martes, 20 de septiembre de 2011
Summer 78
A veces te imagino desnuda, como solías ser en aquel mes de fuego. Después tengo que irme de nuevo, porque no puedo resistirlo, hay un gancho en mi ombligo. Tomo café con un amigo en la estación de madrugada, y veo el tren irse. Te imagino desnuda, o vestida de gala y tocarte despacio el vestido y los hombros. El hueco que dejas en el sofá cuando te vas, las manchas de sudor. Vuelvo a casa y me asomo a la Gran Vía. A esta hora apenas pasan coches y todos los carriles están vacíos. El café no me deja dormir y me voy con la moto, cambio de carril una y mil veces, pero da igual, porque no viene nadie. Cruzo el puente apretando al máximo, y pienso que en medio segundo podría irme al suelo y que mi cabeza se destrozase contra el guardarraíl, que la vida es breve porque nos lo proponemos, se me cuela el frío por debajo de los guantes y hasta la columna, incluso si el verano acaba mañana, aquí ya hace frío. Al final, paro la moto en medio del puente, apago el motor y me quito el casco. Sobre el agua los residuos aceitosos provocan una falsa ilusión de calma. Dónde estarás, pienso, dónde, que no vienes a ver la media luna, dónde estarás, que no te veo, y abajo el agua sigue corriendo debajo de toda la basura. Horas más tarde en el balcón no suena el teléfono, y la noche se va terminando, te imagino desnuda como solías estar en aquel mes de fuego. Después tengo que quedarme, porque en realidad, no hay muchos sitios a los que escaparme, sé que me vas a encontrar en todas partes.
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