viernes, 24 de agosto de 2012

El hombre, el mito.

"El mundo se divide en dos categorías:
Los que tienen el revólver cargado y los que cavan.
Tú cavas."
(Clint Eastwood, El Bueno, el Feo y el Malo)


Nos enseñaron a ser los hombres que podríamos ser, pero nadie nos ha enseñado a ser los hombres que debemos ser. Nadie nos ha puesto en nuestro lugar de una bofetada cuando tenemos más de veinte años y nos creemos los reyes del mundo. En cambio, dejan que sea la vida, sutil arquitecta de terribles momentos, la que se encargue de ponerse cara a cara con nosotros, de volvernos la mejilla de una o de muchas hostias. 

Nos han regalado el mundo del hedonismo, el placer, la autocompasión. Nos lo han dado todo y no nos han negado nada. Nos han tapado los ojos y, sin embargo, no son ellos los responsables: lo somos nosotros, por quedarnos sentados usando el pasado como sillón y no como trampolín. No saltamos hacia adelante, ansiamos nuestro mejor momento sin salir al ring a sudar.

Nos han plantado en las narices los modelos ideales de conducta social. Nos han dado lo políticamente correcto mientras después, cuando se apagaba la luz del salón de actos, nos explicaban lo genial que sentaba follar sin condón, consumir marihuana y setas alucinógenas, ir de copiloto en un deportivo rojo sin cinturón y con un conductor borracho. Nos vendieron la moto e hicieron de nosotros lo que nosotros quisimos ser: esos hombres que nos enseñaron.

Pero nadie nos enseñó que la adquisición de libertades conlleva responsabilidad. Nadie nos dijo que nuestros padres también han llorado con y por nosotros. Nadie nos puso una película en la que todo nos salía al derecho durante un par de semanas y del revés durante seis meses. Nadie nos mostró que las puertas del hospital son naranjas y opacas, que hay barrios en los que entras pero nunca sales, que hay cicatrices que no se van a borrar, que hay gente que se marcha más rápido de lo que soñarías y otra que no se iré aunque lo sueñes.

Un revólver cargado, un disparo siempre a punto, una frase certera que te desarma. Hay hombres en las películas que lo han conseguido todo sin renunciar a nada. La vida real está repleta hasta las cejas de hombres de verdad que han renunciado a todo sin conseguir nada.


2 comentarios:

Cuerpos a la deriva dijo...

un texto jodidamente buenísimo.

jaio dijo...

Muchas gracias! Escribir después del verano es como hacer footing, hay que irse quitando el óxido poco a poco =)