado de su habitación, y entró como un torbellino en la 415, donde se reunían sus compañeros en una masculina manada de sobremesa y videoconsola.
- ¡¡Han prohibido el porno!!
Sus palabras fueron secundadas por una sublime carcajada general, ante lo esperpéntico de la escena: un tío que entra con el pantalón desabrochado en otra habitación llena de feromonas masculinas a anunciar, como el guerrero de Maratón, la censura de la pornografía. Gabinete de crisis, lo llaman a eso en los ministerios. Rápidamente, comenzaron a funcionar los engranajes mentales, probando en Google todo tipo de palabras claves. Pajas, pornografía, chicas, modelos. Uno tras otro, el pantallazo azul y blanco iba cercenando las ilusiones pseudoadolescentes.
Todas las cabezas se giraron hacia A.
- Sabemos que tienes 12 gigas de porno en el ordenador. Comparte.
- ¿Compartir? ¿Con lo que os habeis partido el culo? Sería estúpido. 2 euros por película.
- Será cabrón...anda, toma mi pendrive, y mete tres películas.
- Pagos por adelantado.
- Qué hijo de...toma 4€ y mete sólo dos. Pero que sean buenas, de esas que tiene argumento, y tal.
Los menos favorecidos, como es costumbre mundial, propusieron alternativas y protestas.
- Esto es culpa del director. Puto gordo de los cojones...
- ¿A qué se cree que juega? Menos mal que no ha prohibido el Tuenti. Si no, cacerolada en recepción.
- Qué cacerolada, una sentada en pelotas, ¿por el porno!
Otros, más avezados, propusieron ante la precariedad de la calefacción y agradeciendo la ventaja de ser una residencia mixta, que hubiera un acercamiento más sutil e interesado al género femenino. Se cree que esta medida fracasó por la aparición de una o dos páginas que salvaron el cruel filtro, o por la estrechez de miras [y no solo eso] del susodicho género femenino residencial.
Yo, por mi parte, que no dispongo de ordenador allí y consecuentemente me veo obligado a usar el poder de mi imaginación, no noté el cambio y me mantuve, como de costumbre, ajeno, al margen, como un divertido espectador más.

Las risas se me terminaron cuando traté de entrar, desde el ordenador de un amigo, en la peña gastronómica y futbolera "La Polla Rojiblanca", y me salió el pantallazo azul y blanco.

3 comentarios:

robus dijo...

Os compadezco. Hay una wireless abierta en la estación, alomejor os gustaría cascórasla en ella. No seríais los primeros, doy fe de algunas historias venidas a mis oidos.

Lo de la polla es lo mejor del todo xD

Anónimo dijo...

Gran descripción si señor!jjajaja
m.and

Anónimo dijo...

Un tio grande!!!!m.a.