miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ser valiente no es sólo cuestión de suerte

Ayer mismo hablaba con mi amigo David González, cuyo blog de deportes podeis ver pinchando aquí , sobre las ganas y el miedo que tenía a escribir una entrada sobre fútbol. Inspirado en David Refoyo, cuyo blog podeis ver pinchando aquí allá va mi confesión. Soy de Real Madrid.

1. El terrible porqué.

 El terrible porqué siempre le ha correspondido a los atléticos, indiscutiblemente. ¿Por qué somos del Atleti? Gran pregunta. Papá, ¿por qué soy del Madrid? No lo considero una bendición, tampoco una maldición. Es una opción de tantas. La disfruto muy a menudo. La duda metafísica viene cuando veo a José Mourinho metiendole el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Cuando veo a Pepe pisotear la cabeza a un contrario. Cuando escucho a un presidente que es adalid de los millones pero no del deporte. En absoluto del deporte. Para nada del deporte. Y lo peor son las ovejas que balan su canción, que lo consideran el Salvador. Florentino, ese ser superior.

 2. La camiseta blanca y la bandera de los EE. UU.

 En los felices años 80 a la puerta de las embajadas estadounidenses en los países árabes se quemaba el símbolo del capitalismo, representado en la bandera de los EE.UU. Imágenes en VHS que ahora dan la vuelta al mundo son testigos de ese tiempo pasado que, sin embargo, retorna al siglo XXI encarnando el enemigo en forma de camiseta blanca. Pitos en los campos, autobuses apedreados, críticas feroces a cada mínimo movimiento, prensa hagiográfica que se extiende como mantequilla caliente y prensa contraria al régimen que dispara sin balas de fogueo. Es la guerra. Guerra de titulares. No dejeis que la realidad os estropee una buena noticia. Como en toda guerra, mientras los cabecillas discuten en despachos, dejan que sus ejércitos de borregos se masacren con total impunidad, porque ellos, los de arriba, no siempre ganan. Pero nunca pierden.

3. La Logse y el poder de la literatura.

La literatura le ha sido entregada al barcelonismo. Manuel Vázquez-Montalbán, Enrique Vila-Matas, Víctor Balcells o David Refoyo son sólo algunos de los múltiples ejemplos que puedo daros de letras entregadas a la causa culé. Por ende, son letras entregadas a combatir el madridismo de raíz. Y lo peor es que lo comprendo. Comprendo que es mucho más literario, culto y refinado admirar el ejemplo de una cantera que cultiva perlas de futuro en vez de bucear en los mares del Sur para conseguirlas. Comprendo que sea más caballeroso admirar el fútbol de toque, elegancia, paciencia y construcción que las patadas y la fuerza bruta. Comprendo que la opresión madridista, como un tapasol que no dejase crecer a la planta, una vez retirada, haya hecho florecer este vergel de palabras y fútbol bajo la misma bandera, la blaugrana. Sobre todo, comprendo que es fácil crecer cuando en el bando contrario la LOGSE propició que los institutos se vaciasen de madridistas que se van a fumar porros al parque.

4. Eau de Pep

Seamos sinceros. L'état, c'est moi. O lo que es lo mismo. El Barça es Pep Guardiola. Hay valores que nadie se planteaba previamente a Junio de 2008. Pep no sólo ha puesto su genio táctico al servicio del fútbol sino que es el Deus ex machina de una filosofía vital y deportiva a la que muchos se han adherido desde entonces. Sobre todo porque además de bonita es una filosofía que va ligada al éxito. El éxito nos gusta a todos. Abre puertas. Derriba fronteras. El éxito es una garantía en sí mismo. ¿Qué vino antes, el éxito o la filosofía? Vinieron de la mano, a mi entender. Y ninguno de los dos da por supuesto al otro. No es una cuestión de suerte, es cuestión de valentía, de cambio. Pep representa un espíritu joven, atrevido, elegante y comedido en las formas pero nunca cobarde. Siempre al ataque, sobre todo atacando cuando no lo parece, cuando no lo esperas. La rueda de prensa, el campo o el libro.

5. Yo, Claudio

A mí me gustan el tercer tiempo y la cerveza. Me gusta el fútbol de bestias pardas que corren hacia el área contraria como si no hubiera un mañana. No lo lamento en absoluto, disfruto con obuses de falta directa y jugadas en 15 segundos. He crecido viendo los partidos en campos de fútbol vasco. Lasesarre. Arlonagusia. Las Gaunas. La Balastera. El Toralín. No entiendo de magia, entiendo de épica y cojones. De patadas a la rodilla y centrales barbudos. Hay días en los que me culpo por ser del Madrid. Suelen ser los que no tengo ni fútbol ni cerveza. Ni amigos del Barça con los que reirme, y saber juntos que todo lo que sube baja y que lo sabio en realidad es disfrutar. Y después escribir que se ha disfrutado. Cuántas copas han de caer antes de la Décima...

2 comentarios:

Clifor dijo...

Magnífico texto, Jaio. Me gusta salvo por colocarme a la altura de los pesos pesados del barcelonismo. Cosa que, sin duda, no merezco.

Me ha gustado mucho la diatriba sobre filosofía y éxito. Ésa es la clave. El día que el Barcelona caiga, y lo hará tarde o temprano, a tomar por culo filosofía. ¿Sabes por qué? Porque la LOGSE y toda esa mierda que corrompe los cerebros de las masas, no entiende de colores.

A mí, personalmente, me interesa más la filosofía que el éxito, aunque me guste ganar. Prefiero a Juan(ma)Lillo que a Van Gal. Prefiero a Xavi e Iniesta en el campo que a Edmílson y Van Bommel. No hace tanto de eso, se ganaba, se jugaba bien, pero no había filosofía. Era otra cosa.

Mañana Guardiola perderá una liga o una champions y entonces se discutirán sus defensas de 3, sus falsos delanteros, su salida de balón desde el portero. Es carne de cañón, pero la gran ventaja es que lo sabe y sus jugadores también. Y pasará.

El gran problema del Madrid es su prensa y sus manías de pretender ser más de lo que son. Eso es bueno entendido como el ansia de ganar, de competir. Es malo cuando te crees mejor o, peor aún, el mejor. Y te olvidas de los rivales y de la educación.

A mí me seducen los campos pequeños, los bigotes de los defensas (Zygmantovich, el último mohicano) y el pelotazo a que la pille el grandote de arriba. Pero el Madrid tiene dinero y jugadores suficientes para decirle al Barça: hoy el fútbol lo pongo yo, que gane el mejor.

Y después de eso, creo que el Barça las pasaría putas, porque sin el balón no tienen ni idea de qué hacer. Lo saben un minuto, dos, tres. Pero más de ahí, se acojonan.

Y tenemos referencias para eso.

Al final, se trata de ser valiente o muy valiente.

Disculpa el coñazo y un abrazo :)

MANUEL IGLESIAS dijo...

Todo, el fútbol más, ha cambiado tanto. Pertenezco a una generación para la que el fútbol ha significado Religión, es decir; una fe, una liturgia, una devoción. La catarsis devota que enjugaba la mediocridad de un trabajo odiado y montaba una ilusión cíclica que nos hacía pensar en que las ligas eran nuestros años, los triunfos y derrotas, propios estados de ánimo y sobre todo las imágenes imborrables de los héroes cuyos cromos palidecían y envejecían con nosotros.
El fútbol, como muchas de las cosas, necesita de la pasión,una adoración perpetua anclada en esa edad ideal de doce o quince años (inocencia) que no deberíamos perder jamás pero que con melancolía vamos dejando en los cajones del olvido, como las colecciones de cromos que cierto día alguien ajeno a esta pasión arroja sin escrúpulos al contenedor de los sueños perdidos. Enhorabuena por la emocionante y lúcida entrada , un abrazo