He sido bueno, lo juro. He hecho cosas buenas. No he bebido tanto como esos amigotes míos, no he robado a nadie, ni tampoco me ha dado por atentar contra la propiedad individual ni la vida humana, ni esa clase de cosas que se recogen en la Carta de los Derechos Humanos.
Así que me veo en el derecho, qué coño en el derecho, en la obligación de pedir cosas a lo grande. Quiero un portátil que me permita tocarme los huevos a mis anchas en todos mis ratos libres, estoy harto del ostracismo al que me ha condenado no tener internet para mí solo entre semana. Quiero un Ferrari, porque mi padre no me suelta el Mégane ni p'atrás. Quiero una novia que se calle la boca y folle mucho, porque estoy harto de buscar por barras de bar, y de acostarme solo todas las noches, y de cascármela yo mismo. Quiero acabar con esta tortura de carrera de 6 años que me va a costar la cordura, cuatro dioptrías, y a mi padre la cuenta corriente. Quiero una casa grande, grande. Con su finca, con su piscina y su jacuzzi, quiero vivir toda mi vida del cuento, como esos políticos o personajes de televisión. Quiero publicar un libro sin tener que pasarme noches en vela para rellenar folios blancos a mano. De hecho, quiero una buena biblioteca para mí solo, y todo el tiempo del mundo, todas las tardes soleadas tirado en una tumbona, para leermela de arriba abajo y de abajo arriba, pensar y repensar. Quiero un Scalextric bueno de una vez por todas, adiós a las oxidadas pistas heredadas que no me dejan correr agusto, quiero una habitación exclusiva dedicada para ello. Quiero una cuenta corriente en Suiza, de las que empiezan con seis ceros, y también tienen seis ceros en el montante final.
A lo mejor es mucho, ¿no? Vale, entonces retiro lo del Scalextric. Espero que sepais comprenderlo, tengo mis razones para pedir todo lo anterior.
Es que os sigo guardando rencor desde la vez que con cinco años pedí el barco pirata, y me trajisteis aquella mariconada de la goleta. Desde entonces ya no le pido nada a mis padres, hice un pacto con el gordo seboso de la Coca- Cola, escucho rock and roll, emulo a mis héroes de blog, y tengo una bufanda tricolor para animar a la selección.
Pero, este año, queridos Reyes Magos, arreglemos las cosas entre nosotros.
Os lo he puesto fácil, ¿no?.
Imaginaos por un momento que os llego a pedir la paz en el mundo, que se acabe el hambre, o que en Zamora progresemos.
3 comentarios:
Claro, yo hago publicidad por publicar un par de entradas y tu sueltas una retahíla de marcas comerciales que curiosamente, te gustaría tener. Y en mayúscula y todo.
PD: veo que no has estudiado microbiología. Si lo hubieras hecho, no pedirías un jacuzzi...
PD2: me encantan las post datas.
PD3: si, el miércoles estaré ahí, viendo a los jovenzuelos.
A mi me han devuelto la carta y sólo les pedía que la España rural viviera. Ya no mejor, sino que viviera.
no escribí carta. Dejé mis zapatos junto al balcón, donde suelen dejar los regalos SSMM cuando van a Soria.Las de Oriente, q con camello si son capaces de llegar. Las otras sin autovía nos son capaces ni de venir, ni de saber siquiera de nuestra existencia. Al día siguiente, mis sobrinos, como no, madrugadores vinieron a despertarme diciéndome que, los de Oriente, me habían dejado un regalo. La felicidad que reflejaban sus ojos no podría haberla escrito nadie en un trozo de papel.
Un abrazo de un difusor de tu pequeña, de momento, pero gran obra!jajaja
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