Las arterias coronarias se alimentan por el efecto Venturi. Este efecto consiste en que un fluido en movimiento dentro de un tubo cerrado, como es el aparato circulatorio, disminuye su presión al aumentar la velocidad cuando entra en una zona de menor diámetro. Esto ocurre tras la sístole, cuando en los senos de Valsalva se queda acumulada sangre, que por gradiente de presión penetra en el sistema coronario, por aspiración de este sistema.
Teniendo en cuenta que las coronarias son las encargadas de irrigar el corazón, a efectos prácticos significa que el corazón se alimenta a base de los restos de sangre que no va al resto del cuerpo, y de una bomba de vacío. Restos. Vacío. Y nosotros buscando todos los días algo nuevo con lo que llenarlo.
Si todos viviéramos mil años, acabaríamos muertos por infección secundaria de tuberculosis. Lo mismo sucede con el amor eterno. Si todos viviéramos mil años, terminaríamos de una u otra manera con nuestro amor eterno. A mis 21 años ya he acabado 4 veces con mi amor eterno de modo y manera que a los mil la cuenta ascendería hasta algo más de doscientas entradas y salidas relacionales.
Probablemente esos doscientos acontecimientos irían lentamente medrando la capacidad aspirativa de mi sistema coronario, de modo que allá a los 500 años la tuberculosis y las cardiopatías isquémicas irían compitiendo lentamente por terminar conmigo, con cavernas pulmonares y pañuelos manchados de toses rojas a la par que increíblemente románticas, decimonónicas, o arritmias y síncopes perfectamente estructurados como si los cantase Ella Fitzgerald y el arreglista fuera Glenn Miller, retornado de entre las sombras de una puñalada trapera en un burdel alemán en 1944.
Luego, a los 750 años la jubilación en la Costa Azul, en cualquier balneario para curar las lesiones, les explicaré a Glenn Miller y Ella Fitzgerald el por qué de que las canciones de jazz son todo un asesinato, el por qué de los descensos inmunitarios y los ataques de tuberculosis, el por qué de los vacíos que nos dan la vida aunque nosotros, sin saber bien el por qué de cada día.
A veces no hay un por qué. A veces hay un desarrollo matemático de 7 páginas y mil años de tuberculosis.
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