martes, 14 de octubre de 2008

Y un caballo de carreras

Para los martes de apagón.

"Se lo llevó todo de una manera tan fulminante que no pude evitar atarme a una de las patas de la silla y hundirme en el fondo de otro remolino azul, negro y amarillo. Se cayó el cielo de una forma tan imposible que lo único que pude hacer fue cambiarme la camiseta mojada y seguir corriendo cuesta arriba. Nada de lo que tuve, dije o escribí tuvo el sentido ni el valor suficiente como para merecer ser archivado en una libreta en espiral, en algun cajón de la biblioteca municipal. Nada de lo que pasara en aquellos días era necesariamente correcto, cierto o surrealista, sino que simplemente eran hechos encadenados en alguna clase sucesión, y todo nos llevaba al mismo punto. A nin guna partye, a ninguna despedida, a una estación de bus en la lluvia, y los faros del coche de mi padre yéndose. Y yo queriñéndome quedar."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te voy a hacer un niño guarron con ese lexico que se me mete entre las cuencas de losojos y no me deja ver mas alla de tu rasurada barbita de galan Guimaro, madre como te daba lo tuyo guarron!