Con un lápiz en la mano empecé a trazar todas las calles que nunca he caminado , y entonces miré a la cuadrícula que adornaba el folio en blanco con trazos grises e inseguros que se cruzaban formando una red de plata. Me recliné en la silla, y puse las palmas de las manos hacia el cielo, hacia el techo, qué sé yo, y vi que la red de mis antebrazos, azul sobre blanco, era tan parecida a la anterior que puse el folio encima y me coloqué a contraluz de la tarde de abril. Se llenó la habitación de mi reflejo en rojo, de mi sombra en verde pálido, arcoiris infinito con el sol en la espalda.
Nunca tengo a mano una cámara para inmortalizar lo efímero, que es bello a la vez por el hecho de serlo y por la circunstancia de ser efímero. Así somos los hombres, nos gusta todo lo que es semejante a nosotros porque odiamos y aceptamos que nosotros también podemos ser bellos y efímeros, que la eternidad no se hizo para nosotros;nuestro es el momento que vamos acumulando en papel fotográfico y nunca tendremos tiempo de degustarlo. Y yo, sin cámara, miré de frente al sol para quemarme las retinas con el momento fugaz de mis venas azules y mis trazos grises, de todas las calles que nunca hemos caminado juntos y toda la sangre que nunca he olido, así que sólo puedo soñarme llegando a la aurícula derecha, sólo me veo llegando a la plaza en cualquier tarde de lluvia de esas sin canciones; ahora pasarán mis letras a la eternidad, y el plano junto con mis venas serán aviso para caminantes que se hagan dueños de esta ciudad de la que nunca he escapado.
3 comentarios:
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Muy bueno el diálogo de arriba, pero no sé por qué no me deja ponerte un comentario. Así que te lo dejo aquí. Enhorabuena!
igual que clifor, no he podido comentar el diálogo y lo hago aquí. Muy original.
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