sábado, 29 de mayo de 2010

Apología

En este mundo hay dos clases de gente:
Los buenos, y los hijos de puta.
Él era uno de ellos.
(Rubén Bartolomé)


El Comando Lisboa se reunió anoche en bodegas de la capital. Atentaron contra su propia dignidad con el arma de las palabras. Se les vio perfectamente, dejaron su rastro marcado por los bares de copas. Como policías que siguen rastros de carne por carreteras nacionales. El Comando Lisboa no tiene nada claro. No hay un cabecilla, no hay miembros fijos, no hay un carnet de pertenencia, ni siquiera unas normas, porque se violarían constantemente. Anoche dejaron pruebas de identidad diseminadas por la ciudad, que hoy se recomponen como un puzzle borroso. Su himno, sus apologías, que no sus disculpas. Su transgresiones por encima del caciquismo-cola, por delante de los porteros de discoteca, por debajo de las mujeres de carnes prietas, e incluso de las feas, sobre todo de las feas. El Comando Lisboa se dispersó cerca del amanecer con promesas de todos los colores, disparando al aire más palabras como balas de fogueo. No hay un futuro claro. Saben que van a acabar encerrados en alguna parte. Exiliados, seguramente, sin temor a ninguna represión más que la que ellos se exigen. Que es mucha. Hay viajes, hay más trampas, hay secretos vociferados, hay cajas de pandora y recámaras, maletas con doble fondo y pozos sin fondo. El Comando Lisboa quiere ser como el Equipo A, pero no tienen furgoneta con rayas ochenteras, tienen que ir andando o en tren o en low-cost, así que nunca llegan a tiempo a salvar vidas. Probablemente por eso también suelen llegar tarde a la suya propia. Se autocompadecen más de la cuenta. Se abrazan y seguro que se echan de menos. Pero mantienen un poco la máscara, hay demasiada gente que los conoce por ahí. Que los ve cometiendo errores y aciertos. El Comando tiene la razón en todo lo que hace y dice, son fascistas y anarcorrepublicanosindicalistasverticales. Se disfrazan de losers, y el traje les queda de puta madre, aunque duermen en pijama de rayas azules y blancas, y cuando se levantan todo parece que va bien, y se acuerdan en píldoras de la noche y de todo el trabajo que les queda por hacer hasta ser de verdad los que quieren ser. El Comando Lisboa es algo que podría no existir, pero siempre hay algo contra lo que seguir luchando, por eso quizá esto es cierto y mentira a la vez.

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