No tuve con quien ir a ver a Calamaro, así que llevo toda la semana oyéndolo en directo ¿a dónde nos lleva esto? no lo sé, porque lo de acabar en camas ajenas ya ni me garantiza el final de la noche, no me garantiza por no garantizarme ni el café a las dos de la tarde y es que en este país de mierda se están perdiendo las costumbres, si mi abuelo levantara la cabeza se iba de putas sin pensarlo, porque mi pobre abuela a sus ochentaysiete tiene demasiado dolor en las piernas como para poder hacer nada encima de una cama que no sea dormir.
De este modo transcurrían mis días entre visitas a mi psicoterapeuta de gratis y libros que se me enzarzaban de tal manera en las pestañas que tenía que dejarlos a los diez minutos de empezar, quizá por eso me pasaba todo el rato oyendo canciones, porque al no tener (aún) pelos en las orejas podía moverme como pez en el agua a lo largo de horas enteras, hice intención de quemar todas sus fotografías y estuve atado de nuevo a Ismael en las tardes de sol de esta primavera, para que luego digan que nos falta, ¿que nos falta qué? si lo que pasa es que nos sobran nombres y caras y sueño y agujetas y tristeza sin razones y acordes y desacuerdos y nos sobran también todas las cervezas que nos hemos tragado sin respirar de todos los sabores y colores y nos sobran llamadas a las cinco y media en punto de la mañana, como si todas las mañanas fueran madrugadas.
Luego vinieron los viajes en autobús bajo la lluvia, todas esas preciosas metáforas del trigo verde que hace olas bajo la dulce caricia del viento y las nubes son un mar gris que cubre nuestras miradas, ves, todo eso son mariconadas si no te apellidas Neruda y vives hace cincuenta años, pienso, y pienso equivocarme como hago habitualmente, dice mi tía que me ve más gordo, y yo me veo más feo, son cuestiones de autoestima y yo ahora ando bien de salud pero mal de dinero, en cuanto a lo otro, baste con saber que no he borrado tus mensajes de mi anterior móvil, que tengo el mismo acierto que un delantero del Huracán Z de Trobajo del Camino y casi las mismas oportunidades.
Al final de todo me tengo a mí, y tengo mi teclado y mi pantalla, tengo los restos de una paja pegados a los dedos. Disculpen, es que la literatura moderna suena mejor si metes cerdadas entre medias. Paja, semen, cerda, te comía todo a contraluz. ¿Veis? Te comía todo a contraluz. Una auténtica guarrada, mi abuela no podría leerlo pero sin embargo puede ser poesía moderna, y yo qué coño voy a saber de poesía moderna si no me he tragado un libro entero desde que acabé la secundaria, pero aquí estoy con los restos de una paja entre los dedos y escribiendo en este teclado, que al paso que lleva podrá identificarme ante la Guardia Civil como presunto violador. Por los restos de semen, entiéndase. Semen, condón, echemos un polvo bajo la luna llena de este mayo de mierda. Ése es su éxito contemporáneo de los que dicen ser de barrio, o el que creen que tienen.
Porque para acabar, como decían los Platero, si te cuento la verdad, me entran ganas de llorar.
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