viernes, 24 de febrero de 2012

ZZ Top

He descubierto que en realidad el basurero de mi barrio es el cantante de los ZZ Top. Lleva su escoba, su traje reflectante en amarillo fostorito, su gorro de lana azul. Pero sé que es el cantante de los ZZ Top, por cómo le cuelga el cigarro, por las gafas de montura dorada heredadas en 1984 de su difunto hermano, pero, sobre todo, por la barba, por esa barba pelirroja que habla de rock and roll sureño, habla de Texas profunda, y yo sé bien que es él, nos miramos cada noche que yo vuelvo tarde a casa y él barre colillas mirando al suelo, pensando en sonidos psicodélicos de guitarras hechas en casa. Siempre le deseo buenas noches, al fin y al cabo, no deja de ser una estrella del rock. A veces pienso en pararme y pedirle un autógrafo, pero sé que a él le gusta el anonimato, por eso dejó Houston y se vino a limpiar Salamanca de madrugada, porque los auténticos rockeros no pueden dejar de vivir la noche, aunque sea dejando los adoquines relucientes. También he valorado la posibilidad de llevarmelo al Bar Los Amigos, que está a media altura de la cuesta de mi casa, donde casi siempre me lo encuentro. Le pagaría unas cañas y escucharía la vez que se fue de gira con Jimi Hendrix, o quizá nos acabaríamos emborrachando y vociferando a coro Gimme all your lovin' porque yo siempre quise ser sureño y destrozar los trastes con un slide, pero qué le vamos a hacer, si Dios no quiso que la música y yo conviviéramos en el mismo universo, qué le vamos a hacer si nací en medio de la estepa siberiana y no al lado del Río Grande. Cantaríamos Gimme all your lovin' porque, en realidad, no me sé ninguna otra de los ZZ Top, y simplemente he reconocido al cantante por su barba, pero yo sé que me saluda siempre educadamente porque se huele que conozco su secreto, está acojonado, y que, de hecho, si me lo llevo algún día al Bar Los Amigos, me pagará las cañas y puede que incluso me deje tocar la guitarra que le regaló Jimmi Hendrix con tal de que yo no cante.

No hay comentarios: