martes, 8 de febrero de 2011
El hombre de la camisa de cuadros
Acostumbrate a que todos hablen sin saber la verdad. Esa es la verdadera teoría de la relatividad, de nuestra relatividad, cada día seremos dos electrones impulsados a chocar y nuestra reacción en cadena es totalmente imprevisible. Ellos sólo verán la luz de la explosión, el juego de luz y sonidos. Señora, no me mire así, su hijo también se droga. Porque, y repito, vete acostumbrandote, esta es la única verdad a la que te vas a poder enfrentar, la de que hablen. Leerás en los periódicos tu nombre y el nombre de otros, verás caras saturadas en fotografías donde las miradas echan fuego y sin embargo, ¿qué más da? La cantante y el futbolista, el torero y la cupletista, la muerte entre las flores y el esplendor en la hierba, cada una de las palabras pesan, cada una de las notas, el hombre de la camisa de cuadros es el tipo más feliz de la tierra durante los minutos que el ser supremo Andy Warhol le ha concedido, y si no me quieres escuchar es porque ya estás gritando otras canciones de las que nadie va a acordarse en diez meses. Qué son las banderas y los colores, qué son los cafés hirvientes de barrio y los pinchos de tortilla fríos, qué son nuestros culos apretados en el asiento de atrás y nuestras mentes al volante. Tú simplemente deberías considerar que como partícula con masa propia, como cuanto, tienes derecho a iluminar la habitación durante un breve segundo, que tu estallido subatómico no moverá moles de materia y aún así tendrás que seguir siendo imprevisible, que parte de tu trayectoria está en tu mano y otra parte en libros que nunca vas a leer, pero sobre todo, por encima de todo, que al final tendrás que callarte, al principio tendrás que callarte, y dejar que sean otros los que hablen de ti, los que sueñen contigo, los que te conozcan y te ignoren, los que imaginen tu carga negativa, positiva o neutra y los que quieran meterte en una bomba. Con un poco de suerte terminarás cayendo en Palomares y podrás jubilarte a los 67 con derecho a playa.
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1 comentario:
¡Cuánta razón tienes!
Lo dicho, me encanta la entrada.
Gran frase la siguiente: "parte de tu trayectoria está en tu mano y otra parte en libros que nunca vas a leer".
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