jueves, 23 de agosto de 2012

Ola de calor


El calor se mueve tan despacio como se pronuncia, llena todos los rincones de la casa y de la ciudad, el calor se descompone en todas sus letras: c-a-l-o-r, así penetra en todos los poros del cuerpo, expulsando el s-u-d-o-r que se refugia entre las fibras de la camiseta, que cuando cruzas a la sombra se convierte en escalofrío descendente por la columna, y al cruzar la frente con el dorso de la mano los dedos vuelven húmedos al bolsillo porque ha llegado el calor, c-a-l-o-r, tras cincuenta minutos a pleno sol todo lo que no es negro es un charco, y la casa queda demasiado lejos para alcanzarla andando, todo es sol, todo es un desierto poblado por los gitanos, cuyos coches atruenan guitarreo con las puertas abiertas, sus viejos en sillas de mimbre, pero yo realmente prefiero pensar mientras me deshidrato, pienso en raparme al cero delante de cada peluquería, pienso en vasos de agua del grifo delante de cada bar, pienso en parejas que se deshidratan follando delante de cada portal, o cuando elevo los ojos al cielo y encuentro el piso en el que me desvirgué con las persianas bajadas, habrá calles con nombres de poetas y de científicos ignotos que arden igualmente con este calor que se mueve tan despacio como me hace moverme, sin la bendición millonaria del aire acondicionado, que se reservan para sí las grandes fortunas y las pequeñas bibliotecas y por fin, sin nada más ya, sin ni siquiera el aliento y el corazón golpeando en la boca, las llaves tintineando en el bolsillo encuentro el tercer piso sin ascensor y me tumbo en el sofá a esperar la noche que tampoco refrescará pero al menos será una noche, en la noche no es extraño el calor porque se mueve despacio, c-a-l-o-r que se pega a las sábanas y hace que los sueños y las pestañas trastabillen, la almohada y la cama son tan inútiles como una alfombra espinada y sólo queda la lámpara de la puerta del frigorífico, intermitente, alumbrando el agua que una y otra vez sale y entra, no queda hielo ni cerveza, quedan la televisión y el s-u-d-o-r, queda la noche y queda otro día menos moviendose tan despacio como esta ola de calor.

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