Queridos Reyes Magos.
Yo, como decía Quique González, lo que quería era seguir soñando. Bueno, eso es una mentira. Yo quería el disco de Manel, unas mallas para seguir corriendo en invierno y una chica, pero esa película es otra. Sin embargo, habida cuenta de mis más que escasos méritos a lo largo de estos 365 días desde que el año pasado me escapé a Lisboa sin veros, creo que tendré que cambiar la actitud y el contenido de esta misiva.
Quiero pediros un buen año. Sé que es egoísta, completamente egoísta, lo reconozco. Pero quiero un buen año en este 2012 que tan bien me suena. Me suena a que terminaré con una carrera que más que una carrera se ha convertido en un reto. Podré decirle adiós a las aulas de Medicina, y eso os lo pido más que nada en el mundo. Pongamos una buena guinda en forma de viaje a Cuba y graduación apoteósica a la vez que emocionante.
Quiero pediros tiempo para viajar. Sí, me voy a Cuba, pero eso no es un viaje. Quiero uno de esos de conocer y conocerte. Aunque no sea lejos, aunque sea en autobuses de tercera y por carreteras secundarias, esos viajes también me gustan. Pero es que tengo un capricho: quiero cruzar el desierto, sea cual sea. ¿Me lo concedereis, Reyes Magos?
Me he pensando mejor esto último y voy a mejorarlo. Viajar está bien, pero quiero pediros tiempo, así en general. Disculpadme si parezco espeso: estoy de resaca. Esa parte encaja mejor con los propósitos de Año Nuevo que con esta carta, pero lo menciono también por si sirve de atenuante.
Recapitulando, os solicito amablemente un buen año, cargado de revoluciones y finales de carrera, tiempo, viajes y un desierto. Si veis que os ocupa mucho y no os cabe en un camello, me conformo con un balón de reglamento encima del que pueda pintar un mapamundi y una Moleskine nueva.
Besos y abrazos. La leche y el whisky están donde siempre.
Recibid un cordial abrazo de vuestro amigo, que lo es
V. Prieto
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